Austin mintió para ingresar al país sus equipos obsoletos

Austin mintió para ingresar al país sus equipos obsoletos
En la UTN, sin ninguna comprobación científica, certificaron una supuesta vida útil de cien años para la vieja planta en desuso.
Los equipos que se utilizarán en la cuestionada planta de Austin, en El Galpón, no cumplían con los requisitos del Ministerio de Economía de la Nación para poder ser ingresados al país desde Bolivia, donde la empresa de nitratos no pudo ponerlos a funcionar por una decisión del gobierno de Evo Morales.

Las máquinas, con medio siglo de antigedad, se usarán para transformar gas natural cedido por la Provincia, a precio irrisorio, en unas 100 mil toneladas anuales de nitrato de amonio. Aunque el 85% de esa producción será materia prima para explosivos, la vida útil que le queda a la vetusta planta fabricada en 1964 despertó serias dudas, incluso dentro del grupo de profesionales que trabajó en el estudio de impacto ambiental y social en 2011.

De acuerdo con las condiciones estipuladas para la importación de líneas de producción usadas, los viejos equipos que Austin ingresó a Salta desde Santa Cruz, Bolivia, deberían tener científicamente garantizados al menos otros 50 años de vida útil. De lo contrario, la Secretaría de Industria, Comercio y Minería debería ordenar su inmediata “reexportación forzada”, porque así lo dispone el régimen aprobado a través de la resolución 511/00 de Economía.

La citada norma, que rige en Argentina desde el 29 de junio de 2000, establece que “los bienes usados importados deberán tener una antigedad igual o inferior al 50% de su vida útil”.

La planta que Nitratos Austin quiere instalar en El Galpón, cerca del dique El Tunal, fue fabricada en 1964 y estuvo en producción en Canadá hasta 1986, cuando fue desmantelada por la firma WetsCo Fertilizers. En 1996 las desusadas líneas de producción fueron adquiridas por la firma Mc Connel Metals, que luego las revendió a Austin Powder. Esta compañía mantuvo los equipos confinados en Calgari (Canadá) hasta comienzos de esta década, cuando los llevó a Bolivia para reinstalarlos en la localidad cruceña de Warnes. Tras la nacionalización de los hidrocarburos, en 2005, el gobierno de Evo Morales desactivó el acuerdo de provisión de gas que Austin había sellado con petroleras privadas. Hoy, tras los capitales chilenos que asoman en Nitratos Austin, la subsidiaria que preside Juan Ignacio Rigou, tío político de José Urtubey, vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y hermano del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, empieza a aparecer uno de los trasfondos que desencadenaron el rechazo en Bolivia.

¿Cien años de vida útil?

Para poder ingresar los equipos usados al país, con todos los beneficios promocionales dispuestos en la resolución 511/00, Austin debía acreditar que a la vieja planta, que carga con 50 años desde su fabricación, aún le quedan otros 50 años de vida útil.

La firma debía realizar esa y otras acreditaciones de rigor con la intervención de un organismo de certificación habilitado en el país. Y eligió para ello al Grupo de Ingeniería Estructural que dirige el ingeniero Héctor Sanzi en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

La intervención del mencionado profesional merece más que un llamado de atención, porque dio por cierto, como una verdad revelada, todo lo que le informó Pat Percy. Se trata del ingeniero que dirigió el proyecto de Petroquímica Boliviana SA, frustrado por Evo Morales, y ahora resucitado en El Galpón como Nitratos Austin SA, con parientes del poder político de Salta. En su dictamen, con el que avaló el ingreso de los equipos al país, Sanzi dio por verificada una vida útil total de cien años para la planta de Austin. “El ingeniero Percy me ha manifestado que, una vez realizados los reacondicionamientos (...) la vida útil remanente de los mismos será del orden de los 50 años”. Al respecto, uno de los profesionales que trabajó en el estudio de impacto, remarcó en su momento que “el informe del ingeniero Percy sobre el estado de la planta es patético, es periodístico, es político, pero para nada técnico”. Y esa es apenas una de muchas objeciones lapidarias.

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