Carta blanca para la policía paulista

Carta blanca para la policía paulista

La sentencia suspendida, de un juez de primera instancia, prohibía a la policía de ese estado, el más poblado de Brasil, reprimir con balas de goma a los manifestantes y restringía el uso de armas no letales, como los gases lacrimógenos.

El Tribunal de Justicia de San Pablo suspendió ayer una sentencia de un juez de primera instancia que prohibía a la policía de ese estado, el más poblado de Brasil, usar balas de goma para reprimir manifestaciones y restringía el uso de otras armas no letales como los gases lacrimógenos, por considerar que esas disposiciones amenazan la seguridad pública.

El Ministerio Público anunció que presentará un recurso ante el tribunal por considerar que esta decisión le da carta blanca a la policía para actuar de forma indiscriminada contra los manifestantes. Según la organización no gubernamental Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), la Policía de San Pablo es una de las más violentas del país.

De los 3345 homicidios dolosos atribuidos a policías el año pasado en todo Brasil, 1493 (45 por ciento) fueron responsabilidad de agentes de los estados de San Pablo y de Río de Janeiro.

La decisión del tribunal de segunda instancia también dejó sin efecto la multa por ocho millones de reales (unos 2,5 millones de dólares) que un juez de San Pablo le había impuesto a la gobernación regional como indemnización por daños colectivos por la violencia excesiva de la policía en la represión de las protestas. La sentencia y la multa suspendidas fueron impuestas en octubre pasado por el juez décimo de Hacienda Pública de San Pablo, Valentino de Andrade, en un proceso abierto por el Ministerio Público para intentar reducir la violencia con que la policía usualmente reprime manifestaciones en este estado brasileño.

El proceso fue impulsado tras las denuncias de violencia policial en las multitudinarias manifestaciones que se registraron en Brasil en 2013 y por casos de personas que perdieron un ojo o sufrieron graves heridas tras ser impactadas por balas de goma en protestas.

Además de prohibir que los policías utilicen las balas de goma para reprimir o dispersar manifestaciones, el magistrado de primera instancia también había restringido el uso de otras armas no letales, como gases lacrimógenos o bastones extensibles, a situaciones “excepcionales” como en el caso en que “la manifestación pierda totalmente su carácter pacífico”.

Los magistrados del Tribunal de Justicia de San Pablo consideraron que las restricciones a la policía amenazan la seguridad pública. De acuerdo con el magistrado Paulo Dimas Mascaretti, el relator del caso, la suspensión de la sentencia es necesaria ante “la potencialidad lesiva de la decisión para los intereses públicos consagrados en la ley, como el orden, la salud, la seguridad y la economía públicas”.

A pesar de la prohibición que la Justicia había impuesto al uso de ese tipo de proyectiles, la Policía Militar de San Pablo hirió el miércoles pasado con un balazo de goma a una fotógrafa del diario Folha de Sao Paulo. Al mismo tiempo que la ONU analizaba una denuncia de violencia policial contra manifestantes en Brasil, la Policía Militar hirió en el abdomen a la reportera gráfica Marlene Bergamo, mientras cubría el desalojo de un predio ocupado por familias sin techo.

Bergamo declaró que recibió un disparo luego de identificarse como una profesional de prensa y haber alzado los brazos ante la proximidad de los efectivos de la policía paulista. El hecho ocurrió en la madrugada del miércoles, un día después de que la Justicia ordenase que las fuerzas de seguridad paulista no utilizasen balas de goma al actuar contra manifestantes.

Una encuesta publicada por el diario Folha consignó que el 70 por ciento de los brasileños les teme a los excesos de la policía. Entidades humanitarias denunciaron a la Policía Militarizada ante la ONU luego de que esa fuerza de seguridad baleara en un ojo a una estudiante de 19 años, que perdió la vista el 31 de agosto en San Pablo. Ese mismo día la policía paulista golpeó a un reportero de la cadena británica BBC, quien contó que los efectivos lo atacaron pese a que les mostró su credencial profesional.

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