Casi ciega, es obligada a trabajar

Casi ciega, es obligada a trabajar

Elisa Roa es una trabajadora del Lucio Molas, quien quedó ciega como consecuencia de la diabetes que padece. Su retiro por discapacidad se demora y, debido a que se le acabaron las licencia, la obligan a ir a trabajar.

 

Elisa Roa (56) es una trabajadora de la cocina del Hospital “Dr. Lucio Molas” que desde hace casi un año viene perdiendo la vista poco a poco como consecuencia del grave caso de diabetes que sufrie: ahora, está casi ciega y las autoridades del lugar la obligaron a que se presente a trabajar a pesar de que están al tanto de la situación.

De acuerdo a lo que contó ayer la mujer en diálogo con El Diario, padece la enfermedad desde hace unos 20 años. Pero en el último tiempo se le agravó. De hecho, actualmente está tramitando un retiro anticipado por discapacidad.

Pese a lo avanzado de su enfermedad, Roa contó que hace unos días recibió una nota firmada por la directora general de personal, la médica Liliana Isabel Simons, en la que se la instaba “a volver a trabajar si no quería recibir sanciones”.

En ese momento, contó, su hija la llevó a Casa de Gobierno donde fue atendida por la propia doctora Simons. La intención de Elisa Roa era mostrarle “de cuerpo presente que no eran mentiras” lo que ella planteaba, y que realmente se encuentra imposibilitada de trabajar.

“No es que no me presento a trabajar porque no tengo ganas, o porque tengo ganas de quedarme a dormir en mi casa. No veo, doctora”, destacó que le dijo a Simons. Igual, no obtuvo ningún tipo de respuestas.

“No sé cómo pueden pretender que vaya a trabajar, a no ser que vaya, fiche, y me quede sentada ahí. Yo no puedo tener a mi familia (acompañándola) las seis horas que me están pidiendo que tengo que cumplir”, destacó Roa.

Hasta el momento en que recibió la nota en la que la obligan a volver a desempeñar tareas en el Hospital Lucio Molas, 

Roa había tenido diversas carpetas médicas por “largo tratamiento”, pero se le vencieron.

Cuando se acercó para informar de sus padeceres a la oficina de Personal del Hospital, la opción que le dejaron fue una pequeña “trampa” al sistema. Un abusurdo: “me dijeron que empezara a pasar carpetas por atención familiar, lo cual es ridículo porque me encuentro imposibilitada de asistir a otra persona a raíz de mi ceguera”, contó.

Aun cuando Roa aceptara esta salida tangente, no puede pasar la carpeta de “atención familiar” porque no hay ningún médico que la firme. “Con justa razón, porque estarían haciendo las cosas mal”, aceptó la mujer.

Enfermedad crónica

Elisa Roa padece diabetes desde hace veinte años, pero en el último tiempo la enfermedad se le ha agravado. El 27 de septiembre de 2013 perdió casi completamente la visión. Sin embargo, las consecuencias fueron progresivas y aún en ese estado de detioro visual igual iba a trabajar.

El calvario de Roa por los pasillos de la burocracia del Estado pampeano ha sido largo e intrincado. A causa de la enfermedad, recibió siete operaciones, con la esperanza de salvar la visión del ojo derecho, debido a que el izquierdo ya lo perdió en la primera operación.

“Necesitaba una válvula para operarme, pero como tardaron mucho en autorizarla en el Sempre, tuve que pagarla yo misma porque sino no me podían realizar la intervención en la Clínica del ojo”, relató.

Su familia fue quien pagó los cinco mil pesos que costó el aparato y aún lucha para que el Sempre le reconozca ese gasto y le reintegre el dinero.

La situación de su salud la llevó a tener obvias dificultades en el trabajo. Por eso solicitó días de descanso, pero le fueron negados por su jefa de entonces, Mirta Tassone. Debió intervenir un psiquiatra para que le dieran una licencia por stress.

El Sempre también tardó en autorizar unas vacunas que necesitaba y las válvulas para las distintas operaciones llegaron dos meses después de que fueran solicitadas.

Soluciones intermedias

La solución intermedia que le brindó el Hospital Molas -después de varias idas y vueltas, fue una jornada reducida, de seis horas. “El problema es que desde que quede casi ciega en septiembre del año pasado, no puedo movilizarme sin asistencia...es por eso que comencé a tramitar el retiro por incapacidad”, apuntó.

“Tengo todo los trámites iniciados para el retiro por discapacidad. Y me tienen de un lado para el otro. Fui a hablar a personal, con la doctora Simmons, que es la jefa de personal de la provincia, y no sé cuál es el protocolo...por qué tarda tanto. Yo no puedo volver a trabajar”, subrayó.

Su enfermedad está tan avanzada, que incluso ayer necesitó de la asistencia de una nierta para apoyar el dedo en la máquina de fichaje.

“Me dijeron que llamara hoy (por ayer) temprano al jefe de personal. Yo llamé y me atendió una secretaria. Yo le dije que iba a venir a fichar hoy (por ayer), como correspondía. Que no puedo trabajar, pero que iba a venir a fichar, porque yo tampoco puedo permitir que por culpa de eso yo me quede sin trabajo.Yo tengo que justificar por qué no vengo a trabajar, por eso vine a fichar”, insistió ayer Roa en diálogo con este diario.

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