Caso Roseo: Del Corro también pidió perpetua para los imputados por la muerte del terrateniente

 Caso Roseo: Del Corro también pidió perpetua para los imputados por la muerte del terrateniente
En la continuidad de los alegatos el abogado querellante Carlos Del Corro solicitó se condene a los imputados de dar muerte a Manuel Roseo y Nélida Bartolomé agregando la figura del homicidio “criminis causa”.
Para el querellante no quedan dudas de que los tres procesados son los coautores responsables de los homicidios de Manuel Roseo y Nélida Bartolomé a partir de “las abrumadoras pruebas obrantes en la causa” por lo que solicitó en su acusación “se condene a Luis Raúl Menocchio, Claudio Gómez y Salvador Borda a la pena de prisión perpetua”.

De todas maneras, tal lo había anticipado NORTE, discrepó del ministerio público respecto del rol de Sergio Berg, considerando que “debiera seguir siendo investigado” y fue más allá al quitar de la acusación dos calificaciones avaladas por la fiscalía vinculadas con la situación padecida por el exsecretario de Roseo: “la privación ilegítima de la libertad y el homicidio en grado de tentativa”.

“El horrendo doble homicidio de Roseo y Bartolomé se cometió con el fin de dejar impune la estafa que intentaban llevar adelante estas tres personas ya que el objetivo era quedarse con la estancia La Fidelidad” advirtió Del Corro, para dejar en claro cuál fue el móvil que llevó a la comisión del doble homicidio. En ese contexto destacó que para la querella no quedan dudas de que “el ideólogo, el organizador no fue otro que Menocchio”, y agregó la existencia de “una serie de factores que hacen lógica esa pauta”.

Siguiendo el hilo del relato el querellante trazó la hipótesis de que “el nexo conector fue el abogado correntino ‘Tito’ González -abogado de Menocchio y Echeverría-, es allí donde el primero toma conocimiento de la existencia de esta propiedad y las intenciones de venta por parte de Roseo a partir de lo cual comienza a realizar averiguaciones al respecto”.

De esas averiguaciones surge que Roseo era un hombre anciano, casi sin personas que lo rodeen, sin protección, por eso “le pareció una presa fácil, un paso sencillo para quedarse con sus tierras”.

En otro tramo de su alegato Del Corro señaló el convencimiento de que “Roseo pudo haber muerto el 6 de enero, el mismo día en que Menocchio y Borda fueron vistos en Castelli” y yendo más allá conjeturó: “la organización criminal ya estaba en marcha, el resto también estaba listo, no sé si en Castelli, Sáenz Peña, Resistencia o Corrientes, eso no lo podemos saber porque no se hicieron en su momento los cruces de llamadas en la etapa de investigación preparatoria, pero lo cierto es que ya estaban prestos para cumplir su rol”.

De esta forma el abogado representante de los intereses de los herederos de Roseo explicó ante el tribunal cómo se fue orquestando toda la maniobra para perpetrar el homicidio.

Los pasos previos y muerte de Roseo y su cuñada

Para Del Corro, Menocchio incurrió en lo que se denomina conducta insidiosa, para ello “asumió el rol de comprador con el objetivo de ganarse la confianza de Roseo” y la visita realizada aquel 6 de enero “no fue con el objetivo de comprar La Fidelidad sino que le sirvió a este imputado para observar todo, ganarse la confianza y llevárselo de Castelli (a Roseo), de allí la invitación insistente para ir juntos a Resistencia donde supuestamente le iba a presentar una persona importante, pero en realidad todo indica que la idea era hacerlo desaparecer”, dijo, para sustentar por qué podría haber muerto ese mismo día, “lo que no sucedió por la personalidad de Roseo, que no era de estrechar relaciones con desconocidos”.

Haciendo una secuencia del macabro escenario en el que pierden la vida ambos septuagenarios el abogado querellante afirmó: “a la primera que matan es a Nelly, lo hacen delante de Roseo para obligarlo a firmar el boleto, este se niega y la matan colocándole las bolsas en la cabeza”, y marcó que entonces se les complica el plan a los asesinos que “no esperaban un desenlace tan rápido”.

Luego de consumado este hecho “pasaron a él” dijo Del Corro: “le aplican golpes para intimidarlo, lo torturan provocándolo y como se sigue resistiendo le toman la mano, colocan tinta en el dígito pulgar con el objetivo de hacerle imprimir la huella dactilar en las escrituras, “por eso en la primera hoja se nota claramente un arrastre donde queda de manifiesto la resistencia a la intención de sus agresores, en la segunda el arrastre es más débil y en la tercera página ya estaba muerto porque se nota una presión más fuerte que ensancha la impresión”.

Abrumadoras pruebas

Según sus propias expresiones, a Del Corro no le costó mucho trabajo formular la acusación ya que “las pruebas han sido abrumadoras” y remarcó en otra parte de su alegato “el papelón en que incurrieron los testigos y elementos aportados por las defensas de Menocchio, Borda y Gómez, que hicieron en la sala un verdadero mamarracho”.

En ese sentido destacó el testimonio del escribano Torres “cuya templanza fue admirable para sostener sus mentiras y desviar las cuestiones centrales sobre las que fue interrogado”, el de Angel Romero que salió detenido, suerte que según del Corro “debieran haber tenido muchos otros”. “Todo esto fue una secuencia de mamarrachos testimoniales que observamos en este proceso” agregó.

El querellante fue categórico cuando señaló: “estas personas tenían su base de operaciones en Autonorte, la concesionaria de autos de Markendorff” y apuntó al escribano Osvaldo Torres como “uno de los encubridores de la muerte de Manuel Roseo” al señalar: “está parado sobre un alambre”. Para el abogado resulta más que evidente en su incisiva conclusión que “todos los testigos aportados por la defensa de Menocchio fueron reticentes, mentirosos y era claro el miedo que tenían a prestar declaración, no me caben dudas de que fueron influenciados en los libretos que vinieron a exponer”.

Por ello consideró que “demostrar la inocencia de los imputados fue un fracaso” y prueba de ello son los testigos aportados por la defensa de Borda, que ingresaron en la sala “con un código tumbero para salvar al compañero en desgracia, ya que en algunos casos, como el de Vallejos, se conocían por haber compartido detención en Resistencia”.

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