Las “batallas” K: los cien enemigos que denunciaron los Kirchner

Memoria política Alemania y Estados Unidos son sólo los últimos de una larga lista de integrantes del infierno del kirchnerismo.

Una de las principales estrategias del Gobierno de los Kirchner esconfrontar en público con un enemigo coyuntural, al que los funcionarios, incluida la Presidenta, responsabilizan por diversos males.

En doce años de gestión, ese recurso se desdibujó: necesitó alimentarse de tantos rivales de ocasión que el Ejecutivo terminó peleándose con los otros poderes del Estado; con buena parte de las potencias mundiales; con las empresas de los sectores más importantes de la economía; con los medios críticos y sus periodistas; con vecinos despolitizados, y hasta con celebridades de la televisión.

Clarín realizó un listado de al menos cien enemigos públicos de la presidenta Cristian Kirchner.

Es representativo de la diversidad de los actores con los que el Gobierno eligió confrontar, pero también es incompleto: los adversarios que sufrieron el ataque gubernamental fueron más.

En los discursos de la Presidenta de los últimos años los enemigos más nombrados fueron los medios críticos y los periodistas. Y también los “golpistas” y “desestabilizadores” productores del campo, por ejemplo. Ahora se le sumaron los “fondos buitre”.

La dinámica de la estrategia de confrontación presidencial generó curiosos fenómenos contradictorios. La coyuntura hizo que antiguos aliados pasen a ser innombrables enemigos. Y viceversa.

Por ejemplo, la Presidenta asumió en el 2007 diciendo que quería que la Argentina “sea como Alemania”, un país al que esta semana el jefe de Gabinete describió como un títere de los “buitres”. Lo mismo pasó con Jorge Bergoglio, pero al revés. Era uno de los principales rivales de la Casa Rosada hasta que se transformó en Papa.

Hasta 2009, por caso, la Presidenta denunciaba en la ONU a Irán porque decía que protegía a los responsables del atentado a la AMIA. Ahora defiende el pacto oficial que realizó con el gobierno de ese país, y ataca a Israel y a la comunidad judía por criticarlo.

Los enemigos de la Presidenta no solo son atacados desde el plano discursivo. Son rivales que suelen recibir denuncias judiciales. Es lo que le pasó al Grupo Clarín, o a la empresa petrolera Shell. Su CEO, José Aranguren, crítico del Gobierno, sufrió 54 denuncias penales.

La Presidenta usó el poder que la da el Estado para embestir contra ciudadanos apartidarios, sin vocación pública: atacó a Julián Durán, un hombre que le hizo juicio al Estado para vencer el cepo al dólar para regalarle plata a sus nietos; o a una mujer llamada Cecilia Calavero que criticó cómo el Gobierno ayudaba a las víctimas de la inundación de La Plata.

Quizás mañana, o pasado, o dentro de una semana, se sumen nuevos enemigos al discurso presidencial. Es costumbre.

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