Caso Ortiz: "Hay pruebas para que haya algunos detenidos"

Caso Ortiz:

Los familiares de Abel sostienen que cuando algunos testigos declararon ante el juez se “pisaron” entre ellos.

Aunque el viernes se cumplieron cuatro meses de la desaparición del hombre de 31 años, no todas son pálidas para los hermanos de Abel “Pochi” Ortiz. Hoy, más que nunca, están esperanzados. Su fe renació en la ronda de audiencias que comenzaron en el Juzgado Contravencional y Correccional. Para ellos está más que claro que más de un testigo mintió y que, por eso, los días de los responsables de lo que sea que le haya pasado a “Pochi” están contados.

El hombre de Villa Mercedes lleva 125 días desaparecido.

Los Ortiz, sus amigos y, sencillamente, los vecinos que quieren que el joven aparezca cuánto antes recordaron la fecha con la sexta marcha en nombre de Abel, al pedido de justicia. Como las veces anteriores, cerca de 300 personas se reunieron en la plaza del Mercado y caminaron por las calles más céntricas de Villa Mercedes.

-¿Cómo ven encaminada la investigación?

-Ariel: marcha bien. Desde que está el fiscal Néstor Lucero, que es excelente, nos sentimos mucho más apoyados. También creemos que hay pruebas suficientes como para detener a algunas personas. Porque, por lo que nos dice nuestro abogado (Maximiliano Bazla), hay gente que ha dado falso testimonio en las audiencias, personas que se contradicen entre ellas. Por ejemplo, hicieron dos recorridos, en el lugar y horario real, para reconstruir las últimas horas que vieron a mi hermano con vida, pero no hay caso: los horarios no coinciden con los que aportó una persona clave. Hay dos horas que ese testigo no puede explicar dónde estuvo, qué hizo, la noche que desapareció mi hermano.

Ariel aclara que, aunque sabe quién es esa persona, por ahora, prefiere no decirlo para no perjudicar la investigación.

-Marcela: al principio nos enfocábamos nada más en que aparezca Abel, pero han pasado cuatro meses. Y yo quiero que haya detenidos. Creemos que hay gente que hasta tenía acceso a las cámaras de seguridad y que les advertían a otros cuándo iban a allanar tal casa, para que pudieran cubrirse.

-¿La familia está preparada para saber qué le pasó a Abel?

-Valeria: no sé si estamos preparado para escuchar lo peor, pero lo que más queremos es que aparezca, en el estado en que esté.

-Marcela: yo sigo sosteniendo de que está vivo. Que está secuestrado y no tiene la forma de... no sé. A lo mejor no está acá, pero él está con vida. Pienso que lo golpearon y no se acuerda de nosotros.

-Carolina: a veces uno pierde las esperanzas, con cuatro meses te da para pensar. Pero a veces se nos hace más fácil creer que, no sé, se fue de viaje. Porque si uno piensa que está muerto, tirado por ahí, no podes seguir, no tenés fuerza. Sería imposible para nosotros, nuestros hijos y nuestros padres.

-Marcela: la peor parte se la llevan ellos, mi papá y mi mamá. Ellos son viejitos y se la pasan llorando. Lloramos, pero nos levantamos, tenemos que seguir, pero ellos no. Si los vieras llorar…

Por primera vez en muchas entrevistas, Marcela no puede controlar las lágrimas, rompe en llanto y, con la voz temblorosa, dice:

-Marcela: Lloran como niños chicos… Nosotros tenemos nuestros hijos, nuestros maridos, pero ellos todos los días están pensando en su hijo, en “Pochi”.

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