El asalto armado al Obispado va a juicio con un imputado

El asalto armado al Obispado va a juicio con un imputado
El acusado, Vargas, se entregó espontáneamente ante la Justicia dos meses después del robo.
El atraco al Obispado de la Diócesis de Catamarca perpetrado el jueves 29 de septiembre de 2012 tendrá una primera instancia de debate oral y público ya que el fiscal de Delitos Criminales, Ezequiel Walther, dio por finalizada la investigación en lo que respecta a la participación de una de las tres personas que atracaron el lugar esa noche y elevó a juicio esa parte de la causa.

Ahora el joven que se presentara espontáneamente para ponerse a disposición de la Justicia - de apellido Vargas- deberá enfrentar ante un tribunal una acusación penal de robo calificado por el uso de armas y por ser en poblado y en banda.

El único imputado se entregó a mediados de noviembre de 2012 y en su declaración indagatoria formal no dio ninguna precisión sobre el hecho ya que decidió hacer uso de su derecho al silencio. No obstante la investigación avanzó con él como principal sospechoso.

El hecho

En aquella tarde de septiembre, Vargas acompañado por otras dos personas, más ingresó al Obispado por una de las entradas laterales del edificio, abriéndose paso luego por una puerta trasera para llegar al interior y subir al primer piso donde se encontraban tres sacerdotes, quienes fueron reducidos y levemente amedrentados con armas de fuego, según su propio testimonio.

Una vez con todas las personas bajo su control, los delincuentes buscaron una suma de dinero de la cual aparentemente tenían un dato bastante certero y que asciende, según la información confirmada posteriormente por fuentes ligadas a la investigación, a un total de 60.000 pesos correspondientes a la colecta anual que realiza la organización Cáritas para distribuir y aportar en diferentes espacios destinados a apoyar a personas de escasos recursos.

Luego de haber juntado el dinero que buscaban y otros elementos electrónicos de valor, los delincuentes se dieron a la fuga aparentemente sin ser captados por ninguna de las cámaras de seguridad que recubren toda la zona de calle San Martín entre Salta y Rivadavia. Los dispositivos de video del Obispado no estaban orientados correctamente para tomar imágenes que sirvieran a la investigación, las cámaras del Banco Nación aparentemente no estaban en correcto funcionamiento; tampoco las cámaras públicas ubicadas en el Cine Teatro Catamarca lograron captar el momento de la entrada y huida de los delincuentes armados, ni las cámaras del PAMI y del diario La Unión.

En aquel momento, la seguridad de los delincuentes para llevar adelante el atraco llamó la atención de los pesquisas e incluso se llegó a pensar que podía existir una persona que trabajara en el Obispado que hubiese trabajado en calidad de “entregador” brindando información a los asaltantes en la preparación previa del robo. Sin embargo, esta hipótesis investigativa no prosperó aunque la existencia de un entregador no fue negada ni afirmada.

Reconocidos

Durante el asalto los sacerdotes que fueron reducidos pudieron mirar a la cara a sus asaltantes ya que, a pesar de haber usado pasamontañas, al momento del atraco se los sacaron mientras pedían, “con amabilidad” según los curas, que entregaran el dinero que aparentemente sabían de antemano que estaría allí. Los prelados no fueron golpeados por los delincuentes durante el asalto aunque éstos los dejaron incomunicados.

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