Caso Bolognezi: por falso testimonio procesarán a una testigo clave

Caso Bolognezi: por falso testimonio procesarán a una testigo clave
Ana María Puebla declaró ayer, por sexta vez, y para el fiscal Guzzo incurrió en contradicciones evidentes. La famosa “testigo de indentidad reservada” es quien señaló a Girala y Metralleta Pérez como los agresores del Kote.
Nada es igual desde ayer. Fue el principio del fin. El fiscal Fernando Guzzo pidió que sea procesada por falso testimonio la mujer que fue considerada testigo clave durante 10 años y en cuyos dichos se apoyó la acusación contra los imputados. Y la de la víspera fue así una de las audiencias más importantes de los 5 meses que lleva este segundo juicio por el homicidio de José Luis Bolognezi.

Creerle o no, esa era la clave de todo el caso. Ana María Puebla (65) fue durante la última década la testigo más famosa de la región, por más que se la calificó irónicamente al comienzo de “testigo de identidad reservada”.

José Luis Bolognezi fue asesinado en la madrugada del 14 de setiembre de 2002 y Puebla apareció con su testimonio clave recién dos años después, descubierta por el entonces comisario general y jefe policial de la zona Héctor Quiroga. Esta enfermera que trabajaba en aquel tiempo en el hospital Saporiti aseguraba haber visto el homicidio y dio los nombres de cuatro hombres, entre ellos los dos que todavía hoy están sujetos a la causa: Abdo Girala y Carlos Metralleta Pérez.

La mujer declaró media docena de veces en la caótica instrucción de la causa y después también lo hizo en el segundo juicio. Ayer lo volvió a hacer y quizás ahora no lo tenga que hacer más, salvo que deba repetir su versión pero esta vez sentada en el banquillo de los acusados, ya que el fiscal de Cámara Fernando Guzzo pidió que sea procesada por falso testimonio, entendiendo que cotejando sus dichos de ayer con los anteriores, y también entre sí surgen contradicciones muy evidentes.

Puebla dijo que esa madrugada, oculta detrás de una pilastra de luz, vio cómo una camioneta oscura (no pudo precisar color, marca y si que se trataba de un vehículo doble cabina), “rozaba” a Kote Bolognezi y se detenía junto a él. Luego bajaban “tres o cuatro hombres”, que lo comenzaron a golpear. Dijo que reconoció a Pérez y a Girala, y que no recordaba quiénes podían ser los otros, al contrario de sus dichos anteriores, cuando había dado los apellidos de cuatro atacantes.

Con algunas diferencias, el relato de Puebla sobre el hecho tuvo variaciones, pero quizás no sea eso lo que inquietó a la fiscalía.

Puebla cambió varias veces su versión de dónde había estado esa noche y qué justificaba su paso por el lugar donde ocurrió el crimen. En estos años dijo primero que estaba cuidando un enfermo en el hospital Perrupato, luego que había estado en la casa de una sobrina y finalmente que había estado con un amante. En cambio Puebla en algo se mantuvo coherente siempre: nunca pudo explicar claramente por qué decidió presentarse a la Justicia dos años después del crimen, por qué no denunció inmediatamente lo que supuestamente vio, cómo fue su encuentro y trato con el comisario Héctor Quiroga y también ayer dijo haber olvidado que, previo a declarar

en el expediente, se reunió con Quiroga, el juez Ricardo Schulz, un abogado que oficiaba de querellante y el entonces fiscal Juan Day, en una finca para contar qué es lo que iba a decir. Así lo había reconocido en este juicio el propio fiscal Day.

Pero también hay otros elementos que crean dudas sobre la fiabilidad de la testigo Puebla. Ayer contó que durante estos diez años “mi vida fue terrible” y aseguró que en distintos momentos fue atropellada en la calle por tres vehículos, uno de ellos un camión. También dijo que cierta vez fue atacada en la calle por un hombre que la golpeó hasta desmayarla. Y finalmente agregó que hace apenas 15 días fue interceptada cerca de su casa por un auto, cuyo conductor la apuntó con una pistola. Puebla dijo que no denunció estos hechos por temor o “porque siempre, cuando iba, me decían que para denunciar tenía que presentar pruebas”.

Ayer, cuando ya llevaba varias horas sentada dando su testimonio, Puebla finalmente se quebró. “Listo, hasta acá llegué, investiguen lo que quieran”, dijo, y aseguró que no hablaría más. Allí se ordenó un cuarto intermedio, en el que las tres peritos psiquiatras que presenciaron la audiencia recomendaron que no se continuara con las preguntas a la mujer, ya que esta estaba al borde de una crisis.

Como sigue

Tras la declaración de Puebla, el fiscal Guzzo no tuvo dudas en pedir que fuese procesada por falso testimonio.

Fue tal el impacto de la decisión, que la continuidad del juicio, al que le restan las últimas testimoniales y los alegatos, ahora debe reordenarse.

Comentá la nota