Un cepo que ahoga cada vez más

Un modelo populista agotado que actúa sobre las consecuencias y no sobre las causas de los problemas sólo puede deteriorar las exportaciones y las reservas

La escasez de divisas y la pérdida de reservas son la consecuencia esperada de un modelo populista ya agotado. Constituyen el resultado de privilegiar el consumo, producir un desborde del gasto público y manipular precios y tarifas. De esa forma, se desalentó el ahorro y la inversión, lo que sumado al uso del retraso cambiario como ancla antiinflacionaria, terminó por deteriorar las exportaciones e impulsar las importaciones.

A pesar de la recesión, el saldo de la balanza comercial se ha debilitado y está muy lejos de compensar la pérdida de reservas por la fuga de capitales, las compras de dólares para atesoramiento y los pagos de la deuda externa. Como ya ha sucedido en nuestro pasado en circunstancias parecidas, un gobierno empeñado en conservar apoyos populares a costa del futuro, prefiere actuar sobre las consecuencias y no sobre las causas de los problemas. Lo hace con mayor intervención y daño.

El cepo cambiario es paradigmático. La denominación de "mercado único y libre de cambios" pasó a ser una burla. Ese mercado dejó de ser único y libre, y hoy hay varios tipos de cambio.

La brecha entre el mercado informal y el oficial supera el 70%. Las crecientes intervenciones oficiales afectan a productores, comerciantes, viajeros, importadores y ahorristas. El grito callejero de "cambio, cambio" escuchado en el centro de las ciudades argentinas expone la evidencia de la anormalidad y el atraso.

El control llegó, como era de esperar, a la implantación de un rígido sistema de autorizaciones para importar. Empezó con Guillermo Moreno y ha continuado con quien lo sucedió. En la imaginación sovietizada de los ideólogos de este Gobierno, las importaciones son un hecho reprobable. Creen en la utopía de la autosuficiencia que permita no pagar un solo centavo de trabajo extranjero. No creen en la teoría de los costos comparados ni en los beneficios del comercio internacional. No advierten que el intercambio es un camino de doble vía y que no hay posibilidades de exportar si la competitividad no se alimenta con acceso a la tecnología y con el aprovechamiento pleno de las ventajas comparadas aportadas por cada país.

El cierre de una economía de mediano tamaño lleva al retroceso relativo y a la decadencia. Ya no hay discusión académica sobre los efectos nocivos del proteccionismo. Menos dudas hay acerca del efecto destructivo y corruptor de los mecanismos discrecionales de autorización de pedidos de importación.

El doble tamiz de la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) tramitada por la Secretaría de Comercio y el pedido de venta de divisas al Banco Central constituyen una pesadilla para todos los que necesitan importar. El Banco Central adeuda más de 5000 millones de dólares de importaciones ya autorizadas y que no pueden ser despachadas. En la urgencia por no detener líneas de producción o no perder el proveedor, muchos optan por la operatoria bursátil conocida como "contado con liquidación" para obtener los dólares, pero a un costo mucho mayor. El sentimiento de los que solicitan las autorizaciones es el de ser considerados como pidiendo un favor en desmedro del interés nacional. El trato brindado por los que tramitan los pedidos también suele reflejar esa interpretación. Es un rasgo propio de los burócratas en los gobiernos totalitarios.

El no poder satisfacer una necesidad implica siempre un perjuicio, pero el más notorio ocurre cuando una importación es imprescindible para producir o cuando se trata de un medicamento o un bien de primera necesidad.

Según un estudio de la Cámara de Importadores, faltan bombas y otros elementos para extracción de hidrocarburos, no hay autopartes ni repuestos, se carece de elementos de computación e insumos de todo tipo. Faltan medicamentos oncológicos y otros para enfermedades complejas. Ha empezado a mermar la diversidad de productos en los supermercados. Los turistas que salen a Uruguay, Paraguay o Chile advierten la diferencia.

Volver a la normalidad requerirá importantes correcciones en las políticas públicas. La eliminación del cepo no se podrá lograr sólo con una mera resolución del Banco Central o de la Secretaría de Comercio ni tampoco con una devaluación. Podrían esfumarse las reservas o provocarse un descontrol inflacionario. Será necesario que simultáneamente se corrijan el desequilibrio fiscal y la expansión monetaria y se recupere la confianza. Es un desafío para este Gobierno y será una condición necesaria para el próximo..

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