Carlos Soria, final de juicio

Carlos Soria, final de juicio

La fiscalía acusa a Susana Freydoz por homicidio. La defensa sostiene que el disparo ocurrió porque ella intentó suicidarse y Soria quiso evitarlo. Y además la considera “inimputable”. Los celos y un matrimonio tortuoso. Los testimonios de los hijos y las amigas.

Por Emilio Ruchansky

Luego de las audiencias por la muerte del gobernador electo de Río Negro, Carlos “El Gringo” Soria, la única acusada, su esposa Susana Freydoz, afrontará el próximo miércoles los alegatos en los que se conocerá la pena propuesta por la fiscalía. “Ese día, cuando sepamos el encuadre legal exacto que le imputan, vamos a decidir nuestra estrategia. Nosotros discrepamos en dos aspectos con la elevación a juicio: el hecho en sí mismo, el supuesto homicidio, y sobre la imputabilidad de Freydoz”, explicó Alberto Riccheri, defensor de Freydoz. Más allá de las pruebas testimoniales, que describen la relación tortuosa entre ambos, en la última audiencia, el 29 de octubre pasado, el médico forense Cristóbal Heredia afirmó que el disparo que recibió Soria fue realizado a una distancia entre 70 centímetros y 2 metros, lo que descarta que mediara un forcejeo entre ambos.

El juicio oral incluyó 31 declaraciones durante siete jornadas marcadas por el intento de preservar la intimidad de la familia Soria. Su hija y yerno, por ejemplo, solicitaron el derecho a declarar sin medios presentes. Sólo Martín, el mayor de Soria e intendente de General Roca, permitió que su audiencia fuera presenciada. “Debo rendir cuenta de mis actos a la gente. Soy un funcionario”, dijo entonces. Dentro de la sala, señaló que su madre tenía “celos enfermizos” y aseguró: “Mi viejo jamás le tocó un pelo a mi vieja, hubiese sido imposible. No tenía nada que ver con su personalidad”.

Martín Soria explicó a la Cámara Penal en lo Criminal de General Roca que el arma, un Smith & Wesson calibre .38, que pertenecía a su abuelo paterno, estaba en el cuarto matrimonial porque su papá la “llevaba siempre con él más por sentirse seguro que por seguridad. No creo que nunca la haya usado para disparar”. El intendente llegó luego del incidente en esa casaquinta donde los Soria recibieron el Año Nuevo y donde sólo se encontraba el matrimonio, María Emilia, su hija, la pareja de ésta y dos guardias. “No me voy a olvidar nunca de esos ojos... era como un perro que acababa de morder... nunca le había visto esa mirada”, dijo durante la audiencia.

La acusada se negó a declarar y su presencia durante el juicio fue intermitente, ya que usó el derecho de permanecer en una sala contigua. Sus amigas, Cristina Pereyra de Müller y Stella Maris Bonet, abonaron el semblante de una mujer celosa y obsesionada que dejaron los hijos de la pareja. “Ella estaba enceguecida”, afirmó la primera, que acompañó en una oportunidad a su amiga hasta un acto político en la localidad de Cervantes para confirmar que Soria estaba allí. “¿Estás conforme? Vámonos de acá, Susana. Y empezá un tratamiento”, le dijo entonces, según declaró.

“Ni loca se lo dejo a otra”, le habría dicho Freydoz, cuando su amiga le aconsejó que se divorciara. Algo similar le habría respondido a uno de sus cuatro hijos, según surge de las declaraciones en la instrucción del caso: “Con 60 años no me voy a separar. Ustedes no se van a hacer cargo de mí y él se va a ir con una pendeja”. Según relató Müller, su amiga revisaba los llamados del celular de su esposo. Incluso esta testigo afirmó que pudo ver en la chacra de Paso Córdoba, donde murió Soria, un listado con los datos de las comunicaciones del gobernador.

Según Stella Maris Bonet, otra amiga íntima, los días previos al hecho la acusada “estaba rara, triste”. “Ella creía que había un complot para encubrir a Carlos, que lo cubrían en el municipio; hasta pensaba en contratar un detective”, dijo una amiga del matrimonio, Elsa Romagnoli, y dio un dato que detonó la situación: diez días antes de año nuevo había encontrado un mensaje de texto en el teléfono de su marido y eso empeoró todo. Según relató, el mensaje decía: “A pesar de todo, te sigo extrañando”. Estaría dirigido a una kinesióloga, amante de la víctima.

Con este panorama, la defensa de Freydoz apuesta a desvirtuar la idea de que se trató de un homicidio. Podría argumentar que la acusada intentó suicidarse y Soria, al intentar evitarlo, recibió por accidente el disparo. “Vamos a basarnos en tres entrevistas que dio a los peritos psiquiatras. El perito oficial dijo que le pareció bastante sincero el testimonio de Susana. Vamos a mostrar por las características del arma y el estudio de las heridas que no fue como se dijo en la instrucción, que ella apuntó y disparó sobre alguien semidormido. Hubo una discusión”, dijo el defensor.

Sobre este punto específico, el yerno de la acusada, Mariano Valentín, contó que en la cena de Nochebuena, Freydoz estaba silenciosa, bebiendo sin hablar e interrumpiendo la charla de los demás sólo para reprochar a Soria. La idea de que se trató de un episodio de emoción violenta, agregó Riccheri, no se debe limitar a analizar el comportamiento de esa noche sola. “Más allá de las discrepancias entre los peritos, la normativa no es tan estricta y los avances sobre la valoración del estado de la mente son muchos, no es como hace 50 años”, dijo el abogado defensor, quien apuesta a la “sumatoria” de factores.

Freydoz está internada, por el momento, en el área de Salud Mental del Hospital de Cipolletti. Uno de los especialistas que la consideró inimputable no declaró en el juicio para preservar el secreto profesional. Se trata del ministro de Gobierno provincial y psiquiatra de la acusada, Luis Di Giácomo. Sin embargo, dijo a los medios: “Freydoz padece un trastorno esquizoafectivo con delirio celotípico, es un trastorno mental que provoca pérdida de contacto con la realidad, oscilaciones del estado de ánimo y dificultades en la relación con los demás”.

Para el perito oficial Ricardo Risso, la acusada fue acumulando agresividad y violencia a lo largo de una relación traumática con su esposo y hubo emoción violenta, lo que pude resultar un atenuante a la pena de homicidio, pero la mujer no es inimputable. Es que a diferencia de lo planteado por la defensa, tanto Risso como el psicólogo Alejandro Blanes Cáceres, del cuerpo médico forense del Poder Judicial de Río Negro, no se trata de celos que incluyan “delirios”, pero sí obsesiones, por lo que podía distinguir la realidad y sus actos.

El próximo miércoles, desde las 9, la fiscal Laura Pérez, que no cree que Freydoz sea inimputable, revelará el monto de la pena y los cargos. La acusada llegó a juicio oral por “homicidio calificado por el vínculo, agravado por la utilización de un arma de fuego”, tal como sostuvo el fiscal de instrucción, Miguel Fernández Jahde. Las pruebas científicas, hechas en un laboratorio de la Gendarmería en Salta, no benefician la teoría esbozada por la defensa. “Vamos a discutir la mecánica del hecho que plantean esos peritajes, va a demandar esfuerzos de interpretación pero tenemos muchas pruebas”, confió Riccheri.

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