Arroyo y la reelección, el “enviado” y su delfín

Arroyo y la reelección, el “enviado” y su delfín

Con un conflicto de municipales latente y después de un año difícil como el que está por terminar, no parece lógico que el intendente Carlos Arroyoanuncie su deseo de ir por la reelección. Pero –ya no hacen falta más muestras- el intendente no transita habitualmente por el camino de la lógica: lanza frases al aire, sin medir las consecuencias y sin importarle los contextos.

 

Esta vez, sin embargo, no fue solo una frase que algún periodista le robó y se multiplicó. Arroyo dijo el martes que le gustaría terminar su mandato y seguir otros cuatro años para completar su trabajo. Y este miércoles lo ratificó en un comunicado oficial que envió el departamento de prensa a modo de balance del año de gestión. Está claro que el jefe comunal y su entorno quisieron que esa idea salga a la luz.

La visión de las altas esferas de Cambiemos no es tan optimista como la del jefe comunal en cuanto a su continuidad en el poder. Desde hace algunas semanas, Arroyo habla asiduamente con el segundo “enviado” para ordenar la situación de Mar del Plata. Tras la renuncia con más pena que gloria de Agustín Cinto, la gobernadora María Eugenia Vidal le encomendó la misión de ajustar la gestión en Mar del Plata a Joaquín De la Torre.

El exintendente de San Miguel pasa varios días en la semana en esta ciudad; se divide con otros dos distritos complicados: Pilar y Quilmes. “Es político y conoce la provincia, dos cosas que Agustín no tenía”, confió un hombre de confianza de Arroyo.

Vidal, al igual que el presidente Mauricio Macri, ratificó en su última visita a Mar del Plata su compromiso con la ciudad. No le soltarán la mano y por el contrario bajarán fondos frescos para obras. En el entorno de la mandataria provincial afirman que tiene especial interés en que la gestión de Arroyo levante cabeza. Por eso De la Torre está tan activo en Mar del Plata, aunque no se muestre públicamente.

Más allá del pedido de la gobernadora, el flamante operador político bonaerense tiene un delfín en Mar del Plata: Lucas Fiorini. Se conocen desde hace años, por el peronismo y por la estrecha vinculación que ambos dirigentes tienen con la Iglesia. Ese vínculo, para muchos, es la explicación de que el jefe del bloque de concejales del Frente Renovador se convirtiera en el nuevo aliado del oficialismo en Mar del Plata.

Desde el massismo aclararon rápidamente que decisiones como darle el apoyo a la prórroga de la emergencia económica que pidió el oficialismo son propiedad exclusiva del concejal, no del partido. “Se cortó solo, está jugando para él”, afirmaron.

Con una terminal de peso dentro de la estructura bonaerense de Cambiemos, Fiorini parece prepararse para dar el salto al vidalismo. Durante los dos últimos años hizo un trabajo arduo en el massismo para tratar de convertirse en el referente local. Fue candidato a intendente cuando nadie apostaba por él. Eso le sirvió para hacer conocer –algo- su nombre y para quedarse con la jefatura del bloque. Sin embargo, todo eso no fue suficiente ni para imponer su figura y, especialmente, para ganarse la adhesión del resto de los miembros del Frente Renovador local. El desembarco de Juan Curuchet y los coqueteos de Ariel Ciano hicieron que Fiorini pierda mucho terreno en su carrera por convertirse en candidato a intendente en 2019.

La llegada de De la Torre a un puesto importante en la Provincia le dio una vía de escape tentadora. Es que el Pro en Mar del Plata no tiene hoy una figura de peso para suceder a Arroyo en 2019 (dejemos la idea de reelección del intendente en una mera expresión de deseo) y tampoco pudo empezar a construir un candidato. Tras la caída en desgracia de Emiliano Giri, los cañones apuntaron, primero, a Gustavo Blanco, pero su extrema verborragia le hizo perder acciones. Luego pareció apostarse a Juan Aicega, concejal y referente para muchos, pero con un perfil bajo demasiado marcado que le ha hecho difícil trascender.

En ese contexto de falta de nombres, la apuesta de Fiorini parece inteligente. Sin embargo, para algunos sobrevalora el peso de De la Torre en el gobierno de Vidal. “En realidad, él ya venía haciendo este trabajo antes de que la gobernadora lo eligiera Ministro de Gobierno. Y además no tiene la independencia que muchos creen. Responde directamente a Salvai”, contaron fuentes bonaerenses.

Además, esa posibilidad está sujeta a otra variable, para nada sencilla: el éxito de De la Torre en acomodar la gestión. El municipio sigue sin encontrarle la vuelta a los problemas financieros. En las últimas horas, el secretario de Hacienda Gustavo Schroeder recurrió al descubierto, la herramienta tan criticada por el arroyismo durante la gestión Pulti, para poder cumplir con el pago de los sueldos. Y fue por una suma enorme: 286 millones de pesos. Tiene, a su vez, el eterno problema de la desocupación. Mar del Plata es la ciudad con mayor desempleo de todo el país y revertir esa matriz no es sencillo para nadie.

El otro gran problema es que a lo largo de este año lleno de dificultades Arroyo parece haber perdido el crédito de los marplatenses. Todas las encuestas conocidas reflejan que la imagen del jefe comunal se desplomó. Y esos índices están atados a la gestión, por lo que torcer el rumbo no parece ser un objetivo fácil de conseguir.

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