Las causas de un triunfo

Las causas de un triunfo

"El votante de Cambiemos se expresó en silencio, tal vez con vergüenza, tal vez dolido por el constante menosprecio. Por eso las encuestas -¡seguimos creyendo en las encuestas!- decían números diferentes a los arrojados por las urnas. Por eso en Luján nadie pensaba en una elección tan volcada hacia el oficialismo".Autor: Horacio Papaleo

Ni los más optimistas seguidores de Cambiemos esperaban los resultados del domingo. Pensaban que podían ganar. Se aferraban a esa posibilidad luego de mirar el escenario atomizado del peronismo local. Sin embargo, jamás se les ocurrió vaticinar que ni siquiera juntando los votos de la intensa interna de Unidad Ciudadana se llegaría al porcentaje que terminó logrando la lista encabezada por el concejal Fernando Casset.

Es una contienda preliminar y la batalla final será en octubre, aunque es insoslayable señalar el fortísimo respaldo que consiguió tanto la boleta de Cambiemos como la gestión del intendente Oscar Luciani. Son unas 23 mil causas distintas por las que arrasó en las urnas –único oficialismo que lo logró en la zona- y se proyecta con tranquilidad para el próximo paso eleccionario.

La elección local es, además, una nueva muestra de lo enfrascado que se puede estar cuando se piensa en una elección únicamente desde las noticias, las propagandas, el despliegue de recursos, los grupos de amigos y los contenidos volátiles de las redes sociales.

Si ese era el parámetro para pronosticar qué sucedería el domingo, muchos quedaron recalculando en el análisis. Abundaban en las redes las críticas, los comentarios lapidarios hacia la gestión de Luciani y ni hablar del menosprecio hacia aquel que hace dos años votó a Cambiemos y ratificó su opción en la reciente contienda electoral.   

Repasaba, en los minutos posteriores a la confirmación de los resultados, algunos posteos de militantes o simpatizantes kirchneristas que creían imposible un triunfo de Cambiemos en Luján, en Buenos Aires y, si los apurabas, en Capital Federal.

Estaban aferrados a una realidad que si bien puede ser cierta, es erróneo generalizarla. Se pensó útil para la campaña, pero terminó siendo infructuosa para la elección: la historia de los heridos por la gestión del macrismo. Lo hizo Cristina Fernández, los escuchamos en Luján en la voz del ex ministro Axel Kiciloff y los replicaron los precandidatos locales de esa fuerza. Había, aparentemente, una mayoría silenciosa que pensaba lo contrario o, en todo caso, pensaba distinto.

“- ¿Nacionalidad?

- Argentino.

- ¿Un defecto?

- No puedo evitar creer que la mejor forma de convencer políticamente a otro es tratarlo de idiota”.

Creo que en ese tweet que encontré en la maraña de repercusiones de las elecciones del domingo se desnuda lo que muchos sienten en el actual contexto político. El votante de Cambiemos se expresó en silencio, tal vez con vergüenza, tal vez dolido por el constante menosprecio. Por eso las encuestas -¡seguimos creyendo en las encuestas!- decían números diferentes a los arrojados por las urnas. Por eso en Luján nadie pensaba en una elección tan volcada hacia el oficialismo.

Claro que hay méritos quizás no valorados. Por un lado, el peso de una boleta que disfruta de los tiempos ganadores. El candidato es apenas un ingrediente más para quienes respaldan al acuerdo llamado Cambiemos. Se trata de una lista que representa una administración con seis años de mandato y deudas pendientes en los problemas enquistados en la ciudad (cloacas, turismo, mejoras en el Hospital, mantenimiento de calles en barrios y localidades). Pero contrapuso un visible desembarco de obras. Poco y mal comunicadas, desde la gestión de Luciani se iniciaron tareas como pocas veces se vio en el partido. Millones de pesos volcados en maquinaria, asfalto, redes de agua, entre otras acciones. Al parecer, tuvieron su rebote electoral.

Por último, como decía el edil Fernando Casset en el marco de los festejos, “el vecino confía en que nosotros podremos hacer lo que falta”. ¿Qué argumento para negar su afirmación?

En la vereda de enfrente, puede que el triunfo de Miguel Prince sea un primer paso hacia la unidad de un espacio que se atomizó desde el desembarco impuesto de Leonardo Boto. La interna quedó en manos de quien logró exponer más cercanía con el vecino, atado a una historia netamente local.

Sería injusto no reconocer el desempeño de un líder político que hace tres meses estaba en la tranquilidad de su casa, dando consejos, leyendo libros y defendiendo algunas causas judiciales. Y que con un puñado de semanas revirtió el desempeño electoral de un proyecto kirchnerista que lleva unos cinco años intentando germinar en el pueblo de Luján. “El empuje de los compañeros y un contexto en el que observé una vacancia opositora”, dijo Prince cuando se le preguntó por qué decidió retomar el protagonismo político después de casi una década de distancia.

La diferencia en la interna tuvo, además, raíz en una campaña pocas veces vista. Mucha creatividad para exprimir escasos recursos. La estructura de Unidad Ciudadana estaba con el otro precandidato. Videos emotivos con guiños a su carisma, un crédito para imprimir boletas, y acciones sin más objetivo que el impacto (subirse a un colectivo, pagar con la SUBE y repartir volantes como vendedor ambulante, por ejemplo) posicionaron a Prince rápidamente como una opción de irreprochable identidad local y peronista.

Saben en ese sector que aún sanando las heridas de la interna y sumando a los circunstanciales contrincantes, la brecha con Cambiemos parece lejana.

Pero para octubre falta. 

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