Sol y Arte – Huellas solidarias en Jujuy

Sol y Arte – Huellas solidarias en Jujuy

En esta nueva travesía por la Argentina profunda Bettina Bulgheroni llega Jujuy para conocer a Sol y Arte, la institución que conecta a jóvenes a través de la danza. Promové la ayuda. ¡Inspirate!

El formato solidario conducido por Bettina Bulgheroni “Puentes de Esperanza”, recorre la Argentina profunda para dar a conocer acciones solidarias llevadas adelante por personas que trabajan por y para el otro, ayudando a quienes más lo necesitan formando este “puente” tan necesario.

En este viaje, la conductora se acerca a la provincia de Jujuy para conocer a Ernesto “Negro” Altamirano, el fundador de Sol y Arte, la Asociación que a través de la música y la danza, busca integrar a chicos con discapacidad.

El destacado folklorista y docente de música junto a su hija Gabriela, profesora de danzas folklóricas, fundaron la institución en el año 2002, por iniciativa de un grupo de padres, cuando Altamirano se jubiló de su actividad docente en ARENI.

Desde entonces, tiene como finalidad insertar a los jóvenes con discapacidad en la sociedad, a través del arte. En el caso del ballet ha participado en dos oportunidades en el Pre Cosquín de la provincia de Córdoba, lo que permitió que se abrieran algunas puertas y los convocaran a diferentes actuaciones y festivales.

Gabriela Altamirano explica que a diferencia de otras instituciones, este centro prioriza la parte artística y tiene como complemento la parte pedagógica o de alfabetización. Hay alumnos que a la mañana asisten a la escuela especial donde cumplen con su cuota escolar y por la tarde, en contraturno, van a Sol y Arte para hacer actividades como teatro, danzas folklóricas, expresión corporal, gimnasia, música, artes visuales y artesanías.

“Esto surge por la necesidad de que los chicos tengan en qué ocupar su tiempo libre. Casi no hay actividades en las que puedan participar, salvo en la parte deportiva, que es lo más accesible a ellos, como escuelitas de fútbol o gimnasios, Yo estuve averiguando y las escuelas de danzas o conservatorios de música, por ejemplo, generalmente no tienen la posibilidad de integrar a los niños con discapacidad”, explica Gabriela.

La idea de la institución era que los chicos encontraran un lugar donde ser felices, disfrutar del escenario y dejarlo todo. Hoy luchan por tener un espacio propio para ellos.

“Nosotros dimos un pasito más y hacemos que sean protagonistas; partícipes activos de su arte. El arte es un derecho inalienable de cualquier persona”, concluye Gabriela.

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