Caso Ailín: ADN complica al acusado

Caso Ailín: ADN complica al acusado
Un estudio genético ubica al principal sospechoso en el lugar del crimen. Dejó su huella en el nudo de la soga que utilizó para matar a la joven en enero pasado.

El ex empleado de la carnicería-frigorífico El Inicio acusado de asesinar a la joven Ailín García (21), en enero pasado, dejó su huella genética marcada en el nudo de la soga que utilizó para atar sus manos por la espalda.

Así se desprende del estudio de ADN solicitado por el fiscal Maximiliano Breide Obeid a uno de los laboratorios de la Fiscalía Regional con sede en Bariloche.

Los resultados se dieron a conocer ayer a través del Ministerio Público Fiscal, y fueron contundentes.

La muestra obtenida es compatible con el perfil genético del sospechoso, y no es sangre lo que esta en juego, sino la huella del propio sudor y la piel del sospechoso que imprimió al anudar la soga con que maniató a su víctima, aún cuando al parecer ya la había golpeado en la cabeza y Ailín se encontraba totalmente indefensa, informaron fuentes judiciales.

El imputado es Valerio Andrés Faria (35) y está procesado y detenido. Sería además quien amordazó a la joven con un pañuelo y le ejecutó dos tiros en la cabeza.

“Sin dudas ésta es una prueba clave que le permite al Ministerio Público Fiscal cerrar el caso”, afirmó el fiscal Breide Obeid. Agregó que los resultados de la pericia ofrecen “certeza científica” para ubicar al imputado en el lugar de los hechos y acreditar que fue él el autor del crimen, sumado a los otros indicios que ya se incorporaron a la causa.

“Este tipo de estudios suele demorar hasta cuatro meses, pero gracias a la colaboración de la Procuradora de Río Negro, Liliana Piccinini, y de la bióloga Silvia Vanilli, se pudieron hacer con mayor celeridad”, evaluó.

Celular

Existe además otro elemento revelador que, según fuentes judiciales, sitúa y delata al imputado en el lugar de los hechos: el día del crimen su celular se activó a las 7.30 en la carnicería, de acuerdo a un informe elaborado por Movistar.

Faria había sido despedido con causa en noviembre pasado, y aunque la decisión fue tomada por la víctima y su hermano –los dos al frente del comercio– se la comunicó sólo ella.

“Te voy a cagar matando por haberme despedido”, le habría manifestado el sospechoso a la joven, según la declaración de una testigo.

El hecho ocurrió el 17 de enero pasado, entre las 11.30 y las 13, en las oficinas del local, ubicado en Lisandro de la Torre 581.

Por lo tanto, si el celular de Faria se activó a las 7.30, todo indicaría que esperó agazapado desde una terraza a que la víctima se encontrara sola para entrar y matarla.

“Debe adunarse que en la mañana de acaecido el hecho Andrés Faria no realizó sus tareas habituales, no pasó a retirar a su hijo ni fue a su lugar de trabajo como lo hacía diariamente”, sostuvo el juez Mauricio Zabala cuando lo procesó con prisión preventiva. (La resolución fue apelada y ahora tiene que resolver la Cámara).

El imputado habría sorprendido a Ailín en una oficina de la planta alta del comercio, tras haber dañado la puerta que da a la terraza, a la que se presume que llegó trepando al techo por una vivienda lindante. Por ese acceso también habría escapado.

La investigación logró determinar que el acusado tenía pleno conocimiento del lugar porque sorteó todos los ingresos convencionales y con cámaras de seguridad del comercio.

Al resolver su situación procesal, el juez Zabala le atribuyó un delito que prevé prisión perpetua: homicidio calificado por haber sido cometido con alevosía.

Consideró acreditada la autoría de Faria y que el accionar desplegado “colocó a la víctima en un estado de indefensión y además aseguró la ejecución del hecho sin riesgo alguno para sí”.

Como parte de la prueba recolectada, se añaden las municiones calibre 22 secuestradas en la casa del imputado (compatibles con las que se utilizaron para asesinar a Ailín); las dos denuncias que hizo la víctima contra Faria (una por un presunto autorobo, y la otra, porque habría cobrado un dinero en nombre del comercio de la denunciante); y las declaraciones testimoniales, que refieren a una relación muy conflictiva.

Un testigo expresó que Faria nunca la respetó, que solía decir “a mí esta pendeja no me va a mandar”, y que el despido llegó porque había perdido la calidad de “empleado de confianza” que tuvo durante más de una década con el padre de la joven.

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