La Cámpora avanza sobre las últimas áreas de influencia de Boudou

La Cámpora avanza sobre las últimas áreas de influencia de Boudou
Máximo Kirchner le declaró una guerra interna y ordenó recortarle espacio en el Correo y en Casa de Moneda.

Amado Boudou tiene un nuevo enemigo político declarado: es Máximo Kirchner, el hijo de la Presidenta, jefe de la agrupación juvenil K, La Cámpora. El vicepresidente sufre por estos días el asedio de funcionarios “camporistas” en los últimos dos organismos estatales en los que aun mantenía influencia: la Casa de Moneda, manejada por una de sus amigas, Katya Daura; y el Correo Argentino, presidido por otro de sus subordinados, Juan Claudio Tristán.

Los militantes que la cúpula de La Cámpora designó como autoridades de esos dos entes lideran “levantamientos” internos contra sus jefes, que complican la gestión, reconstruyó Clarín en base a fuentes oficiales.

El poder de Boudou entró en declive.

Fue marginado por Olivos debido a su situación judicial en la causa Ciccone, en la que está imputado por enriquecimiento ilítico y negociaciones incompatibles con la función pública.

En la Casa de Moneda, Daura debió relegar sus espacios de hegemonía frente al avance de su segundo, el “camporista” Esteban Kiper, con quien confronta de manera diaria. La interna entre ellos escaló de tal modo que afecta a la producción de billetes. La Casa de Moneda no puede cumplir entonces con su objetivo primario: abastecer la demanda de dinero del Banco Central, cada vez mayor.

El funcionamiento de al menos tres gerencias de la Casa de Moneda se vio además afectado por las internas: son las de Recursos Humanos, Planificación y, la más importante de todas, la de Producción. Quien manejaba esta última gerencia, el ingeniero Enrique Saliva, fue desplazado.

Saliva era leal a Daura. Conoce la trastienda de la trama del caso Ciccone porque participó de esa dinámica que mezcló intereses públicos con privados.

El conflicto entre Daura y Kiper –de Boudou con Máximo– profundiza el caos en la Casa de Moneda. El organismo está hoy custodiado por la Policía Federal, por ejemplo, porque el gremio UPCN inició una embestida contra el otro sindicato de “la Casa”: la Asociación del Personal de Economía y Hacienda.

¿La dirigencia siempre oficialista de UPCN actuaría de ese modo sin el apoyo de las autoridades de la Casa Rosada?

Más ejemplos del impacto de las internas: hace nueve meses que una máquina de impresión, llamada Onset, no imprime nada. Está rota y las autoridades no logran consensuar el mejor modo para iniciar el trabajoso mecanismo que supone comprar un repuesto.

El escenario que se vive en el Correo Argentino –el organismo que se ocupará de procesar la información de los comicios de octubre–, es similar al de Casa de Moneda.

Si bien su titular es Juan Claudio Tristán, en el directorio tiene cada vez más peso Vanesa Piesciorovski, de La Cámpora, allegada a José Ottavis. Este dirigente era un buen amigo de Boudou pero todo cambió tras el caso Ciccone.

Piesciorovski unió fuerzas con otro de los directores del Correo, Carlos Rossi, representante del sindicato Federación de Obreros y Empleados del Correo Oficial y Privado (FOECOP). Esa alianza se concentra en sofisticar el método para desgastar la figura de Tristán.

Lo están logrando.

La representante de la Cámpora frenó cualquier posiblidad de discusión salarial para los 17 mil empleados del Correo.

Los conflictos gremiales son permanentes.

El escenario es todavía más complicado porque el organismo está desfinanciado y suele pedirle ayuda económica a la ANSeS.

Por orden de Piesciorovski, los fondos que podrían usarse para darle aumento a los trabajadores del ente están trabados en algún laberinto burocrático.

Dos años después de asumir como vicepresidente, la buena imagen que Boudou tenía en las encuestas cambió en el sentido contrario. Ya no goza de la simpatía de sus jefes. Los sufre. Y, por ahora, resiste.

Comentá la nota