FMI, campo y ajuste, el "combo" del Gobierno para dar vuelta la crisis

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Se aceleró esta semana la suba del dólar y el riesgo país. El equipo económico no encuentra cómo recuperar la confianza

Argentina volvió a estar de moda esta semana en los mercados financieros, pero por los peores motivos. Se multiplicaron en los últimos días las compras de seguros contra default por parte de inversores internacionales. El negocio es a todo o nada: si el país se declara en bancarrota, es decir no puede hacer frente a los pagos de deuda, ellos cobran sumas millonarias. Para completarla, no son pocos los que "se venden" en bonos argentinos, es decir ganan en la medida que los precios caen.

El riesgo país volvió otra vez a los 700 puntos, acercándose a los máximos de hace un par de semanas. Esto aleja todavía más cualquier posibilidad de financiamiento, tanto para el país como para las provincias y las empresas. Pero hay excepciones como Mercado Libre, que consiguió USD 800 millones aún en este momento turbulento. Pero la realidad es que el gigante del comercio electrónico no es vista como una compañía argentina, sino que se valora su fuerte presencia en toda América latina. Esa diversificación le permitió escaparle a las masivas ventas que sufren incluso las principales empresas argentinas que cotizan en la Bolsa porteña y en Nueva York.

El ajuste en el precio de los bonos y de las acciones fue una señal adelantada de lo que sucedería con la actividad económica. A partir de las cifras de mayo y especialmente de junio se dio un verdadero "frenazo". No fue sólo el campo. También la industria y el consumo ya dieron muestras claras de atravesar una fuerte contracción.

 El Central optó por dejar que el dólar aumente sin poner en juego las reservas. Luis Caputo tiene que arreglarse con una manta corta y tiene que claro que una caída muy fuerte del stock de divisas generaría nuevos atanques especulativos

La recesión es profunda, incluso más que los últimos episodios registrados en 2016 y 2014. La duda ahora es cuánto durará. En el mejor de los casos, se apunta a una reactivación a partir del segundo trimestre, impulsada por la cosecha.

La última semana dejó una importante novedad. El Banco Central se mantuvo totalmente al margen del mercado cambiario, a pesar de la suba constante de la divisa. Luis Caputo, su presidente, comprendió que se las tienen que arreglar con una manta muy corta. Puede contener a la divisa a costa de perder reservas, o dejar que el dólar siga en alza pero cuida el stock. Por supuesto que el FMI le pide que implemente la segunda opción, es decir no utilizar los dólares que le presta para financiar la fugar capitales.

La experiencia de los últimos meses demostró que no sirve de nada "rifar" reservas en momentos en que se registra una fuerte demanda. Y que dejar desguarnecido al BCRA puede tener un efecto mucho peor que el aumento del tipo de cambio.

El deterioro adicional que sufrieron los activos argentinos el viernes dejó en claro -por otra parte- que poco tiene que ver la desconfianza sobre la situación local con Turquía, Brasil o cualquier otro cimbronazo que afecta a mercados emergentes. Por lo menos un 80% de todo lo que viene sucediendo desde abril es puro "efecto Tango".

Desde el BCRA están al menos por el momento lejos de alarmarse por el nuevo salto de la divisa. Desde que asumió Caputo (18 de junio), esgrimen, la suba del dólar en términos reales (es decir en relación a la inflación) fue de 3,6%. La lira turca se devaluó 21% y el real 8,7%. Claro que este cálculo no tiene en cuenta todo lo que ya había subido el dólar entre abril y junio.

 Por lo menos un 80% del deterioro que sufrieron los activos argentinos se explica en razones propias, un verdadero “efecto Tango”. Brasil, Turquía y la suba de tasas en Estados Unidos explican el otro 20%

En los últimos días quedó claro que el Gobierno no tiene muchas herramientas adicionales para responder ante este clima de desconfianza que se apoderó de Wall Street. Nicolás Dujovne señaló que "no hay magia" y hasta ninguneó el "road show" que un grupo de funcionario realizó en Nueva York. Y Mauricio Macri con un tono resignado reconocía ante la CNN que la inflación aumentará la cantidad de pobres y luego que el "affaire" de los cuadernos tendrá un impacto negativo en la economía.

El Gobierno busca ganar tiempo. ¿Pero tiempo para qué? En la hoja de ruta aparece como el tema más urgente la elaboración de un proyecto de Presupuesto 2019 consensuado con la oposición.

Un compromiso de todos los sectores para bajar el déficit fiscal primario a 1,3% del PBI el año próximo sería una gran señal de madurez política en momentos que las papas queman. Al menos así lo entienden en la Casa Rosada. En un contexto de tanta incertidumbre tendría poco valor avanzar con el recorte del gasto público sin el visto bueno opositor. Y mucho menos cuando se acerca el año electoral.

 “El ajuste fiscal, los dólares del FMI y el repunte del campo son los argumentos que maneja el equipo económico para soñar con dar vuelta la crisis. Por ahora los inversores no se dieron por enterados

Recortar 300.000 millones de pesos requiere de un amplio consenso político. Y si no se logra hay dos problemas: es imposible hoy conseguir financiamiento para un rojo fiscal más amplio y se caería el acuerdo con el FMI, por lo que la Argentina dejaría de recibir los desembolsos del organismo.

"Tenemos una oportunidad histórica para demostrarle al mundo que somos capaces de hacer un ajuste de las cuentas públicas en forma consensuada y que todos los sectores están comprometidos a lograrlo", se entusiasman en el equipo económico, aún en medio de la suba del riesgo país y la renovada corrida cambiaria de las últimas jornadas.

La cúpula de la CGT no ocultó la preocupación ante la misión del FMI en la reunión que mantuvieron en la última semana por la política de ajuste que lleva adelante el Gobierno. "Hay que tener cuidado por la elevada conflictividad social, ante la caída de salarios y la pérdida de empleo en esta crisis", le dijo Juan Carlos Schmidt.

Los burócratas del Fondo le recordaron a los sindicalistas que el acuerdo tiene una "cláusula social" que le permite al Gobierno dedicar más recursos a programas sociales si se deteriora la economía. La preocupación por el aumento de las protestas y las complicaciones típicas de diciembre en materia de conflictos sociales ya encendieron la luz de alerta en el Gobierno.

Los próximos desembolsos del Fondo también son fundamentales para tratar de llevar tranquilidad a los inversores. Serán USD 6.000 millones hasta fin de año y otros USD 12.000 millones en 2019. Esos dólares tendrán dos destinos; seguir fortaleciendo reservas y darle recursos al Gobierno para financiar las necesidades fiscales del 2019.

Pero está claro que aún hace falta el complemento del financiamiento de los mercados. No se trata de grandes sumas (calculan unos USD 7.500 millones), pero de algún lado tendrán que salir los recursos. Hasta ahora, sin embargo, este auxilio financiero no consiguió el efecto buscado desde un inicio: recuperar la confianza de los mercados.

Además del ajuste fiscal y la plata del FMI, la gran expectativa para dar vuelta la crisis financiera y económica pasa por la recuperación del campo. En junio, la actividad agropecuaria cayó más de 30% por culpa de la sequía, principal responsable de la caída de casi 7% de la actividad económica en el mes (el mayor desplome en diez años).

La siembra de maíz se proyecta en niveles récord, pero también hay excelentes perspectivas para el trigo y más adelante para la soja. El campo podría aportar unos USD 12.000 millones adicionales respecto a lo registrado en la campaña de este año y así impulsar la recuperación económica. Además, seguramente el Gobierno negociará con las cerealeras un adelanto de divisas para el primer bimestre del año.

Claro que los mercados no tienen la paciencia para esperar que se produzca todo lo que el equipo económico viene preparando. En los próximos días se verá si se produce un agravamiento de las condiciones financieras, lo que podría obligar a tomar medidas más duras. Carlos Melconian habló de un Plan "C", que incluiría un aumento mayor del dólar, pero acompañado de una suba de retenciones para aumentar la recaudación y evitar un traspaso de la devaluación al precio de los alimentos. Pero por ahora no parece ser parte del menú que por el momento maneja Dujovne y su equipo.

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