El MPN y la burbuja pinchada

El MPN y la burbuja pinchada

La burbuja creada por la fuerte expectativa económica de Vaca Muerta ya se pinchó. Lo más importante que deja por el momento la formación geológica es la certeza de que allí hay gas y petróleo en cantidades suficientes como para abastecer al país por un siglo más con combustibles fósiles. En lo inmediato, la burbuja pinchada ocasionará problemas coyunturales. Las empresas deben achicarse, buscar reducir costos. Esto inexorablemente afectará la economía neuquina.

El petróleo promedia a nivel internacional una cotización más cerca de los 40 que de los 50 dólares. El precio “sostén” nacional está en 77 dólares. Pero al mismo tiempo hay incertidumbre cambiaria, alimentada aún más por la puja electoral no resuelta. El dólar oscila entre los 9 y los 15 pesos. No hay precio firme, estable, fiable, para las empresas. Esto no debe menospreciarse: ya pasó con lo que sería la gran esperanza de las sales de potasio, en el sur mendocino y el norte neuquino. La empresa brasileña que había comprometido su inversión se retiró, acuciada por la liviandad e inestabilidad argentinas, y ese desarrollo quedó frenado indefinidamente, con la vaga esperanza de una futura inversión china.

El precio sostén no garantiza nada en sí mismo. Forma parte de las distorsiones nacionales y la consecuente falta de credibilidad que ocasionan. Es una distorsión al revés de lo que había sido: cuando el petróleo oscilaba en los 100 dólares el barril, en el país se reconocían 47 dólares. Neuquén perdió miles de millones de pesos en esos años. Ahora que el petróleo está barato, el gobierno lo encarece para sostener la producción nacional, que el mismo gobierno contribuyó a perder, cuando se forzó un abaratamiento de entrecasa, en procura de que no aumentara la nafta y el gasoil que consumen los argentinos, y las empresas petroleras dejaron de explorar y de invertir.

Ahora, se insiste, es al revés. El gobierno sostiene el precio de 77 dólares. Los argentinos pagan un precio de nafta  caro, que podría ser mucho más barato. Cada ciudadano que llena el tanque de su auto contribuye a financiar la irrealidad, así como antes disfrutó de la irrealidad al revés, siempre forzada, siempre a contramano.

En el centro de este escenario, casi primitivo por su grosera falsificación, está Neuquén. La dependencia de Neuquén de los ingresos originados por los hidrocarburos es muy alta. Su presupuesto de gastos, que fue proyectado –aunque no aprobado- en unos 37 mil millones de pesos, es bancado en alto porcentaje (variable según las circunstancias) por la producción de petróleo y gas. Las otras actividades económicas de la Provincia, son importantes, pero insignificantes en resultados si se las compara con la energía. El rédito, por ejemplo, que deja una temporada turística completa, no alcanza para cubrir poco más de una semana de gastos del Estado.

Neuquén, con su gobernador actual, Jorge Sapag, y el gobernador que comenzará en diciembre, Omar Gutiérrez, se apresta a encarar una coyuntura difícil, que no puede medirse en tiempo, pero que –se especula- puede alcanzar con su influencia de estrechez uno o dos años. Esto necesariamente indicará la necesidad de ajustar gastos. Algo muy difícil de hacer sin provocar al mismo tiempo una situación de inestabilidad social, con posibilidad de escalada de conflictos.

Aquí juega un rol importante Vaca Muerta, claro. No porque rendirá frutos enseguida, sino porque ha contribuido (y aquí hay un logro de Sapag) para oxigenar el horizonte, la perspectiva. No es lo mismo actuar desde un Estado bajo la teoría de que se terminó el petróleo (como sucedía en 2007), que saber casi con plena certeza que habrá petróleo para 100 años más.

El ajuste inexorable se podrá hacer más tranquilamente con la esperanza de que será transitorio. Aunque no faltará quien diga que mejor sería no llegar a niveles de gasto público tan grandes, que ante una crisis, se tornan muy difíciles de sostener.

Por ahora, viene una época de ceños fruncidos. El sindicato petrolero que conduce el senador Guillermo Pereyra se declaró en estado de alerta y movilización, y avisó que si le tocan el traste con más despidos, habrá paro. Pereyra ha procurado manejar la situación con prudencia, porque entiende perfectamente que es preferible ceder beneficios salariales antes que perder fuentes de trabajo. Pero también sabe que si no presiona, si no consigue que el gobierno nacional meta subsidios o invente nuevos escenarios, al menos hasta superar la incógnita electoral, puede ocasionarse un grave efecto dominó entre las empresas de servicio, con olas muy altas que podrían superar las defensas costeras y producir un descalabro laboral entre sus representados.

Sapag-Gutiérrez, por su lado, han diseñado una estrategia de financiamiento para el déficit, con bonos y letras del Tesoro que se irán instrumentando a medida que sea necesario. Se espera, en cuanto a inyección de inversiones, conseguir que las grandes multinacionales aprovechen para invertir ahora, y estar listas y posicionadas en los no convencionales de Vaca Muerta cuando esta formación recupere su poder de fuego, con precios convenientes y demanda de hidrocarburos en ascenso. Se espera también que se produzca el milagro ruso de Chihuido I.

Pero todo, o casi todo, depende del gobierno nacional. Y el gobierno nacional no solo está en retirada, sino que está preocupado por otras situaciones, como las inundaciones en la zona central del país y su efecto perjudicial en las encuestas de su candidato, Daniel Scioli.

Hará falta, pues, mucha lealtad y mística en el MPN, para sostener una coyuntura que se avizora complicada, y que pondrá a prueba también hasta dónde hay o no oposición política constructiva en Neuquén.

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