Baches y basurales hartan a los vecinos de Alderetes

Baches y basurales hartan a los vecinos de Alderetes

Las deficiencias en el alumbrado público y la inseguridad son otros de los reclamos de los ciudadanos.

Un caballo avanza lento bajo el sol del mediodía por el asfalto en el camino al aeropuerto. La enorme carga de chatarras y viejas sillas de plástico sobresalen por los costados del carro. Un trote corto da el animal con las últimas fuerzas para llegar al otro extremo del puente Ingeniero Barros, en dirección a San Miguel de Tucumán. Del otro lado, a lo lejos, pueden verse las tonalidades de azules que envuelven al cerro San Javier.

A los pies el río Salí despide un olor fétido, que a los vecinos de Alderetes ya los tiene acostumbrados. De frente cruza una moto en la que ninguno de los dos (conductor y acompañante) llevan casco protector. Para colmo en el medio del asiento, apretujado como el jamón del sándwich, va un niño menor de tres años.

En Alderetes, los baches en el pavimento convierten a las calles en un campo minado para los accidentes de tránsito. Con sólo pararse 10 minutos en la esquina de avenida Rivadavia y San Martín es fácil comprobar que el cruce es un peligro latente a cada cambio de luz del semáforo. Como las hormigas que huyen en estampida en el hueco del hormiguero recién dañado, así van, vienen, doblan, aceleran, cruzan autos, motos, carros, peatones, ciclistas, ómnibus y hasta camiones por esa esquina que revela el caos de la ciudad del este tucumano. “Aquí nadie respeta el semáforo; es imposible saber quién tiene el verde, porque todos avanzan al mismo tiempo”, se queja Leandro Azlán.

El joven es un comerciante que dejó Tafí Viejo para instalar su local comercial en Alderetes. “Los varitas nunca están; mejor dicho: a veces están, pero pintados”, reniega.

Desde la vereda, parado en la puerta de su negocio, señala un bache que potencia el caos. “Ahí van, todos cruzan, y cuando quieren esquivar ese pozo, empiezan los accidentes”, asegura.

A su lado, un cliente escucha la conversación y suma críticas. “Silman (en referencia al ex intendente Julio Silman, hoy presidente subrogante de la Legislatura) estuvo no sé cuántos años, pero no ha hecho nada. Siguen las calles rotas; de noche aquí no buena iluminación”, explica.

- ¿Cuál es su nombre?

- No no. No ponga mi nombre, porque Alderetes es chico y nos conocemos todos; después no me van a dejar tranquilo -responde.

A lo largo de las entrevistas no es fácil conseguir que los vecinos opinen con nombre y apellido. En otra esquina de la ciudad, se percibe el olor a podrido y a lo largo del cordón está la causa: como un pequeño cauce avanza por la pendiente un hilo de aguas servidas.

Es el cruce de Rivadavia y 24 de Septiembre. Otro pozo en el asfalto parece un sello de cada esquina. El ómnibus se acerca al cordón levantando agua como si fuera una tabla de surf, pero en agua sucia.

Un quiosco del lugar concentra un grupo de vecinos que llegan presurosos para hacer algunas compras. En tan sólo unos minutos, todos se quejan de la inseguridad, de los accidentes, de la falta de controles, de los baches, pero nadie quiere identificarse.

Una mujer señala el agujero en el asfalto y dice que ya hizo varias gestiones para pedir una solución. “Estoy cansada de ir a la Municipalidad para pedir que lo tapen -dice enfurecida, levantando el mentón en dirección al bache-, ya les he dicho que le tiren mier... aunque sea”, reniega.

Los basurales

Un problema serio es la inseguridad. La mayoría coincide en que, de noche, desde las 21 en adelante, es mejor no andar solo por la calle. El motoarrebato, aseveran, es el delito más usual.

Es mediodía y el tema de conversación en Alderetes es el robo que padecieron los dueños de una agencia de quiniela. Los vecinos comentan que, el lunes 14, al mediodía, entraron los ladrones, les apuntaron a los empleados y se llevaron la plata. Lo más curioso es que la quiniela está ubicada frente a una sucursal bancaria.

Las fotos de un basural en plena calle y las grabaciones que se toman para el video llaman la atención de algunos vecinos. Un automovilista baja el vidrio de la ventanilla. ¿Ustedes son de LA GACETA?, pregunta con entusiasmo. “Aquí, a cinco cuadras, hay un basural más grande”, dice. “Los puedo llevar para que hagan fotos del lugar y de los carros”, invita. “Pero yo no hablo”, agrega, dejando en claro que no quiere saber nada con identificarse.

De noche el puente sobre el río Salí puede ser una trampa. A veces tiene más del 90% de su extensión sin iluminación. Los taxistas que llevan y traen pasajeros desde el aeropuerto lo padecen. Para colmo, la ciudad de Alderetes es una de las puertas de entrada de los visitantes que llegan en avión a Tucumán. Los choferes aseguran que cruzar la zona del matadero es el tramo que averguenza por el olor que llega a la ruta y se cuela en los vehículos, mientras los pasajeros preguntan a qué se debe ese feo olor en el acceso a Tucumán.

Respuesta del intendente

“El estado de la Rivadavia es deplorable”

“El reclamo por el mal estado de calles se concentra en la avenida Rivadavia, que es ruta 304. Su estado deplorable”, reconoce el intendente de Alderetes, Sergio Venegas. Afirma a LA GACETA que la repavimentación -con fondos federales- comenzó y lleva un 10% de avance de obra. “A la vez, desde el municipios realizamos bacheo con material duro”, indicó. Acerca del alumbrado público, sostuvo que en cuatro meses fueron recuperadas 600 luminarias de vapor de sodio. “Trabajamos con la DAU para el alumbrado de la autopista Perón, con un avance del 80%”, detalló. En cuanto a los basurales, Venegas sostuvo que el 80% de los esfuerzos municipales están concentados en la limpieza. “Hay cinco puntos críticos, que son saneados durante el día y aparecen igual al día siguiente -aseveró-. Labramos actas a camiones que vienen desde la capital a arrojar basura aquí. También sufrimos conductas desaprensivas de algunos vecinos”.

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