Cerco al falso pastor y la periodista

Cerco al falso pastor y la periodista
El fiscal reclamó 22 años de prisión para Jesús Olivera y 16 para su esposa, Estefanía Heit. “Espero que estas personas no salgan por mucho tiempo”, dijo la víctima, Sonia Molina. La defensa pidió la absolución de ambos. El tribunal dictará la sentencia el lunes.
Sonia Molina, la mujer de 35 años que durante tres meses fue mantenida cautiva y abusada sexualmente en una vivienda de la localidad de Coronel Suárez, dijo estar “conforme con las penas” de 22 y 16 años de prisión solicitadas por la fiscalía contra los acusados, el falso pastor Jesús Olivera y su esposa, la periodista Estefanía Heit. Molina, luego de escuchar el alegato del fiscal Eduardo Zaratiegui, dijo estar “tranquila”, porque trata de aferrarse “a lo positivo, que es que estoy viva gracias a Dios y a que me pude escapar”. La defensa de los imputados, por su parte, pidió que ambos sean absueltos por entender que “no fueron probados en el juicio” los delitos por los que son acusados. Luego de escuchar los alegatos, el Tribunal Oral Nº 1 de Bahía Blanca dispuso un cuarto intermedio hasta el lunes a las 13, cuando se conocerá el veredicto.

“Espero que estas personas no salgan por mucho tiempo, por el grado de psicopatía que tienen”, fue otra de las frases dichas por Sonia Molina. La audiencia comenzó con la acusación del fiscal Zaratiegui, quien pidió que el matrimonio sea condenado por “privación ilegal de la libertad con fines coactivos, agravada por haber causado a la víctima lesiones graves, homicidio en grado de tentativa y estafas reiteradas en concurso real”.

En el caso particular de Olivera, el fiscal solicitó que también se lo condene por “abuso sexual con acceso carnal reiterado agravado”, en perjuicio de Molina. Zaratiegui pidió que, en caso de que el Tribunal no diera por probado el abuso sexual, se le aplique a Olivera una pena de 20 años de prisión por los otros cargos señalados. Finalizada la audiencia, Zaratiegui aclaró ante la prensa que no acusó a Heit por abuso sexual dado que “ya había sido sobreseída por la Cámara”.

Al exponer ante el Tribunal Oral Nº 1 de Bahía Blanca, integrado por los jueces María Elena Baquenado, Mario Lindor Burgos y Hugo de Rosa, el fiscal del juicio sostuvo que durante su desarrollo “se comprobó que entre el 9 de agosto de 2012 y el 12 de noviembre del mismo año, en el domicilio de Grand Bourg 1823, de Coronel Suárez, se redujo y ocultó a Sonia Marisol Molina”.

Zaratiegui expuso que la víctima sufrió “maltratos físicos, consistentes en golpes y agresiones efectuadas mediante las manos, puños y rodillas, y la utilización de elementos varios, provocándole lesiones y quemaduras”. Agregó que Molina estuvo bajo “coacción y amenazas contra su integridad física y la de sus familiares” y sin su documentación personal, que le fue retenida.

En esas circunstancias, a Sonia Molina se le provocó “un estado de desnutrición y deshidratación severo, que puso en riesgo cierto su vida producto de una alimentación deficiente y de períodos de ayunos”. El titular del ministerio público puntualizó que la mujer “en ocasiones fue obligada a la ingesta de vinos, psicofármacos o inhalación de pegamento, ocasionándole un estado confusional, con el conocimiento de la posibilidad del deceso de Molina y la aceptación de éste”.

Respecto de cómo fue “captada” la víctima por el falso pastor Olivera, el fiscal aseguró que fue “engañada por los acusados” con la pretendida existencia de la congregación Amar es Combatir “supuestamente dedicada a la realización de obras benéficas a personas carecientes y con capacidades disminuidas”. A eso se sumó la promesa sobre “la supuesta tramitación de la creación de una nueva congregación denominada Visión 21 en la cual la víctima participaría como encargada contable, previa formación profesional para ese cargo”. Zaratiegui acotó que ése fue “uno de los ardides” utilizados por el imputado Olivera y su esposa.

Zaratiegui dio por probado que tanto Olivera como Heit le exigieron a Molina que les pidiera dinero a sus familiares y allegados mediante llamados telefónicas en los que le daban a leer un texto que ellos previamente habían escrito, y luego se quedaban con ese documento. De ese modo “lograron que la víctima vendiera sus muebles e inmuebles e hiciera entrega de dicho dinero a los responsables del engaño”. De ese modo, la parte acusadora justificó el cargo por estafa que le imputa a la pareja.

En cuanto a los abusos sexuales que Molina dijo haber sufrido, el fiscal concluyó que “fue accedida carnalmente en forma reiterada” y que sufrió “penetración vía vaginal, anal y fue obligada a practicar sexo oral”. Tras el duro alegato de Zaratiegui, le tocó el turno a la defensa de los dos imputados, integrada por los abogados Claudio Lofvall y Leonardo Gómez Talamoni.

Ambos expusieron su postura de que los hechos denunciados por Molina “no quedaron debidamente acreditados”. Lofvall hizo hincapié en “las contradicciones” del relato de Molina ante el tribunal y recordó que en los peritajes realizados a la mujer “no se detectaron lesiones compatibles con abuso sexual”. Por su parte, Gómez Talamoni avanzó al respecto al afirmar que muchas de las lesiones que dijo haber padecido Molina “son incomprobables” con el abuso sexual denunciado.

Con esos argumentos, los defensores reclamaron la absolución de los acusados. Cuando se retiraba de la sede del tribunal, Lofvall acusó a Molina de “mentirle en la cara al tribunal” y confió en que el lunes se retirará de la sede judicial caminando con sus asistidos. El fiscal Zaratiegui, cuando se retiraba luego de su alegato, reiteró ante la prensa que durante el proceso oral y público “los testigos confirmaron lo que habían declarado en la instrucción” de la causa.

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