Arroyo empieza a moverse en clave electoral

Arroyo empieza a moverse en clave electoral

Con su estilo políticamente incorrecto, el intendente Carlos Arroyo suele repetir que no mira encuestas, ni piensa en clave electoral antes de hacer declaraciones o tomar decisiones de gestión. A juzgar por varias frases polémicas y otras tantas acciones desacertadas su definición es cierta. Sin embargo, las últimas dos semanas muestran que se está tratando de modificar esa lógica.

 

Hace menos de dos años, Cambiemos consiguió un triunfo contundente en Mar del Plata. Arroyo sacó el 47,35% de los votos, 35 puntos más de lo que acostumbraba a obtener, impulsado por la gobernadora María Eugenia Vidal que arrasó: 50,87%.

El gobierno nacional sabe que necesita una buena performance en la provincia de Buenos Aires si quiere ganar las elecciones de este año. Y en el territorio bonaerense, donde ostentan la buena imagen de Vidal, son conscientes de que Mar del Plata es un distrito clave (el segundo con mayor cantidad de votantes, después de La Matanza). En cualquier escenario que se presente este año aspirar a siquiera arrimarse a los porcentajes de 2015 es imposible; la meta más realista es mejorar la imagen de la gestión local.

A diferencia de lo que ocurrirá en el territorio provincial, donde Vidal se pondrá la campaña al hombro, los operadores de Cambiemos saben que la imagen de Arroyo, hoy, no tracciona votos para el candidato que encabece la lista de concejales. Pero también saben que es imposible planificar una campaña sin el intendente de la ciudad.

Hoy, las encuestas muestran que Vilma Baragiola –una de las tres dirigentes de Mar del Plata con mayor nivel de conocimiento- está bien posicionada en las encuestas. Si bien falta mucho tiempo y todavía no están definidos los candidatos, pese a sus últimos traspiés (el polémico video en el Sindicato de Camioneros y la derrota en las Paso ante Arroyo) sigue teniendo una intención de voto que pocos dirigentes en la ciudad pueden exhibir. Sus detractores afirman que el piso y el techo de Vilma están muy próximos, por lo que su margen de crecimiento es exiguo. De todos modos, hasta el momento, es la apuesta más segura de Cambiemos.

Así, la “ayuda” que puede recibir Baragiola o cualquiera sea el candidato oficialista es mejorar la imagen de la gestión local. Y ese es el camino que está intentando transitar el jefe comunal.

Arroyo inició la semana anterior con anuncios millonarios en materia de obra pública: más de 100 millones de pesos para pavimentos y viviendas sociales. El estado de las calles es un factor determinante para que el jefe comunal pueda recuperar buena parte de los votos que consiguió en 2015.

Este viernes, junto a Fernando Telpuk (secretario de Seguridad de hecho, aún sin decreto de designación) y el ministro de Gobierno provincial Joaquín De la Torre, lanzará un plan trianual de seguridad. “Es la primera vez que se elabora un plan a largo plazo”, cuentan en su entorno. Arroyo intenta así enamorar al marplatense medio que lo votó para que garantice el orden y la seguridad.

Este martes también buscó quitarse de encima el traje de anticuado y anunció la construcción del Parque Informático, junto al Museo MAR, e impulsar la radicación de industrias creativas en la zona de la ferroautomotora. Se trata de un proyecto menos ambicioso que el que había encarado Gustavo Pulti, pero de concretarlo será importante para combatir el gran problema que tiene Mar del Plata: el desempleo.

Pero esta semana, además, le habló a su electorado más duro. Volvió a instalar la idea de que arrestará a aquellas personas que generen microbasurales. Aunque a muchos nos parezca un disparate, el jefe comunal no lo dijo de manera improvisada, como suele ocurrir. Fue a través de un comunicado oficial en el que se eligió cuidadosamente qué informar.

Con menos planificación, este miércoles mencionó de la posibilidad de devolver el cuadro del capitán de fragata Pedro Giachino al recinto del Concejo Deliberante. La imagen fue retirada luego de que un subordinado dijera ante un juez que Giachino intentó obligarlo a matar a un hombre encapuchado y varios sobrevivientes lo reconocieran como el militar que los torturó durante la última dictadura cívico militar.

En 2015 muchos marplatenses eligieron el “mito Arroyo”: el hombre que garantizaba la seguridad con mano dura, la educación y, además, estaba rodeado de un aura de incorruptibilidad. A lo largo de este año y medio, sin mejoras sustanciales en ninguno de esos aspectos, muchos de sus votantes se desilusionaron. Y es lo que ahora trata de revertir.

La pata que mayor retroceso mostró es la educación. Arroyo llegó con fama de gran director de escuelas y hoy enfrenta un rechazo unánime a la gestión de Ana María Crovetto. Aunque él responsabilice de intereses políticos, el último lunes el pedido para que la funcionaria renuncie unió tanto a opositores como oficialistas. El intendente, por ahora, mantiene su respaldo, aunque con esa decisión arriesgue una importante cantidad de votos.

En los últimos 10 días, Arroyo comenzó a aprovechar (o intentar al menos) un recurso que a lo largo de su gestión no abundó: los anuncios grandilocuentes. En primer lugar, porque no hubo demasiados hechos que anunciar. Pasó la mayor parte del tiempo apagando incendios, entre funcionarios renunciados o echados y problemas para pagarles los sueldos a los trabajadores y las deudas a los proveedores. Pero, además, porque el intendente no cree en la comunicación.

O bien cambió de parecer o, lo que parece más probable, lo obligaron a cambiar. Como sea, el intendente comenzó a anunciar grandes obras o proyectos para dar idea de gestión. Probablemente la mayoría no se concreten tal cual lo anunciado o algunos ni se concreten, pero eso, en materia de comunicación política, no es lo relevante.

La idea de mejorar la imagen de la gestión de Arroyo sería imposible sin el apoyo de Provincia y Nación que aportan los fondos necesarios y, simbólicamente, demuestran el respaldo al jefe comunal. Queda la impresión de que todo esto llega tarde, pero será el electorado, en octubre, el que tendrá la última palabra.

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