Carlos Spadone: "Si el peronismo se une le gana a Macri en el 2019"

Carlos Spadone:

Con la reciente publicación de su autobiografía “La culpa la tuvo el chancho” (Planeta), el empresario y político que fuera asesor de Carlos Menem habló con Infobae de su vida, la actualidad política argentina y dijo que Uñac, Massa y Pichetto podrían ser los candidatos del peronismo el año próximo.

Dice que no fue presidente porque no lo dejó Menem. Que el escándalo de la leche importada, por el que estuvo procesado por corrupción, fue la excusa que necesitaban para alejarlo definitivamente del sillón de Rivadavia. En 1991, siendo asesor del presidente, una de sus empresas ganó la licitación para distribuir leche en comedores escolares y, para reducir costos, trajo leche de Europa pese a que el pliego decía que debía ser un producto nacional. Y todo se destapó cuando, de las casi 2.000 toneladas de leche en polvo que trajo, alrededor de 50 fueron declaradas como no aptas para el consumo humano. Se decía que venían contaminadas de Chernobyl.

Carlos Spadone hizo un imperio a partir de una esponjita de acero para lavar la vajilla. Las vendía junto con el hermano en las ferias de barrio cuando todavía eran unos chicos que andaban en bicicleta y recién se probaban los pantalones largos. Mucho tiempo después, tendría el 49% del control de Virulana. Con decisiones arriesgadas, un talento especial para reconocer negocios y una fuerte vocación política llegó a convertirse en un actor principal en la clase dirigente empresarial.

Es dueño de numerosas empresas en distintas áreas: desde logística hasta agro. Dirigió medios de comunicación, tuvo teatros —hoy mantiene el Lola Membrives—, bodegas, estancias. Invirtió en destinos turísticos y hasta en la instalación de un satélite. Fue uno de los primeros en ver el potencial en los acuerdos con China; durante años, de hecho, fue presidente de la Cámara Argentino-China de la Producción, la Industria y el Comercio.

Dice, sin embargo, que su mayor error político no fue el affair de la leche, sino el haber aparecido en la portada de una revista con la banda presidencial: "El que quiere ser presidente tiene que saber callarse", dice. "Cuando pasó lo de las valijas de Amira, Menem llamó al juez. El tema de los guardapolvos de Bauzá duró una semana. Él levantaba el teléfono. Pero para mí no lo hizo." Varios años después, ya durante el gobierno de Néstor Kirchner, Spadone fue absuelto.

“La culpa la tuvo el chancho”, la autobiografía de Spadone

Un empresario peronista

Hace algunas semanas publicó La culpa la tuvo el chancho (Planeta), una autobiografía que refleja, a la vez, el tono y el ritmo de los últimos 50 años de la Argentina. Es un libro dinámico y con una cierta desprolijidad en la narración que lo hace, incluso, más entretenido, como si hubiera sido dictado antes que escrito.

Por allí aparecen los actores principales de la política nacional como Eva, Perón, Frondizi, Isabel, López Rega, Menem, Cavallo, Alfonsín, Cafiero, Macri, pero también personajes del teatro y la televisión, empresarios, deportistas, etc. Tal vez Spadone haya sido el primero en unir a todas esas personalidades tan disímiles; hoy, un hecho frecuente.

Pero, sobre todo, en un país donde la clase empresaria y la política se miran con recelo, Spadone es uno de los pocos que reúne esos dos universos. "Los políticos no tienen que aprender de los empresarios; es al revés, los empresarios tienen que aprender de los políticos", dice. "Veamos el caso de Macri: fue empresario, ahora está en la política y realmente se encuentra perdido".

Spadone es un empresario político, pero, sobre todo, es un empresario peronista. Ligado sentimentalmente al Partido Justicialista desde los tiempos de Eva Perón —ella le consiguió un puesto de cartero cuando era un adolescente—, entre 1969 y 1973 estuvo con Juan Perón en la residencia de Puerta de Hierro (España). Allí pasaban horas y horas, allí pensaban el presente y el futuro de la Argentina, allí recibieron el cadáver de Eva y allí también se eligió a Cámpora como el candidato que, tras 18 años de exilio, le daría la bienvenida a Perón.

Spadone junto a Perón, López Rega y Milo Bogetich (Archivo personal de Carlos Spadone)

"Perón había hablado con Jorge Paladino, que era el secretario del partido, pero Paladino se les cruzó a Isabel y a López Rega, y entonces Perón me dijo que había buscar un sustituto. Quería que le llevaran una terna para que él eligiera al candidato. Así que viajé a Buenos Aires para armarla. Lorenzo Miguel y las 62 Organizaciones propusieron a Cafiero y en el peronismo tradicional mencionaron a Jorge Taiana."

Con dos de los tres nombres definidos, Spadone siguió buscando cómo cerrar la nómina hasta que un día se lo encontró a Cámpora en la Central Peronista, que quedaba en la calle Chile. "¡Estaba barriendo! Cámpora era un hombre muy atento, muy servicial, pero no podía creer que Paladino lo tuviera barriendo. Lo anoté tercero y le llevé la lista a Perón. Y cuando él ve los nombres, me dice 'Cafiero, este tanito… las cosas que ha hecho en el 52, no me gusta'. Después lee el nombre de Jorge Taiana: 'Es un gran estadista; es el mejor'. Y después, Héctor Cámpora: "¿Usted lo eligió? Lo felicito, siempre acierta. Es un obsecuente. Vamos a hacer lo queremos nosotros de él'. Y así fue."

Se reunieron en París y se acordó que, una vez que Cámpora fuera presidente, renunciaría para llamar a elecciones y así podría presentarse Perón.

Cámpora fue presidente en 1973 y renunció para que Perón pudiera llegar al poder (CEDOC)

—¿La amnistía de Cámpora a los presos políticos tenía el aval de Perón?

—No, para nada. Estaba indignado. Cuando se enteró que abrían las cárceles y salía todo el mundo me dijo "Se da cuenta por qué tenemos que sacarlo a Cámpora".

—¿En qué medida Perón alentó a Montoneros?

—Los Montoneros eran muchachos más de derecha que el peronismo —que siempre fue un partido más bien de centro— y fueron a buscar a quien podía ayudarlos a llegar al poder. Un día, antes de las elecciones, Perón llamó a Cámpora para que fuera secretario general del partido y él se negó porque había que hacer mucho trabajo. Entonces, Cámpora me propuso a mí ser secretario, pero me dio un poco de impresión, me dio miedo y me excusé. Al tiempo, Perón me dijo que el secretario iba a ser Abal Medina. "Pero, General, es un muchacho de mi edad", le dije. "Sí, pero él va a ocupar la silla que usted no quiso ocupar".

 Ni Kirchner ni la señora eran guerrilleros. Estudiaron en La Plata y se fueron a una pequeña provincia donde el tuerto es rey

—¿Por qué el kirchnerismo retomó la figura de Cámpora?

—Ni Kirchner ni la señora eran guerrilleros. Estudiaron en La Plata y se fueron a una pequeña provincia donde el tuerto es rey. Nosotros competimos contra Kirchner y Menem se bajó. Para mí, Menem debería haber seguido, en política nunca se sabe hasta el final. Por ahí arañábamos el 45%: no ganábamos, pero habríamos tenido más representación en las cámaras. Qué pasa: viene Kirchner a Buenos Aires y se encuentra que no tiene en quién respaldarse. Entonces inventa lo de las Madres de Plaza de Mayo y se va a la izquierda. No era un hombre de izquierda, pero se identificó con eso porque era donde se podía identificar.

Cómo rearmar el peronismo

Spadone mantuvo un vínculo estrechísimo con el peronismo. En su libro cuenta que, tras la muerte de Perón, él le dijo a Isabel que se estaba gestando un golpe y que iba a caer a comienzos del 76. "Era un golpe cantado por la calle", explica. "Arguindegui era el jefe de policía; Massera y Videla ya estaban en el gobierno. En diciembre del 75, Martínez de Hoz viajó a Estados Unidos para ver cómo arreglar los problemas económicos cuando fuera ministro de Economía después del golpe."

En ese tiempo, luego de salvar la vida en un procedimiento militar, Spadone bajó el perfil y, aún siendo secretario general del partido, se dedicó con más fuerza a su perfil empresarial. Recién cuando Lorenzo Miguel salió de la cárcel, Spadone volvió a la actividad política y ayudó a rearmar el peronismo con miras a la elección de 1983.

"En aquel momento puse fuerza, trabajo, dinero", dice. "Podría haber dicho 'Yo voy a ser el presidente', pero no me sentía así. Respeté la trayectoria de Lúder y Bittel." Si la fórmula peronista ganaba la presidencia, el intendente de la ciudad de Buenos Aires, que en ese entonces era designado por el Ejecutivo, iba a ser Spadone. "De alguna manera podría haberme pasado lo mismo que a Macri", dice.

Herminio Iglesias prendiendo fuego al cajón de la UCR

—Usted le echa la culpa a Cafiero de la derrota ante Alfonsín.

—Totalmente. Cafiero quería ser presidente y no quiso ser gobernador de Buenos Aires. Si era candidato en la provincia, con sus votos arrastraba la elección de Lúder.

—¿Por qué no le pone el peso a Herminio Iglesias? Él quemó el cajón de la UCR en el acto de la 9 de julio y decía aquellas frases desafortunadas como "Conmigo o sinmigo vamos a ganar". El porteño de clase media lo consideraba un ignorante.

—Herminio posiblemente no tenía la instrucción de quien ha ido a la universidad, pero era un tipo de ley. Fue el mejor intendente que tuvo Avellaneda. Además, salió de la misma manera que entró. No coimeó a nadie, era un tipo derecho. Esto tiene que ver más con la política que con aquellos símbolos: Cafiero no tendría que haber sido egoísta y haber ido a la provincia de Buenos Aires. Si él iba a la provincia, ganábamos.

—Lo raro es que, cuatro años después, Cafiero sí va por la provincia y gana. ¿Ahí comienza la campaña de Menem?

—En el 88 nos juntamos con Menem para ver quién iba por la presidencia. Yo había sido secretario político del partido y tenía más conocimiento por la política, por la empresa, por los teatros. Menem era un hombre del interior, de una provincia chica como La Rioja, tenía esa figura que se le reconocía como a Facundo Quiroga. Nos encontramos y él me dijo que respetara la jerarquía, que él era 7 años mayor que yo. Cuando le ganamos la interna a Cafiero ya sabíamos que iba a ser presidente.

Menem-Duhalde, una cuestión de altura

—¿Es cierto que Duhalde se convirtió en compañero de fórmula porque era más bajo que Menem?

—Menem le prometió a Rousselot que iba a ser su vicepresidente, pero un día se dio cuenta tenía mucha pinta, era muy alto y hablaba muy bien. Entonces me dijo: "Qué te parece si lo llamamos a Duhalde, lo traemos con nosotros y le prometo la vicepresidencia". Estábamos en la interna y Duhalde estaba con Cafiero. Yo le dije que no me parecía. "Pero es más petiso que yo", me dijo. Al final, fue importante por los votos que trajo.

—¿En el 89 el peronismo lo volteó a Alfonsín?

—¡No! El gobierno de Alfonsín venía muy mal, pero nosotros no creíamos que se iba a ir antes. Los radicales inventaron la caja PAN —las siglas de Plan Alimentario Nacional—, que tenía catorce alimentos para las familias y se repartía en aviones hércules. Perón decía que al trabajador había que darle la caña; Alfonsín le dio el pescado. La caja PAN se hacía muy mal, había robos y coimas, y yo me presenté con una caja a diez dólares: gané la caja PAN y la hice durante seis años. Cuando a finales del gobierno de Alfonsín empiezan los grandes problemas, que asaltan los supermercados y todo lo demás, Cafiero hace una reunión en el Hotel Presidente con los intendentes de la provincia y me piden que redoble la producción de la caja PAN. Yo me endeudé, pero saqué el doble de cajas. Me quedaron debiendo 69 millones de pesos de entonces, que me los pagó Menem a los premios.

 ¿Voltear al gobierno de Alfonsín? De ninguna manera. Como de ninguna manera hay que estar en contra del gobierno de Macri, a pesar de todos los errores que comete

—El kirchnerismo siempre habló del golpe económico que se le hizo a Alfonsín.

—De ninguna manera. Nosotros queríamos que Alfonsín terminara. Perón decía que a los radicales hay que ayudarlos a terminar su gobierno, porque después veníamos nosotros con más fuerza y arreglábamos todo. Y no se equivocaba. Estábamos la campaña de Menem y sabíamos que éramos los que íbamos a venir. Estábamos totalmente convencidos de que era nuestro momento. Pero ¿voltear al gobierno? De ninguna manera. Como de ninguna manera hay que estar en contra del gobierno de Macri, a pesar de todos los errores que comete.

—Pero una vez que Alfonsín dijo que entregaba el poder de manera anticipada se terminaron los saqueos.

—Posiblemente la gente, esperanzada por un nuevo gobierno creería que iba a ser protegida de otra manera. Pero lo que frenó mucho esos saqueos fue la caja PAN. Esos dos meses de tanto disturbio multipliqué las cajas y la gente tenía para comer.

El presidente Raúl Alfonsín camina por los jardines de la Quinta Presidencial de Olivos conversando con Carlos Saúl Menem, tras el denominado Pacto de Olivos, en 1989. Autor: Víctor Bugge

Las críticas a Menem: el servicio militar y el pacto de Olivos

—¿Por qué estuvo en contra la derogación del servicio militar obligatorio?

—No habría tanta gente limpiando vidrios ni robando en la 9 de Julio.

—En aquella época, el ejército estaba quebrado. El número bajo para no entrar en la conscripción en el 91 era por arriba del 700: era una parte muy menor de los chicos los que la hacían.

—Pero otra cosa es que no exista. La gente del interior, que es muy pobre, entraba en el ejército y allí le iban a dar ropa, comida, iban a aprender.

—Bueno, en aquel momento dejó de ser obligatorio y pasó a ser voluntario.

—Pero qué pasa: Menem se encargó de que el ejército fuera más reducido. Todos los gobiernos que vinieron castigaron al ejército. Hoy no tenemos ejército.

—Con un ejército que se convirtió en un partido político, ¿no era como tener al enemigo en casa?

—A esa gente hay que combatirla, lógicamente. Yo quiero un ejército democrático.

 Yo creo que el ejército siempre estuvo influenciado por políticos y, sobre todo, por el radicalismo y los partidos de extrema derecha que iban a golpear a los cuarteles para tirar al gobierno democrático

—Alfonsín, Menem y Kirchner, de alguna manera, desmantelaron ese partido político opositor que era el ejército.

—Es una interpretación; yo nunca lo he interpretado así. Yo creo que el ejército siempre estuvo influenciado por políticos y, sobre todo, por el radicalismo y los partidos de extrema derecha que iban a golpear a los cuarteles para tirar al gobierno democrático.

—También es crítico con el pacto de Olivos.

—Es que aumentó el presupuesto el 33%. Menem, con esa ambición tan grande de querer seguir siendo presidente y tener la reelección, arregla con Alfonsín que haya un senador por provincia más.

—El radicalismo sabía que perdía, pero metía un senador por la segunda minoría.

—Claro: aunque pierda siempre mete uno. Alfonsín era inteligentísimo. Pero eso aumenta el 33% los gastos del Senado, un gasto realmente inútil. Fue la ambición de Menem y la viveza de Alfonsín.

La carrera al 2019

Spadone dice que su mujer y sus hijos votaron a Macri, pero, que, en realidad, el voto de la mayoría no fue por la fórmula de Cambiemos sino en contra de Cristina. "La mayoría creía que iba a haber un cambio, pero se le fue el gobierno de las manos", dice.

—¿Quién gana en el 2019?

—Si el peronismo se une le gana a Macri.

—¿Detrás de cualquier persona?

—No. Estoy tratando de hacer reuniones con gente que me parece potable, inteligente, que puede gobernar para la gente. Hay gobernadores como Uñac en San Juan y Schiaretti en Córdoba, que tienen gimnasia política.

 Los peronistas lamentamos la muerte de De la Sota porque podría haber sido uno de los que tenía que ir a la interna

—¿El envión que tuvo Cristina con la muerte de Néstor Kirchner es el que podría tener Schiaretti con la muerte de De la Sota?

—No, de ninguna manera. Los peronistas lamentamos la muerte de De la Sota porque podría haber sido uno de los que tenía que ir a la interna. El gallego era uno de los que tenía que estar en esa mesa.

—¿A quién le pondría una ficha?

—Como dije: a Uñac, a Schiaretti. También a Pichetto.

—¿Massa?

—Puede ser. Años antes me llamó para preguntarme si lo veía como candidato a presidente. Yo le dije que todavía era joven, pero que podía ser gobernador de la provincia y Scioli presidente. No me hizo caso ninguno de los dos.

—¿Scioli podría ser candidato?

—Ya no.

Spadone en diálogo con Infobae

—Usted tiene 81 años. ¿Cómo le gustaría ser recordado?

—Como un peronista que pensó en su país. Yo quiero a la Argentina y me mato para que hagan las cosas bien, pero es muy difícil. La ambición de la gente es muy difícil.

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