Basura digital: Otro desafío para la ciudad

Basura digital: Otro desafío para la ciudad
La chatarra informática crece a cada momento a medida que avanza la tecnología y los equipos van quedando obsoletos.

Indiscutiblemente el avance de la tecnología generó innumerables cambios en la vida cotidiana. El notable incremento de los estándares de confortabilidad y de las expectativas de vida, la simplificación de los procesos de producción así como de las tareas diarias, y, respecto de las comunicaciones, el hecho de que se han visto mayormente liberadas de los obstáculos de tiempo y espacio.

No obstante, la cara menos amable del avance tecnológico se manifiesta en un crecimiento exponencial de los desechos electrónicos (computadoras, celulares, televisores, electrodomésticos, etc.), problema que hoy deben enfrentar tanto los países desarrollados como las naciones en desarrollo.

La cifra es contundente. En promedio, cada argentino genera 3 kilogramos de basura electrónica por año, lo que representa 120 mil toneladas en todo el país. ¿Qué se hace con toda esa cantidad de chatarra informática? El nivel de consumo y el ritmo de descarte se aceleran, por lo tanto los números se agrandan año tras año, con el agravante de los recambios tecnológicos que se suceden con regularidad.

Mariano Demaría, coordinador de Medio Ambiente del Gobierno Local, dijo a LA VERDAD que “existe una legislación provincial que es bastante amplia, no tan detallista. Muchas veces pasa es que existen las leyes pero para cumplirla llevan un tiempo de proceso. Según esa ley se debería tratarlo de manera diferencial porque ese residuo tiene componentes especiales como metales pesados y no podrían ser enterrados en un relleno sanitario. Son altamente contaminantes”.

Mencionó que este residuo ya va adquiriendo un valor de mercado y eso genera –como sucede con el plástico y el papel- que se vaya generando su reciclado. “En el caso de nuestro municipio –contó el funcionario a este diario- hace tiempo que tenemos un programa específico donde junto a la Unidad Penal 13, primero recuperábamos los equipos informáticos en desuso y posteriormente se los llevaba a la Unidad donde los internos, tras recibir un curso específico, los reparaban y se donaban a escuelas e instituciones”.

Demaría sostuvo que en esa campaña “colaboraba mucho el sector empresarial y comercios afines, lo que generaba un volumen muy importante pero nos dejaban aparatos obsoletos y no se podía recuperar nada. Se planteó seguir acopiándolo en el relleno sanitario, en un sector aislado, bajo techo donde se recuperan los residuos que puedan ser reciclado como chapón del CPU o plástico que no tienen un gran valor en el mercado aún. En esto se trabaja de manera adecuada con GIRSA”.

Detalló el funcionario que los particulares pueden llevar esos equipos informáticos al relleno sanitario pero aconsejó que primero se pongan en contacto con la oficina a su cargo, que funciona en el edificio de avenida Arias 69, para que ese equipo, de estar en condiciones, pueda ser donado a escuelas o entidades.

La UNNOBA y

el desafío digital

Desde la sociedad emergen propuestas enfocadas por la estrategia de las 3 R: Reducir – Reciclar – Reutilizar. ¿Cómo ayudar a resolver esta problemática?

Desde el 2010 la Universidad viene impulsando proyectos de voluntariado para reducir la “brecha digital”. Este concepto es relativamente nuevo y apunta a caracterizar las desigualdades socioeconómicas que hay para acceder a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs).

En el último número de El Universitario, se especificó que en el voluntariado participan estudiantes de los primeros años de la Escuela de Tecnología. Asisten a un Nodo Comunitario (ubicado en la sede de Pergamino) en el que desarman, limpian y arman computadoras. Los restos de viejas y olvidadas PCs son donados por vecinos e instituciones. Los estudiantes se encargan de aplicar lo aprendido en las primeras materias de cursada, asignaturas que tratan sobre redes, sistemas operativos, comunicación de datos. Y a eso le suman el plus de la investigación e implementación de una tarea concreta y solidaria.

Este proyecto de reciclado de viejas computadoras no sólo permite aumentar la vida útil de los equipos informáticos mediante su reutilización. Sobre todo posibilita que niños y jóvenes en estado de vulnerabilidad social adquieran acceso a herramientas fundamentales en la sociedad del conocimiento.

El ingeniero Adrián Jaszczyszyn, docente de la Escuela de Tecnología, informa que “el primer voluntariado fue realizado entre 2010 y 2012 junto con Bienestar Universitario, se denominó ‘Intervención para reducir la brecha digital y la basura electrónica’, y contó con la dirección de Hugo Ramón, prosecretario de Tecnología de la Información y la Comunicación de la Universidad”.

“A partir de ese proyecto se consiguió asignar un lugar físico para que los voluntarios trabajen en la sede de Pergamino, -continúa Jaszczyszyn- un espacio al que se llamó ‘Nodo Comunitario’. El resultado de ese trabajo fue el armado de dos salas de computación en dos escuelas: una primaria de Pergamino y un jardín de infantes de Saforcada (partido de Junín). Se instalaron programas para los niños y se dio una capacitación para su uso”.

Entrevistados por la publicación de la UNNOBA, El Universitario, los voluntarios contaron su experiencia: “Juntamos máquinas que están en desuso, que ya no sirven o no funcionan, las reparamos y armamos una red con aplicaciones para que usen los chicos. Surge así del proyecto una vía alternativa para canalizar algo de la ‘chatarra informática’ que hay. La gente no sabe qué hacer con su computadora y entonces la dona”.

Los voluntarios sintetizan los objetivos de su tarea en tres ejes concretos: “Reciclar la basura informática, lo que ya no se usa más; eliminar la brecha digital llevando material informático a lugares donde los chicos no tienen acceso a internet o a computadoras; y por último es una manera de aplicar lo que se aprende en las materias”.

En este informe de El Universitario –que también puede ser leído por internet en el sitio web www.unnoba.edu.ar- los participantes del proyecto anticiparon que “a futuro vamos a impulsar una campaña fuerte, en conjunto con la municipalidad de Pergamino, para recolectar residuos electrónicos y destinarlos al reciclado. La idea implica instalar puntos de recepción en distintos lugares de la ciudad para que la gente pueda dejar su chatarra allí. Sacaríamos en primer lugar todo lo que pueda ser reutilizado para armar terminales y dejarlas en funcionamiento; luego llevaríamos los restos electrónicos y de chatarra a donde se los pueda reciclar y hacer una correcta deposición final”, sostienen los voluntarios informáticos de la UNNOBA.

Altamente contaminantes

La advertencia de las organizaciones ecologistas es creciente y contundente: la basura electrónica vertida a cielo abierto es altamente contaminante; los metales, componentes de los aparatos electrónicos, tienen una gran capacidad de persistir en el medio ambiente.

Los efectos sobre la salud de los seres humanos van de la mano con el daño ejercido sobre el medio ambiente al contaminar la tierra y el agua que bebemos. Profesionales de la salud detallan los problemas que suponen para el organismo materiales como el plomo (perturbaciones en la biosíntesis de la hemoglobina y anemia, incremento de la presión sanguínea, daño a los riñones, abortos, perturbaciones del sistema nervioso y disminución de la fertilidad del hombre), el arsénico (veneno letal), el selenio (desde sarpullido e inflamación de la piel hasta dolores agudos), el cadmio (diarrea, dolor de estómago y vómito severo, fractura de huesos, daños al sistema nervioso, e incluso puede provocar cáncer), el cromo (erupciones cutáneas, malestar de estómago, úlcera, daños en riñones e hígado y cáncer de pulmón), el níquel (afecta los pulmones, provoca abortos espontáneos).

Algunos datos para tener en cuenta

•Un tubo fluorescente, por su contenido en mercurio y fósforo puede contaminar 16.000 litros de agua.

•Una batería de níquel cadmio de un teléfono celular puede contaminar 50.000 litros de agua y afectar 10 metros cúbicos de suelo.

•Un televisor puede contaminar 80.000 litros de agua por su contenido de metales en las plaquetas, plomo en vidrio y fósforo en la pantalla.

•Una plaqueta de un celular o una computadora tiene mercurio, bromo, cadmio, plomo y selenio, entre otros contaminantes peligrosos según la ley argentina de residuos peligrosos.

•Toda heladera o aire acondicionado tiene gases CFC que destruyen la capa de ozono, tanto en el gas refrigerante como en el poliuretano expandido.

Un buen negocio

El reaprovechamiento de los metales contenidos en la chatarra electrónica se vislumbra como un buen negocio.

Según especialistas, “los desechos de ordenadores y móviles contienen metales preciosos”, lo que abre una nueva y rentable industria internacional que exige, sin embargo, reglas estrictas de operación porque es sumamente tóxica. Los expertos aseguran que en los artefactos electrónicos hay metales como oro, plata, paladio, iridio, germanio y cobre.

“Una tonelada de computadoras (equivale a unas 83 máquinas) tienen entre 200 y 300 gramos de oro. Y una tonelada de monitores tiene entre 150 y 200 gramos de oro”. A diferencia del papel, que solo puede reciclarse entre tres y ocho veces, el oro y el resto de los metales preciosos pueden reaprovecharse infinitamente.

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