Capitanich: la frenética rutina del nuevo hombre fuerte del Gobierno

Su hiperactividad sacudió el interior del oficialismo y genera recelos; un mix de ejercicio físico, dieta y un gato que da suerte
Ahí yace imperturbable, contra un ventanal, en la antesala de su despacho. El "gato de Coqui", como lo llaman, ya es objeto de veneración en la Casa Rosada. A tal punto que le arrojan a sus pies billetes, con la mismísima firma de su donante, para tentar la suerte de un destino exitoso. En la lista de devotos, está, claro, su amo: Jorge Capitanich, el nuevo hombre fuerte del Gobierno.

La historia del felino, una artesanía de barro cocido que le regalaron en un viaje en el interior de su provincia, condensa la metáfora del ascenso intempestivo en las escalinatas del poder, que ahora enfila hacia 2015. Lo sabe el círculo íntimo de chaqueños que lo acompaña en su última cruzada. El gato fue un obsequio al entonces gobernador, que tomó como amuleto uno de sus secretarios, Diego Bernachea. No habían pasado 24 horas que el colaborador fue catapultado, sin escalas, a ministro de Desarrollo Social provincial, una fugaz entronización que cimentó el mito del animal.

No de casualidad llegó a la Jefatura de Gabinete, en una de las cajas que embalaron desde Resistencia. La irrupción de Capitanich sacudió el interior del oficialismo, envuelto en un clima de intriga y pasividad que se prolongó durante la licencia médica de Cristina Kirchner.

La vorágine y la centralidad que imprimió a sus primeros diez días de gestión comenzaron a generar recelos internos y abren un desafío hacia adelante. "Está sobregirado", resopla un funcionario. Otros, en silencio, están convencidos de que bajará su perfil cuando recupere protagonismo la Presidenta, y vuelva a hacer girar las cartas para quedar, como siempre, en el vértice de la exposición.

"Salvando las diferencias, esto me hace acordar a la semana loca de Rodríguez Saá, cuando desfilaba un montón de gente por el Gobierno", recuerda un hombre del PJ, con sillón en Balcarce 50. En una agenda frenética, el jefe de Gabinete mantuvo encuentros con ocho gobernadores, encabezó una mesa con empresarios y sindicalistas, visitó el Congreso, recibió a la mayoría de los funcionarios y estableció metas de gestión, convocó a líderes opositores como Mauricio Macri y Antonio Bonfatti, y ayer, sábado, hizo una ronda por museos nacionales, acompañado por el secretario de Cultura, Jorge Coscia.

La hoja de ruta, hasta ahora casi exclusivamente puertas adentro de la Casa Rosada, también incluye traspasar la frontera de Buenos Aires. Hoy, casi seguro, volará a Santiago del Estero para festejar una victoria del radicalismo K gobernante, y, pasado mañana, prevé viajar a Clorinda, en Formosa, junto al ministro de Salud, Juan Manzur, en una actividad oficial.

Metódico, se despierta todos los días a las seis. Hace actividad física, ahora una rutina más corta e improvisada que la que compartía junto a su entrenador personal, el "Negro" Camacho. Ni la práctica cotidiana de ejercicio ni el cuidado en las comidas son por azar. Capitanich está convencido de que nadie que quiera conducir un país puede darse el lujo de desarreglos. "Es la forma que tiene de reciclar energía y descargar tensiones", cuenta un amigo. Sólo se salió de sus reglas el jueves, cuando celebró sus 49 años con sus hijas Guillermina y Jorgelina, que lo recibieron con un menú de chipá y empanadas.

Camino a la Casa Rosada, desde su departamento de Palermo, hojea las síntesis de prensa con las principales noticias publicadas en los medios. Ni bien llega, prepara los ejes que buscará instalar en el día y camina rumbo a la sala de periodistas para hacer su primera aparición ante las cámaras, en un hábito inédito en la era kirchnerista. La modalidad, novedosa al principio, provoca dudas sobre su efectividad en el futuro. "No todos los días hay algo para comunicar", analiza un asesor.

Hasta ahora su atención está puesta en la economía. En su despacho hizo colocar una pantalla idéntica a la que tiene el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, para seguir online la recaudación y las variables más importantes. No lo dirá, pero, en privado, sostiene que el modelo necesita "retoques" con precisión de "ingeniero".

Más allá de su intento, en la oposición genera resistencia. Elisa Carrió, que lo calificó como "el más dulce de los corruptos", el miércoles pasado en plena sesión chicaneaba a miembros de la bancada peronista. "No se dan cuenta, pero Capitanich es el Cavallo de la Alianza", aguijoneaba.

Capitanich fue completando los casilleros más sensibles -los que implican el cuidado de su firma- con gente de su confianza, todos chaqueños. Como su segundo nombró a Carlos Sánchez, que hasta ahora reportaba en la AFIP. También sumó a Mónica Zorrilla (subsecretaria de Gestión y Empleo), Fabricio Bolatti (Secretaría de Evaluación Presupuestaria) y su secretaria Analía Alexandra Rach (coordinadora de la Unidad Ministro de la Jefatura de Gabinete). Trajo, como asesor jurídico, a Jorge Alcántara, y Néstor Avalle es su candidato a reemplazarlo en el directorio de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca).

"El tipo es una bestia, trabaja 17 horas por día", cuenta un colaborador. El mayor enigma en el kirchnerismo es cómo evolucionará el vínculo con la Presidenta. "Ella le tiene respeto intelectual y personal", sostiene un funcionario. Eso sí: también remarca que Cristina no siempre seguía los consejos económicos que Coqui le hacía llegar, cada vez que, a la distancia, le pedía una opinión. Se verá, con el tiempo, cuánto influye en la toma de decisiones..

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