Axel Kicillof, el creyente sin memoria

Por Jorge Lanata

“Alicia se daba por lo general muy buenos consejos a sí misma, aunque rara vez los seguía”. (Lewis Carroll) “Jamás se ha emborrachado nadie a base de comprender intelectualmente la palabra vino”. (Anthony de Mello) “No escuchen lo que digo, miren lo que hago”. (Néstor Kirchner)Su biografía tiene un título grandioso pero equivocado: se llama “El creyente”, un gran título para estas épocas en las que la política y el periodismo se han transformado en una cuestión de fe. En el tercer capítulo, llamado “La ambición de Axel, la necesidad de Cristina”, su biógrafo, Ezequiel Burgo, escribe: “A Cristina le gustó el perfil y la idea de Kicillof, y a éste le gustó el cargo. El sueño de Kicillof es dirigir la economía argentina, planificarla, moldearla a su gusto”. El 12 de marzo de 2012, un escandaloso artículo de Carlos Pagni en La Nación lo presentó como “el marxista que desplazó a Boudou”. La mayor parte de los informes publicados entonces lo mostraban como ideólogo del movimiento TNT en su facultad, neokeynesiano y especialista en “correr por izquierda” al kirchnerismo en el poder desde la tribuna del CENDA (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino). Hace poco tiempo el sitio web del CENDA sufrió un ataque de amnesia informática; www.cenda.org.ar sigue, al día del hoy, sin estar disponible. A fines de diciembre de 2011 estuvo suspendido “en construcción”, y volvió a funcionar con una sorpresa: el llamado IPC7 provincias había sido suprimido después de publicarse durante años.

Entre los trabajos borrados por Kicillof de la página del CENDA, uno publicado el 29 de agosto de 2006 cobra especial interés a pocos días de haberse presentado el Presupuesto y mientras el ministro fracasa intentando explicar el alza del dolar blue. El trabajo se titula: “Las consecuencias económicas del Sr. Lavagna. Dilemas del país devaluado”. El trabajo está firmado por Axel, Augusto Costa (hoy secretario de Comercio) y Cecilia Nahon (embajadora en Estados Unidos).

Cuando Kicillof asumió como ministro de Economía no presentó públicamente ningún programa económico con objetivos y metas. Por el contrario, siempre manejó la información de manera celosa, al mejor estilo kirchnerismo duro. Hasta los viajes del ministro y sus encuentros con pares de la región se mantienen en el mayor de los secretos. Entonces pensaba y aconsejaba exactamente lo contrario: “A casi un año de asumir Néstor Kirchner la Presidencia, hay un hecho incuestionable, escribió Axel: el Gobierno no presentó públicamente el programa económico para su gestión. Sin embargo, a partir de las múltiples declaraciones del Presidente y del ministro Sr. Lavagna es posible reconstruir los lineamientos centrales de la agenda económica del Gobierno, pese a que es indudable la ausencia de un plan manifiesto y teóricamente fundamentado, lo que dificulta la discusión sobre la viabilidad y los alcances de la política económica vigente. El presente trabajo intenta reconstruir los tres componentes que como mínimo deben estar presentes en todo programa: un diagnóstico informado de la situación que se enfrenta, una serie de objetivos, y el conjunto de instrumentos mediante el cual se pretende alcanzar las metas propuestas”.

Cuando en enero de este año el Gobierno devaluó el peso (el dólar saltó de $ 6,55 a $ 8,02) Kicillof culpó públicamente a Juan José Aranguren, titular de la petrolera Shell, de provocar el recalentamiento del mercado cambiario con maniobras especulativas. Ahora que el dólar superó los 15 pesos y la brecha es la más alta de la historia, culpó a los buitres y a los Estados Unidos. Cuando hace unos días presentó ante el Senado la ley de Pago de Deuda Soberana hizo alusión a una estrategia de los fondos buitre y relató un supuesto plan de cinco puntos. “Hay un consenso mundial de que no hay default en la Argentina”, dijo. “No hay razones económicas ni financieras para que el dólar esté a 15 pesos”. Cuando era docente, en cambio, desacreditaba ese tipo de argumentos: “Los economistas ortodoxos encuentran las explicaciones más descabelladas y esotéricas respecto a la determinación del tipo de cambio. Por un lado están los que creen que el tipo de cambio brota de los deseos del ministro, pero también se encuentran quienes afirman que no existe una explicación precisa de naturaleza económica para el fenómeno, sino que toda devaluación es producto de una conspiración abierta o encubierta destinada a desestabilizar al gobierno de turno. De ahí las tranquilizadoras hipótesis de golpe de mercado, o las más actuales denuncias que atribuyen el desplome de la moneda al canibalismo de los fondos buitre. De este último tipo de interpretaciones se burlaba Keynes en 1923 (...) Cada vez que el franco (léase peso) se deprecia, el ministro de Hacienda cree firmemente que ello se debe a cualquier cosa excepto a causas económicas, y lo atribuye a la presencia de un extranjero en las inmediaciones de la Bolsa, o a las misteriosas y malignas fuerzas de la especulación. Intelectualmente tal actitud no está lejos de la de un hechicero africano que atribuye la enfermedad vacuna al mal de ojo echado por un circunstante, y el mal tiempo al apetito insatisfecho de un ídolo (...) Una cosa debe quedar clara: el estrepitoso derrumbe de la convertibilidad de enero de 2002 no fue la consecuencia de una macabra maniobra de los especuladores”, sentencia Axel.

El Kicillof del pasado reciente –2006– estaba preocupado por el deterioro del poder adquisitivo del salario: “Déficit cero fue el grito de guerra en nombre del cual se recortaron atribuciones del Estado y (…) la poda directa de los salarios de los empleados estatales”.

El Axel actual no advierte que la inflación erosionó la capacidad de compra de los argentinos; este año no hubo paritarias por encima de la inflación, que será del 40 por ciento para 2014, y sus propios empleados del Ministerio de Economía, agrupados en ATE, protestaron hace unos días pidiendo recomposición en sus salarios.

“Al mismo tiempo –sigue el Kicillof del túnel del tiempo– al incluirse en el Presupuesto el pago de los abultados servicios de la deuda pública que se refinanciaban automáticamente, el superávit primario se transformaba en déficit presupuestario global”.

Axel acaba de presentar un Presupuesto para 2015 que contempla déficit primario y global, y reconoce para este año un déficit primario de 79.501,4 millones de dólares, y un rojo de 166.602,7 millones de dólares de resultado financiero. También critica la inclusión de la deuda en el Presupuesto, cuando bajo su gestión se avaló el crecimiento de la deuda con organismos públicos, y se reconoció una deuda con el Club de París de 9.700 millones de dólares, y pagarle a la española Repsol 5.000 millones en bonos más intereses. Ante sus lectores el viejo Axel criticaba la vocación de pago compulsivo de la deuda citando a Shylock, el usurero del Mercader de Venecia, exigiendo como prenda por su préstamo una libra de carne del cuerpo vivo de Antonio.

“La industria local, de pequeña escala y con un marcado grado de atraso técnico –escribió el ahora ministro en las páginas perdidas de CENDA– posee dificultades para competir con los precios internacionales fijados por empresas de mucho mayor tamaño y que se encuentran en la frontera tecnológica. Sus costos, y por tanto los precios a los que se hace rentable su producción son mucho mayores, Esta situación se ve agravada por el dólar barato-peso caro vigente en la década de 1990. Pero con la devaluación se abrieron oportunidades de poner en producción las viejas plantas inactivas durante más de diez años”.

El Kicillof del presente regañó al titular de la UIA, Héctor Méndez, por decir lo mismo.

–¿Dónde dije eso, en un paper?, me preguntó el economista Mario Blejer en los estudios de Radio Mitre. Puede ser….yo tengo papers para todo, remató con una sonrisa.

Si Kicillof es creyente, debería revisar su versión de los diez mandamientos.

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