Mi atlevido infolme a la Plesidenta

Por Carlos M. Reymundo Roberts

Esta vez, lo confieso, me costó muchísimo hacerle a Cristina el informe sobre lo que estaba pasando en el país mientras ella deslumbraba a los chinos. Sé que devora mis reportes. "No son buenos, pero son cortos", me dijo hace años. Lo dijo con onda. Esta semana no sabía por dónde empezar. Sí sabía que cuando está afuera no le gusta recibir malas noticias (bueno, cuando está en el país tampoco). Y a medida que pasaban los días las cosas se iban complicando más. Por ejemplo, era difícil informarle que en Salta murió otro chico por desnutrición justo cuando ella decía en Pekín que la Argentina tiene capacidad para alimentar a 500 millones de personas. O contarle que Capitanich perdió la peor de las batallas: perdió con Clarín. O hacerme el tonto sobre lo de los tuits: hasta pensé en decirle que es lógico que meta la pata una persona poco acostumbrada a usar una bota ortopédica. En fin, hice lo que pude. Reproduzco acá ese informe para que ustedes lo juzguen. Si el sábado próximo la columna no se publica o aparezco hablando bien de Macri , de Massa o, mucho peor, de Scioli , es que me echó.

Señora, aquí todo marcha a las mil maravillas. Boudou lleva el timón con prudencia y sabiduría. Y con perfil bajo. Le prohibieron aparecer por la Casa Rosada, hablar, dar indicaciones y hasta pedir café. Durante el encierro está practicando nuevas sonrisas de aprobación para estrenar en el próximo acto al que lo dejen entrar.

Su viaje a China fue seguido con enorme interés. La gente está de acuerdo en que, si había que entregar la soberanía, mejor entregársela a los chinos, con los que nos unen tantos lazos culturales, históricos y geográficos. Usted había dicho que quería una Argentina parecida a la Alemania de Merkel. Los acuerdos con Xi Jinping van en esa dirección.

Los tuits en los que se burló de los chinos fueron un hit. Se entendió muy bien que les tomaba el pelo sin otro objetivo que llamar la atención sobre un país tan injustamente olvidado. Ahora el mundo conoce un poco más de China, y los chinos la conocen un poco más a usted.

En realidad los tuits se entendieron bien en la Argentina. En otros países fue un desastre. Ya habrá leído: dijeron que nunca se había visto una cosa igual, que fue una falta de respeto a los chinos y no sé cuántas cosas más. ¿Mi explicación? Los traductores se hicieron un bolonqui tremendo con "Cámpola", "aloz" y "petlóleo". Además, se ve que desconocen que a usted no hay que tomarla literalmente. Acá, si habla de suicidio sabemos que en realidad está pensando en un asesinato.

Capitanich, espectacular. Qué bien estuvo cuando desmintió a Clarín y rompió dos notas del diario. Qué bien estuvo al día siguiente al no reconocer que se había equivocado con la desmentida. Qué bueno es Coqui para hacer las cosas mal. Es el mejor.

La que está muy despistada es la fiscal Fein. No hablo de que no hay avances significativos en la investigación (algo comprensible: se quedó sin todo el material probatorio que usted le estaba aportando). Tampoco hablo del escandalete que provocó al negar la existencia de documentos que están en la causa. Tampoco hablo de que Gils Carbó le escribe los comunicados. Está despistada sobre cuándo va a poder tomarse vacaciones. Pobre, tener que trabajar con estos calores y cuando ya tenía un tour contratado. Qué cruel es el destino. El destino de la causa, digo, con una fiscal tan cansada.

Ahora la Fein lo llamó a declarar a Stiuso. A mí no me deja muy tranquilo que hable este tipo. En todos estos años, cuando era nuestro espía favorito, debe haberse enterado de muchas cosas. Aunque sé que antes negociaremos con él, es impredecible. Mi propuesta es que, si se presenta, el comunicado posterior lo vuelva a escribir Gils Carbó. O usted, a través de otro tuit con espíritu zumbón, medio en chino, medio en español.

Me olvidaba: verla desplazarse en Pekín sin la silla de ruedas trajo un gran alivio. Muchos se preguntaban si usted podría volver a caminar. Qué bien (los) caminó, señora.

La Cámara Federal le ordenó al juez Casanello que cite a Lázaro Báez en una causa por lavado de dinero. Lo malo es que Lázaro es muy nuestro: es su socio, Cristina. Lo bueno es que Casanello también es nuestro.

Parece que a Bonadio, que osó investigarla a usted por el caso Hotesur, lo amenazaron de muerte. Una burda maniobra para perjudicarla. Por suerte, es como decía Nisman: estas amenazas nunca se cumplen.

En la Corte están convencidos de que lo del fiscal no fue suicidio, sino asesinato. Tienen horribles, espantosas sospechas. Digamos, igual que nosotros.

El abogado de Lagomarsino insiste en que usted debe ir a declarar. ¿Un consejo? Yo me presentaría. ¡Imagínese! De un lado, la Fein, agotada, superada por los acontecimientos. Del otro, usted, con su labia y su información. ¿Quién conoce mejor a Stiuso, a Nisman, a Lagomarsino (impresionante los tips sobre él que nos tiró)? ¿Quién conoce mejor a los servicios? ¿Y a los iraníes? ¿Y Puerto Madero? En momentos en que la gente nos ve un poco desorientados, no desaprovecharía la oportunidad de orientar la investigación.

Ya ve, Presidenta: puede volver tranquila. Acá la esperan jueces y fiscales. Espías. La familia de Nisman. Gils Carbó, necesitada de instrucciones. La esperan actos, cadenas, ovaciones. La esperamos todos. Sí, señora. La Argentina la sigue esperando.

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