En el sur caen unas gotas y ya nadie duerme

En el sur caen unas gotas y ya nadie duerme

Los pobladores de la zona sur siguen atrincherados y atemorizados, ante las lluvias que no cesan en la Provincia. El Canal de Cintura, la obra que todos esperan.

Las lluvias no dan respiro a las comunidades del sur tucumano, castigadas por las recientes inundaciones. La intensa precipitación de la noche del miércoles agitó la zozobra en vecinos de Río Chico, Alberdi y La Cocha. No duró mucho, pero eso bastó para que la gente no durmiera por el miedo. Ahí son miles los que permanecen atrincherados, con bolsas cargadas de arena, para evitar una nueva arremetida de las aguas que desbordan de ríos, canales y acequias. Las defensas se levantaron frente a las casas o cerca de los canales. Nadie las desarma, porque saben que el peligro está latente. En Alberdi, los barrios 9 de Julio, Escaba, Mitre, San Cayetano, San Miguel, CGT, El Tabique y Finca Pujol, entre otros ubicados al norte de la ruta 308 (que atraviesa el municipio), exhiben claramente los estragos que dejó el anegamiento de hace dos semanas. Viviendas, muebles, electrodomésticos y caminos dañados. “Llueve y uno no duerme porque espera por minutos la creciente. Cuando llega, te lleva o destroza todo. Aquí este año sufrimos la quinta inundación consecutiva. Es una desgracia. Perdí ropas, calzados y algunas otras cosas que nos costó comprar”, contó María Pintanelli. El relato angustiante de la mujer se repite por todos lados. Adrián Zurita, del barrio Mitre, planteó: “ante los desmontes que están provocando estas inundaciones, hace falta lo antes posible el canal de cintura. De lo contrario seguiremos sufriendo este problema cada vez que llueva. En esa ciudad suman 1.600 las familias damnificadas, según informó Carlos Núñez, encargado de la oficina de Asuntos Sociales. A la mayoría se les entregó colchones y alimentos. Al mismo tiempo la Anses desarrolla el relevamiento de los damnificados que recibirán una doble asignación previsional durante tres meses. 

Canal de Cintura

Mientras algunos dirigentes vecinales aseguraron que la obra del canal de desagüe que reclama la comunidad está paralizada, en razón de que aún no se habría formalizado la expropiación de los terrenos por donde tiene que pasar, el intendente Luis Campos desmintió la versión. El funcionario aseguró que si no se está trabajando es porque las lluvias son muy frecuentes y el lodazal no permite el ingreso de maquinarias que son muy pesadas. “No hay piso para que puedan operar. De ahí que esperamos que mejoren las condiciones del clima para que se reanuden los trabajos” apuntó. 

De acuerdo a un informe del ingeniero Alberto Guardia, de la empresa Neocon, a cargo de la obra, los trabajos del canal tienen un avance del 9,46% desde que se inició en octubre del año pasado. Así las cosas, y si el tiempo lo permite, la primera etapa podría estar concluida en ocho meses. Este tramo se extiende desde el arroyo Matazambi hasta el camino a Donato Alvarez. De ahí prosigue hacia Marapa-La Colorada. Se trata de un trayecto de tres kilómetros. El otro avanza hasta el pie de cerro a lo largo de seis kilómetros. El 35% de la obra lleva gaviones que ya están clasificados y listos para su utilización. Este proyecto fue adjudicado con un presupuesto de $38.219.941. De este monto la empresa ya percibió un anticipo de $2.300.000. “Los rumores sobre los problemas con las expropiaciones surgieron a raíz de un planteo que hizo un productor, y con el cual Neocon ya firmó un convenio para superar el inconveniente” aclaró Campos.

Caminos

Tan sólo en Alberdi son cientos los kilómetros de caminos dañados por las correntadas. El sector más perjudicado es el que se extiende hacia Finca Pujol. Ahí los caminos se transformaron en río y ahora se exhiben con socavones profundos. En el lugar la vivienda de bloques de José Fernández resultó totalmente destruida por la creciente. El hombre salvó su vida de milagro. “Lo único a lo que atiné es a salir nadando hasta un lugar alto. De mi casa y mis cosas no quedó nada. Ahora voy a necesitar ayuda para levantar otro techo” comentó el hombre. En la zona, como en otras del sur tucumano, el sol sale a la mañana y alivia la preocupación. Pero más tarde se levanta el vapor. Después las lluvias vuelven a hacerse presentes. Y los rezos que murmuran las abuelas se confunden con el sonido que brotan por el golpeteo del agua en los techos de chapas. Así son las noches para los inundados. Y nadie sabe hasta cuándo.

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