Buscan a una banda de profesionales por el caso del empresario secuestrado

Buscan a una banda de profesionales por el caso del empresario secuestrado

Sospechan de integrantes de fuerzas de seguridad. A Daniel Rebagliati lo liberaron ayer en Almirante Brown a cambio de $ 1.800.000. Estuvo ocho días cautivo. Creen que la misma organización dio otro golpe a mediados de abril.

El secuestro del empresario Daniel Rebagliati (53) –quien fue liberado ayer a la madrugada, luego de 8 días de cautiverio y tras el pago de un rescate de 1.800.000 pesos– preocupa a las autoridades bonaerenses. Y no sólo porque se trató de un golpe “profesional”, ejecutado en base a tareas de inteligencia y con un enorme despliegue de medios. Hay un dato extra que alarma aún más: apenas dos semanas antes de que la víctima fuera interceptada cuando iba a su empresa de Martín Coronado (partido de Tres de Febrero), otro empresario fue secuestrado de manera similar, también en la zona oeste. Todo indicaba ayer que detrás estuvo la misma banda.

Rebagliati –dueño de la empresa CINTRA, de servicios de seguridad ambiental– fue capturado en la mañana del martes 28 cuando manejaba su camioneta Ford Ranger rumbo a su compañía, ubicada sobre la calle Alem al 5900. Lo interceptaron unas 20 cuadras antes de llegar a destino, en Wenceslao de Tata y General Hornos, en la localidad de Caseros.

Lo que siguió fue una demostración de que la banda que lo retenía estaba lejos de la improvisación y los secuestros “exprés”, tan comunes en la provincia de Buenos Aires. Durante todo el cautiverio, los secuestradores hasta se tomaron el trabajo de hacerlo caminar siempre descalzo para que en sus zapatos no quedara ningún rastro de los lugares donde estuvo. Incluso le hicieron cambiar de ropa antes de liberarlo.

Según señalaron altas fuentes del caso a Clarín, los lugares de encierro fueron varios: al empresario lo movieron cuatro o cinco veces. Las llamadas para exigir el rescate –que se pagó en la noche del martes, arrojando el dinero desde un tren– siempre fueron hechas por el mismo negociador. Y fueron al menos tres por día.

Rafael De Francesco, abogado de la familia Rebagliati y también de CINTRA, detalló que los llamados de los captores eran extremadamente breves: duraban entre 45 y 50 segundos, para complicar el rastreo (ver Un búnker...).

En cuanto al antecedente que analizan los investigadores, ocurrió exactamente dos semanas antes, el martes 14 de abril, y hasta ayer no se conocía públicamente. Tuvo como víctima al dueño de una empresa de distribución mayorista que lideró las negociaciones con el Gobierno por los “Precios Cuidados” navideños.

Este empresario, que vive en el country San Diego –uno de los más importantes de la zona de Moreno– fue capturado en La Matanza cuando salía de su trabajo, cerca de las seis de la tarde. Le cruzaron un Volkswagen Polo gris y se lo llevaron. Sus empleados luego declararon que hacía varios días que ese auto merodeaba por la zona.

Por él, los secuestradores pidieron medio millón de dólares. El secuestro “pintaba para largo”, según confió a Clarín uno de los investigadores, pero finalmente el empresario fue liberado 18 horas más tarde por una pelea interna entre el jefe de la banda y la persona que estaba llevando adelante las negociaciones con la familia. El hijo de la víctima ya había preparado el dinero y estaba dando vueltas en un auto cuando surgió este conflicto, que derivó en que se cortaran las comunicaciones y en que no se pagara rescate.

Al igual que a Rebagliati, a este empresario lo mantuvieron encapuchado y lo retuvieron en un lugar que estaba preparado para su alojamiento. Otra similitud entre ambos casos es que también lo liberaron cerca de una remisería.

“Por lo que él pudo describir era una banda organizada. Estaba el encargado de arreglar el pago del rescate que, aunque no se llegó a concretar, se cerró en poco menos que el medio millón de dólares que pedían. Luego había dos jóvenes, más inexpertos, cuya misión era cuidarlo. Finalmente, la víctima notó que en el grupo había un hombre mayor, que era el que más sabía y manejaba al grupo”, agregaron las fuentes consultadas por Clarín.

Los puntos de contacto entre las dos causas eran ayer analizados por la cúpula de la Policía Bonaerense y también por los fiscales que llevan ambos casos: Paul Starc (fiscal federal de Tres de Febrero, a cargo del caso Rebagliati) y Hernán García (fiscal de Morón, que investiga el secuestro anterior).

“No descartamos nada. Sospechamos que la banda cuenta con el apoyo o la participación de algún miembro de una fuerza de seguridad o de inteligencia”, agregaron fuentes del área de Seguridad.

Por lo pronto, ambos secuestros tienen una coincidencia central. En un territorio como el oeste del Conurbano, donde lo que abundan son los secuestros rápidos, violentos, al voleo y cometidos por bandas inexpertas, los dos presentan características muy similares a las que se sufrieron durante los primeros años de la década de 2000, cuando la Provincia vivió una oleada de hechos bien planificados.

El caso de Rebagliati remite a una década atrás, cuando los empresarios, padres de futbolistas o familiares de gente acomodada eran capturados a un ritmo semanal y los cautiverios duraban varios días. Como ocurría entonces, en el episodio que sufrió el dueño de CINTRA los secuestradores hicieron un simulacro de cobro de rescate (el lunes pasado) y recién el martes a la noche cobraron. El dinero, por expresas instrucciones de la banda, fue arrojado desde un tren en movimiento entre las estaciones Santos Lugares y Caseros del Ferrocarril San Martín.

La modalidad no es nueva. En 2004, la banda que mantuvo 20 días cautivo al adolescente Nicolás Garnil obligó a su padre a hacer cuatro simulacros de pago para asegurarse de que no estaban siendo monitoreada por la Policía. Finalmente, le hicieron tirar el dinero desde un tren en movimiento.

El método del tren, en este y en otra docena de hechos de hace una década, casi siempre resultó efectivo. Como en el caso de Rebagliati, los secuestradores obligan al pagador a dar vueltas sin sentido, luego lo hacen subir a una formación con el dinero y recién le dan la orden de tirar el rescate por la ventanilla a último momento, por medio de una breve llamada. Como es imposible para la Policía cubrir todo el trazado de una línea ferroviaria el mecanismo de cobro suele resultar efectivo para los delincuentes. Así era hace diez años y parece que ahora, en 2015, también.

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