El gas, un beneficio y un problema para el MPN

El gas, un beneficio y un problema para el MPN

El impacto del aumento en el precio del gas tiene en el núcleo de su resolución política original al MPN, y al gobierno de Neuquén, por ende. Fue el MPN el partido político que más protestó durante la larga vigencia del congelamiento tarifario nacional, y especialmente en el último tramo de la coyuntura político-electoral, el que más abogó por un incremento en el precio del combustible, urgido como estaba ante la caída del precio internacional del crudo, que provocaba la posibilidad de que la mitad de la estantería de su bien armado ropero administrativo se cayera a pedazos.

Tras conseguir el ansiado incremento,  con el que el gobierno de Mauricio Macri estuvo de acuerdo, siguiendo la línea del ministro de Energía, Juan José Aranguren, el MPN celebró moderadamente, y se preparó para lo que sabría vendría a continuación: el impacto social por el ajuste tarifario. Pues, como es sabido, si el precio aumenta en origen del producto, aumentará (más todavía) cuando ese producto llegue al usuario o consumidor.

Ahora, en medio del estallido popular previsible pero no por eso menos abrumador ante la certeza de lo que significa en cada bolsillo el nuevo precio, traducido en la tarifa que llega a cada hogar con las nuevas facturas de Camuzzi Gas del Sur, el MPN procurará liderar la movida política para atenuar ese efecto mediante diversos mecanismos, que inexorablemente contemplarán subsidios, compensaciones, financiamientos, y otros artilugios utilizados para apagar el fuego del descontento.

El gobernador Omar Gutiérrez participará para tal efecto de una reunión con Aranguren y Rogelio Frigerio, y otros mandatarios de la región patagónica. En ese encuentro tendrá la voz principal, pues Neuquén es la principal productora del gas en cuestión, y tiene por ende peso específico natural. Esto, sin tomar en cuenta que –se insiste- fue Neuquén la más interesada en que el precio del gas se incrementara.

El MPN avisó ya que se ocupará del tema y –sin acudir a una retórica incendiaria al respecto, que podría chamuscarlo- también de su solución. “Se debe encontrar un punto de equilibrio teniendo en cuenta la situación económica de nuestra gente -que en muchos casos es delicada- y un valor que permita el desarrollo de la actividad comercial, y que estoy seguro de que lo vamos a encontrar”, dijo al respecto el vicegobernador de la Provincia, y titular de la Convención del MPN, Rolando Figueroa.

“Somos una provincia productora, y el gas no puede ser nunca un bien inalcanzable para nuestros vecinos, y menos en época invernal”, dijo este mismo sábado, para agregar lo que todo el mundo está afirmando, de Perogrullo, al mejor estilo argentino: el precio del gas “tiene un impacto muy importante en los hogares y en los comercios, y termina afectando los costos de todo lo que una familia necesita para vivir”.

Enfrenta así el partido político neuquino en el gobierno, una coyuntura en la que inexorablemente deberá aportar con un poco de costo político, dada la decisión impulsada con anterioridad respecto del tema que nos ocupa. Tratará de reducir al máximo ese costo político, diferenciando (como en realidad siempre intentó hacer) el costo del gas a boca de pozo con el que finalmente deberán pagar los usuarios, y aplicando el razonamiento de que no todos los usuarios son iguales, algo que en las tarifas del gas siempre se contempló, diferenciando entre gente con pocos o muchos recursos, empresas grandes o pequeñas, etc. Siempre se contempló esto desde la privatización de Gas del Estado, pero después se aniquiló el concepto con el congelamiento general de las tarifas, tras la salida de la convertibilidad: de a poco, el gas comenzó a ser un regalo inoportuno, que beneficiaba más a los ricos que a los pobres.

El argumento principal del MPN es de pertenecer (con Neuquén, obviamente) a la producción directa del bien en cuestión, y de pertenecer a la vez a la región más fría del país, cosa que solo es parcialmente cierta. La capacidad de maniobra política del partido en el gobierno de la provincia se pondrá a prueba, sobre todo porque enfrenta el clamor impiadoso de la oposición, afirmada en el kirchnerismo, que, sin tapujo ni vergüenza alguna, lo acusa de promover la desgracia de los argentinos, asociado con el sádico presidente Mauricio Macri.

El  kirchnerismo encuentra en la ocasión una ocasión servida para su discurso más populista, ubicado en las circunstancias a la izquierda del MPN. El MPN tiene para respaldarse en este asunto, curiosamente, a quien es uno de sus opositores destacados, el intendente capitalino, Horacio Quiroga, quien no solo defenderá a Macri en esta coyuntura, sino que respaldará el razonamiento de que no se podía seguir con una economía distorsionada por los subsidios indiscriminados.

Así, la política neuquina vuelve transitoriamente a dividirse de manera engañosa. El MPN aparece cerca del PRO y de NCN, que a su vez se distancian de socios electorales siempre posibles como el partido de Ramón Rioseco, UNE, y otras agrupaciones más o menos acomodaticias a la idea de que en algún momento habrá que desplazar del poder al partido gobernante.

Más allá de las repercusiones políticas, el precio del gas ha puesto sobre el tapete la terrible realidad argentina: una sociedad que depende de la paternidad estatal, justificada en los desaciertos estatales más que en los aciertos comunes.

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