Boudou, con la imagen por el suelo pero protegido por Cristina y su hijo

En las encuestas, tiene una opinión negativa del 50%. La orden de Máximo es “bancarlo”.
Una consultora valorada en la Casa Rosada, que pidió reserva de su nombre, acaba de concluir un sondeo sobre la imagen del vicepresidente en todo el país.

El 50% de los argentinos tiene una opinión negativa sobre Amado Boudou.

Apenas el 27% tiene una mirada positiva sobre el vice. Cifras inversas, con una simetría casi perfecta, a las de hace sólo seis meses, cuando Cristina acababa de ser reelecta. Esa muestra cruda del impacto que el caso Ciccone tuvo en la imagen pública de Boudou parece contradecir la alegría exultante con la que el vice se mostró anteayer sobre el escenario de Vélez, del que fue uno de los últimos en marcharse.

Es que otros datos llevaron alguna tranquilidad al vice en las últimas semanas. El martes, un día antes de la sesión por YPF en el Senado, el titular de la ANSeS, Diego Bossio, y el diputado Edgardo Depetri llevaron a Boudou de recorrida por una barriada humilde de Malvinas Argentinas. Pero el dato con más peso político es que la visita fue organizada por La Cámpora . Sus muchachos acompañaron con banderas y canciones el paso del vicepresidente por ese rincón del conurbano. Evaluador frío de la coyuntura política como su padre, Máximo Kirchner aplacó por ahora sus enconos personales con el vice y bajó la orden de “bancarlo a Amado” en su hora más difícil. Utilizó el mismo argumento que la Presidenta compartió hace algunas semanas con sus colaboradores más cercanos, a los que convenció de que “los que van por Amado, vienen por nosotros” .

Con el apoyo decidido del Gobierno comenzaron a llegar las buenas noticias para Boudou. No sólo en la Justicia, con jueces y fiscales volando por los aires. En lo político, tan simbólico como el respaldo de La Cámpora son los que le acercaron Depetri o Emilio Pérsico, que por formación y trayectoria nunca miraron con simpatía el ascenso del vice.

Cobijado por el cristinismo y por los medios cercanos al Gobierno, Boudou puso un candado a su contacto con el resto de la prensa. Los cronistas parlamentarios a los que el miércoles se les negó el acceso a las galerías del Senado para cubrir la sesión por YPF estaban furiosos pero no sorprendidos. El vice viene sumando trabas para su trabajo en todo el edificio. Las cámaras de TV que se solían apostar durante las reuniones de Labor Parlamentaria frente a las puertas del Salón Gris, lindero al despacho de la Presidencia, ahora deben hacerlo a 40 metros de allí. Hace unos días, a un camarógrafo que iba a hacer una nota a un senador opositor, no se le permitió el ingreso al Palacio. “No quiere que nadie vea quién entra y sale de su despacho. Y tiene terror de que un periodista lo sorprenda en un pasillo con una cámara ”, cuenta un veterano conocedor del Senado.

La construcción de un armado político propio entró en el congelador. “No hablamos más desde el año pasado. ¡Ahora que siga su camino y se las arregle como pueda!”, se despega uno de los dirigentes del peronismo porteño que apoyó con más entusiasmo su precandidatura a jefe de Gobierno. Los operadores que lo ayudaban a hacer pie de a poco en la Provincia, también dejaron de programarle actividades.

Las mesas largas en el Happening de Puerto Madero están suspendidas. El escándalo aumentó los viejos recelos entre su grupo de colaboradores más íntimos: “Juanchi” Zabaleta, Miguel Cuberos, José María Nuñez Carmona y Sergio Poggi. Ante los extraños, Zabaleta repite: “Esto va a pasar y Amado va a volver a estar en carrera” . Pero en los radares del peronismo se vienen detectando cada vez más movimientos autónomos de la mano derecha del vice. El viernes, en Vélez, en una inmensa bandera que colgaba de la platea alta cercana al escenario se leía: “Juan Zabaleta. Frente para la Victoria. Morón”.

Mientras tanto, en el territorio seguro que le despejan Cristina y Máximo Kirchner, Boudou baila y sonríe.

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