La Cámara de Diputados de Brasil consiguió, finalmente, elegir un nuevo jefe: se trata de Rodrigo Maia, un brasileño de 46 años nacido en Chile, donde su padre debió refugiarse de la persecución dictatorial. El dirigente es miembro del partido Demócratas, más conocido como DEM, una variante light del antiguo y ultraderechista Partido del Frente Liberal. Consiguió su victoria, arrasadora, no sólo por los votos de los amigos. Se llevó, en un segundo turno, a la izquierda, incluidos el PT y el Partido Comunista do Brasil. Los dos bloques contaron con la bendición de Lula da Silva para apoyar a este nuevo líder parlamentario, a pesar de que el dirigente fue uno de los impulsores del impeachment contra Dilma Rousseff.

¿Qué explica semejante bandazo de la centro izquierda? Quien da las pistas es María Cristina Fernandes, columnista del diario Valor. Ella explicó: “Con Maia en Diputados, Michel Temer (presidente interino) ganando perdió”. Según la analista, lo que surge de todo este proceso es “la existencia de una disputa muy fragmentada que indica un vacío de liderazgo en la Cámara de Diputados. Vacío que amenaza invadir el Palacio del Planalto (la casa de gobierno)”. Fernandes, en un minucioso análisis, reveló que el presidente interino había optado por otro candidato, la figura de Rogerio Rosso, un hombre que aparecía como el representante de uno de los bloques más importantes del Congreso: el llamado “Centrón”, que reúne a una pléyade de agrupaciones centroderechistas.

Con Maia en la presidencia de la Cámara Baja, esa ala parlamentaria que funcionaba unificada por el ex titular de ese cuerpo Eduardo Cunha, termina por desintegrarse. Y de acuerdo con la columnista de Valor, “nadie podrá ahora colar los nueve pedazos en los que se disgregó el centro”. Por consiguiente, afirma, “ningún presidente de la República podrá lograr que la Cámara le vote los proyectos indispensables”. Lo que da a entender la periodista es que aún cuando Temer logre su máximo objetivo, que es desplazar en forma definitiva a Dilma, su futuro es incierto.

Fue la convicción de esta creciente fragilidad del gobierno de Temer, aun cuando deje su estatus provisorio, la que llevó al PT y a la izquierda a saldar por Maia. Es que este político no podrá contar con el apoyo “inestimable” de aquella pléyade de partidos centristas (y oportunistas) que darían a Temer la gobernabilidad. Es por eso, y no por otras razones, que Maia consiguió galvanizar un frente anti-Cunha y anti centro. Presentado como candidato por la antigua oposición socialdemócrata y sus aliados, Maia tuvo que buscar el apoyo del PCdoB y del PT. Le sirvió, inclusive, que Temer lo hubiera desconsiderado como eventual candidato para conseguir esos respaldos.

Según el diario O Globo, en su edición de ayer, “Maia encontró el campo abierto (al respaldo) en la corriente petista Construyendo un Nuevo Brasil”, que hoy suma 25 diputados del total de 70 del partido. “La aproximación tuvo el aval del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva”, indicó el diario. Admitió, también, que “la victoria de Maia no fue bien digerida por el Centrón. Aun antes de su victoria, el líder de ese sector, Jovai Arantes, no escondía su irritación”. Para él, el gobierno de Temer corre un serio riesgo: “Compromete su futuro funcionamiento. Es lo que le pasó a Dilma y dio en lo que dio” advirtió.

Desde luego, Temer trata de mostrarse afín al nuevo titular de Diputados. “Brasil se está distendiendo”, sostuvo y juzgó que Maia representará una armonía entre el Congreso y el Planalto que “será útil al Ejecutivo”. Para sellar esa flamante cordialidad, Temer lo invitó a un encuentro en la casa de gobierno, en la que también estuvo el titular del Senado, Renan Calheiros. El futuro del vicepresidente en ejercicio de la presidencia, y de la jefa de Estado Rousseff, sigue abierto. Recién se saldará en agosto cuando se realice la asamblea de senadores que deberán decidir si la condenan o lo absuelven