Cazabán, la voz oficial del Gobierno en las paritarias

Cazabán, la voz oficial del Gobierno en las paritarias
Es el encargado de llevar adelante las negociaciones con los gremios estatales, y se apresta a vivir una semana intensa y tensa para tratar de arribar a acuerdos que pongan fin a las huelgas
“Dormí tres horas en los últimos dos días”. En la voz se le nota el cansancio. Son las 21 del viernes y acaba de llegar a su casa. Se levantó a las 5, como todos los días, y sus tres hijos recién lo ven ahora. “Todo el último mes y medio me fui y regresé a casa cuando ellos ya dormían, y apenas les podía dar un beso en la frente”, dice. Por eso ahora, mientras atiende el llamado desde el teléfono inalámbrico Emilia Eva (2), su hija más pequeña y a quien él llama la Capitana por razones obvias, se le trepa a la espalda y cada tanto manotea el aparato y perpetra un atentado inocente contra la comunicación. Quiere a su padre para ella, al menos un ratito.

Flavio Andrés Cazabán (45 años) está en el ojo de la tormenta desde febrero. Es la voz del Gobierno en las negociaciones paritarias con los gremios estatales que, cada uno con su estrategia, han coincidido en duros planes de lucha reclamando una recomposición salarial.”Yo estoy confiado en que podremos llegar a un acuerdo dentro del desacuerdo. Si no tuviera expectativas de poder resolver esto, no estaría acá”, dice.

Andrés nació en San Rafael el 3 de agosto de 1968. No nació solo. Lo acompañó Pablo Livio Cazabán, ahora uno de los abogados penalistas más pintorescos que ejercen en la provincia. Antes había nacido Luis Alejandro, el más famoso y controvertido de los hermanos. Y aún antes que él, Adrián y Patricia, la mayor de los hermanos.

La cabeza de la familia fue y sigue siendo don Luis, un empleado bancario y dirigente sindical, de fuerte personalidad y todavía referente natural, que en junio cumplirá 80 años. Selva (Selvita, como le dicen todos) es su compañera de toda la vida. Es maestra y también supo tener una activa participación gremial en el SUTE. “Nuestros viejos fueron nuestra principal escuela, los que nos formaron en todos los aspectos”, dice Andrés Cazabán. “En época de dictadura a nosotros los militares nos reventaron (allanaron) la casa varias veces y se salvaron de que se los llevaran porque mi viejo militaba en la Corriente Social Cristiana, y hubo algún contacto internacional para que lo dejaran libre”.

Cazabán parece ser un apellido destinado a estar en el nudo de los tornados. Se ríe y acota que “pero tenemos buen sentido del humor. A veces eso a algunos los pone nerviosos, pues usamos mucho la ironía”.

También reconoce que algo que incomoda a los que se sientan en la mesa de negociación de las paritarias es su tranquilidad, que permanezca impávido en los momentos más tensos. “Eso molesta al otro, pero no lo hago a propósito. Represento algo y debo mostrarme tranquilo”.

Esta semana en esa mesa Andrés Cazabán ligó insultos y hasta algún escupitajo. “Jamás tomo decisiones en caliente. Trato de analizar. Para eso me preparé y tengo claro el rol colectivo que represento” .

Es trabajador social, esa es su profesión y su militancia. Dice que mantiene fuertes discusiones políticas con sus hermanos Pablo y Alejandro, pero que eso no ha dañado la relación: “Al contrario, nos han unido mucho más, nos enriquecen”.

Las ásperas reuniones paritarias que ha mantenido en estas semanas con los distintos sectores de trabajadores del Estado son casi parte de su vida, de su rutina. “Nunca he tenido trabajos tranquilos. Siempre he tenido que manejar situaciones complejas, de conflicto, y para eso me he preparado y me sigo preparando todos los días. Es lo que hago. Es mi trabajo, mi vocación”.

Aduce esto porque mucho de su tarea profesional y también de sus desvelos por inquietud social y convicción política, lo pasó estudiando y trabajando en el Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil, en el ex COSE y en la DINAF. Trabajando sobre la resolución alternativa de conflictos. En fin, metido dentro de cualquier lugar donde haya situaciones de tensión, de puja, agresivas. “Me preparé para esto, estudio todos los días. Siempre me levanto a las 5 de la y me pongo a leer, a revisar, a analizar. Necesito estar buscando siempre vías de solución”.

Su trabajo en el ex COSE, ejerciendo un cargo de responsabilidad dirigencial, hizo que esta semana otro tema, además de su función como paritario, lo pusiera en boca de todos. En medio de las negociaciones salariales trascendió que en la liquidación de haberes del período diciembre-enero de Andrés Cazabán figuraba la friolera de $89.000. “Fue un cargo que ejercí durante dos años y por el cual nunca se me había pagado. Incluso nunca reclamé, pero el Estado en algún momento debe ordenar esas situaciones y así liquidó los montos adeudados a los trabajadores del ex COSE”, cuenta.

Esta semana será tanto o más agitada que la anterior para Andrés Cazabán. Dice que está esperanzado en llegar una solución con los distintos sectores, aunque augura que las negociaciones no serán fáciles. “Lo importante es trabajar sobre los puntos en común y también lograr acuerdos dentro del desacuerdo”, y presagia que todo no se podrá resolver ahora, pero que en el transcurso del año ese objetivo se terminará logrando.

Lo que viene

Lunes clave.Mañana a las 17, el Gobierno, con Cazabán como interlocutor, se reunirá en paritaria con el SUTE. Hasta aquí, entre pedido y oferta hay mucha distancia. Los docentes quieren, como mínimo, un aumento superior al 30 por ciento, no escalonado, retroactivo a enero y sin descuento de días de paro.

En cuestión. Hasta ahora la Provincia ha ofrecido un incremento que se acerca a lo pedido, pero siempre ha sido escalonado, desde marzo, y ya parece un hecho que descontará los días no trabajados.

Diferencias. Esta semana fracasó la reunión paritaria con ATE y AMPROS. El Gobierno ofreció el 25%, a pagar 15 en marzo y 10 en octubre, más una suma fija de $500 sobre el bruto. Los gremios exigen un aumento del 40% e iniciarán el miércoles un paro de 72 horas.

No hace deportes, lee, cocina, hace los arreglos de la casa y ¡teje en telar!

Flavio Andrés Cazabán no es un habilidoso y el deporte ha prescindido de su presencia. Lo ha excluido, según dicen “para bien del deporte”.

Por eso “salgo a correr, pero debería hacerlo más". Se levanta “a eso de las 5” y se pone a leer. Su mujer Gabriela y sus hijos, Joaquín, Sara y Emilia Eva, se han acostumbrado a eso. “Me tienen paciencia”. Le gusta cocinar.

“Mis amigos pueden dar fue. En casa siempre hay mucha gente. Los domingos nunca somos menos de 10”. Vive en el Challao “y desde aquí, ahora (21.30 del viernes) tengo un paisaje que distiende”. Cumple el papel de buen marido: Arregla la canilla que gotea, corta el pasto, pinta la casa, “y el año pasado comencé a aprender a soldar”. Y un hobby poco frecuente: “Me gusta tejer en telar”. Por supuesto, le fascinan las discusiones políticas y lo atrapa la economía. Asegura que cuando su hermano Alejandro fue designado por el entonces gobernador Arturo Lafalla para hacer la reforma judicial, luego popularizada como la Reforma Cazabán, “yo estaba mucho más preparado que él en ese tema, pero era del Frepaso y jamás iban a pensar en mí”. Lo dice con su especial humor irónico, dirigiéndolo especialmente a su hermano, que seguramente generará la primera discusión en próximo encuentro familiar en la casa de Villa 25 de Mayo, donde ahora viven don Luis y doña Selvita.

Un Cazabán sin la experiencia mediática de sus hermanos

Andrés Cazabán no tiene tanta experiencia mediática como sus hermanos, Alejandro y Pablo. Por eso, cuando recibió la propuesta de realizar una entrevista, lo primero que contestó fue “tengo que consultarlo”. Más tarde sostuvo que “debo hablarlo con Prensa de Gobernación. Ellos te llamarán”. Finalmente, después de algunas ideas y vueltas, y de que el miembro paritario concluyera su jornada laboral, accedió a la entrevista al caer la noche.

“Me dijeron que sí, hasta el gobernador me dijo que no había problema. Pero te pido que no sea muy tarde. Necesito acostarme temprano. Dormí sólo tres horas en estos dos últimos días”, dijo.

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