El fuerte impacto económico que generó la pandemia, impuso una dinámica que obliga a una revisión mes a mes de los precios de los principales artículos que componen la economía familiar.

Cabe resaltar que a diferencia del mes de julio, en donde se produjeron aumentos de diversos porcentajes, en alimentos básicos de consumo de las familias santiagueñas; el mes de agosto prevé un desarrollo con menos cambios en lo que se refiere a precios.

De acuerdo a un relevamiento que realizó Nuevo Diario en supermercados locales y comercios mayoristas, si bien se producen algunos aumentos menores, que tienen que ver con una adecuación paulatina a las subas autorizadas por el programa Precios Máximos, el segmento de las bebidas con alcohol y sin alcohol registraron aumentos significativos que alcanzan en algunas marcas hasta un 10%.

Es oportuno remarcar que los últimos aumentos autorizados —a mediados del mes de julio— en el programa Precios Máximos son en los siguientes artículos: lácteos y frescos 3%; harinas, fideos, galletitas y panificados: 4%; limpieza del hogar, cocina y bazar: 2,5%; cuidado personal: 3,5%; aceites, arroz y legumbres: 4%; infusiones: 4,5%; conservas, dulces, endulzantes y encurtidos: 3%; sopas, caldos, puré, aderezos, condimentos y snacks: 2%; alimentos congelados: 2,5%; y alimentos para mascotas: 2%.

Pan y panificados

Uno de los artículos más consumidos en la mesa de los santiagueños es el pan. Ante la consulta de Nuevo Diario, Hernán Camacho, secretario del Centro de Industriales Panaderos de Santiago del Estero, indicó que a partir de acuerdos que se establecieron y la dinámica propia de la actividad, no se tiene previsto para el mes de agosto un aumento en el precio del pan. Distinta es la realidad de los panificados, que a diferencia del pan, sí registrarán una suba con variaciones, principalmente en el sector de tortas y masas finas. Este aumento se fundamenta en dos direcciones: por un lado, en el aumento de los insumos para la producción de estos productos y, por el otro, en la necesidad de equilibrar la rentabilidad de la actividad, teniendo en cuenta que el precio del pan se sostiene, a pesar de la suba de los costos de la actividad.