Los chacareros, una especie en vías de extinción

Los chacareros, una especie en vías de extinción

Diagnóstico y pronósticos. ¿Tiene solución la severa crisis que arrastra la actividad que le dio vida al valle?.

Hace ya varias décadas que los productores de manzanas y peras fueron expulsados del “Edén” de la rentabilidad. El gran pecado que cometieron fue no adaptarse a las exigencias del mercado internacional. El capital metió la cola, tuvieron que negociar el precio de su fruta con grandes empresas y desde allí vienen en picada.

Años de crisis llevaron a que estos hombres de pieles curtidas por el sol, manos callosas y ropa de trabajo salieran –hace unas semanas– a las rutas y puentes con sus tractores para pedir un salvavidas del Estado. No era la primera vez que lo hacían y la pregunta que flotó en el aire fue: ¿Por qué viven en crisis? ¿Tienen posibilidad de recuperar su lugar en el Edén?Como dicen los que saben, hay que revistar la historia para entender el presente. La fruticultura se inicia a fines de la segunda guerra mundial y está relacionada con la llegada del ferrocarril y los ingleses. “Ellos vieron que esta zona era netamente productora de peras y manzanas.

Trajeron variedades como Packham’s Triumph, Granny Smith, Red Delicious, Williams y se fue desarrollando la fruticultura”, contó el secretario de Fruticultura de Río Negro, Alberto Diomedi. La profesora de la Fadecs e investigadora de la UNCo, María Belén Álvaro, agregó que “nació como una actividad agroexportadora, de la mano de pequeños productores, con una fuerte incidencia del Estado”.En la etapa de la posguerra todo lo que se producía se consumía en Argentina o se exportaba.

“Nuestros embajadores eran la pera y la manzana”, contó Diomedi, y explicó que en la posguerra la fruticultura se desarrolló en otros países. “En aquel momento estábamos solos produciendo, éramos la California argentina, como dijo un gobernador. Lo que se producía, valía y se vendía, pero el mundo comenzó a plantar y producir”, relató el secretario y también productor. Fue así que el mercado se tornó competitivo y “por esa tranquilidad de haber vendido todo a muy buen precio nos fuimos quedando. Lamentablemente fuimos los pioneros y terminamos en crisis”.

María Belén Álvaro plantea que lo que está en crisis no es “la” fruticultura, sino una forma de organización social de la actividad liderada por el capital transnacional que se profundizó en las últimas décadas y que repercute de manera negativa en los sectores más vulnerables: los chacareros y trabajadores.Según la tesis de la investigadora, a partir de los ‘70 el Estado se empezó a retirar y dejó que las reglas del mercado comiencen a jugar libremente. Los productores, nacidos de la mano de la distribución de la tierra mediante créditos que los hicieron propietarios, nunca fueron unidades típicamente capitalistas.

“En ellos está involucrada la fuerza de trabajo familiar. Ante una actividad que no es rentable el capitalismo se retiraría, pero ellos siguen a costa de la autoexplotación de su fuerza de trabajo”, explicó Álvaro.En los ‘80 y los ‘90 las reglas del mercado llegaron a niveles de explotación altísimos. Algunos se descapitalizaron y empezaron a desaparecer. Eduardo Artero es un productor histórico del Alto Valle y desde su chacra, aún en producción, contó que sus callos lo avalan a explicar lo que sucede.

“Hace 20 años atrás éramos 7000 productores, hace 10 éramos 3000 y ahora debemos quedar unos 1500. Con la tendencia de que después de ésta crisis que estamos pasando queden unos 700”, dijo.Artero habló del reclamo de semanas atrás y se preguntó por qué el resto de la actividad no salió a las rutas. “Si está mal, es para todos, pero parece que para los productores nada más. Nos hicieron levantar la cosecha, le dieron el 35% de aumento a los cosechadores y después se cortó la cadena de pagos.

Pasamos más de un año para cobrar una cosecha. Dicen que no da para más y todos los costos los paga el productor”.Como explicó Álvaro, hay otros sujetos en la cadena: las empresas que compran estos bienes, los empacan y los exportan. Según la profesora, estos sectores dominantes instalan la idea de crisis de la fruticultura para negociar con el Estado en beneficio de la acumulación. 

“Hoy la lucha es de ellos, pero todo lo que entre y el excedente que se genere se lo terminan apropiando las grandes empresas. Los productores subsidian a todo el sector, son pequeños, vulnerables, negocian con grandes capitales el precio de su fruta y el Estado lo permite”. A su vez, al productor que trabaja a tiempo completo, sin horarios, de manera desmesurada lo que le queda es una culpa de su propia vulnerabilidad fundada en un falso discurso. “Terminan creyendo que son inútiles, que no pueden apropiarse del dinero, y ellos cargan con un falso discurso”, dice Álvaro.   ¿Qué se puede hacer?El secretario de Fruticultura dio datos de este presente gris del valle. Dijo que hoy y desde hace 20 años está reconvertido en menos de un 30%. Esto, productivamente, con respecto a otros lugares del mundo los deja fuera de competencia. “El mundo habla de entre 50 a 60 mil kilos por hectárea. Acá hay chacras que dan esto, pero son las menos. Muchos montes frutales y variedades están avejentados. Todos corren con Fórmula 1, nosotros seguimos con un modelo A y a veces no tenemos políticas claras sobre qué queremos hacer y hacia dónde vamos”.

Para salir de esta crisis, según Diomedi, primero hay que revisar costos, porque son muy altos. Debería existir una política de Estado para poder vender y comercializar. Y sumar el tema sanitario, conducción, investigación, que quiere el mundo. “Tenemos que estar presentes en el mundo, sino estás presente está el otro promocionando lo suyo”.

Para Álvaro, la crisis está instalada, es estructural y el panorama no es alentador. “Hay un solo actor que puede torcer esta lógica y es el Estado. Hacer ver una cadena desigual, con sujetos muy vulnerables y otros muy poderosos. Si eso existe, la ecuación y la crisis siempre va a dar negativa, por más dinero que ingrese”.Por último, los productores desde hace más de 30 años piden precio para su fruta. El empaque, el frío, rurales, el que vende plaguicidas, cajas, papel, negociaron aumentos al inicio y el productor nunca sabe qué va a cobrar. 

“El Gobierno debería actuar, la fruta debería tener un precio que sea el costo más un 10-15% de ganancia. El valle se hizo con la fruticultura, todos viven de eso y lo que sobra se lo dan al productor. Siempre vivimos de lo nuestro, cuidando el mango, pero tiene que haber un precio y la actividad será más justa, menos perversa, para que el productor no sea la variable de ajuste del negocio”, señaló Artero. 

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