Le arrojaron ácido y perdió un ojo

Un sargento de la Patrulla Aérea denunció a su ex mujer guardiacárcel por causarle heridas gravísimas en la vista.

 

“No veo un pedo”, se angustia el sargento primero Daniel Ledesma mientras busca con su ojo izquierdo las carpetas donde figuran las denuncias penales y los informes médicos. Es que su ojo derecho tiene apenas dos por ciento de visión: el 98 por ciento restante se perdió por “una sustancia química”, de acuerdo constan en las evaluaciones del Hospital Nacional de Clínicas.

Ledesma esfuerza su único ojo sano y encuentra lo que busca. Lo muestra: “Mirá, acá sale todo: la cantidad de estudios que me hicieron en el Hospital de Clínicas y en la Clínica del Ojo, y también las denuncias que le hice a mi ex mujer en Violencia Familiar y en el Tribunal de Conducta Policial. Y nadie me lleva el apunte. Me dicen que la Justicia es lenta, que ellos no pueden hacer mucho, y mientras tanto mi mujer sigue su vida como si nada y yo me arruiné la mía. ¿Qué me queda? ¿Cómo esperan que reaccione?”.

Ledesma tiene 41 años y, hasta que le dieron carpeta médica el 22 de enero, pertenecía al grupo de “elite” de 13 policías auxiliares de vuelo de la Patrulla Aérea de Córdoba. Incluso estaba a punto de recibirse como despachante de aeronave en la Escuela Alas.

El “a punto”, que aún no se sabe si será transitorio o definitivo, tiene que ver con que, de acuerdo con la denuncia presentada por Ledesma en la Unidad Judicial de Violencia Familiar, en la noche del miércoles 21 de enero su ex mujer, Alejandra Avelina Beas (40), le arrojó ácido en la cara que le afectó el ojo derecho.

Ledesma prefiere no aparecer en las fotos, pero al visitarlo en su casa de barrio Empalme lo primero que resalta es el color excesivamente rojo de su ojo derecho. Y luego están los informes médicos: en ellos se leen palabras como “úlcera corneal total” y “examen actual de agudeza visual” del dos por ciento. Y están, también, los restos de pertenencias que había en el automóvil Fiat Regatta donde ocurrió el ataque, como monedas de un peso (trituradas por el ácido) y una gamuza (agujereada por el ácido). “No sabés cómo me quedó la ropa que tenía puesta. Pasa que me incautaron todo, el vehículo también, como parte de prueba cuando hice la denuncia”, cuenta.

Ledesma y Beas (la mujer es empleada penitenciaria) estuvieron juntos más de 20 años y tienen dos hijas mayores. El policía asevera que se separaron hace dos años y que él empezó una relación con otra pareja.

Siempre de acuerdo con su relato (que consta en la denuncia judicial), en la noche del miércoles 21 estacionó su Regatta en la esquina de las calles Garzón y Chamical, a pocas cuadras de su casa, para comprar comida. “Cuando volví al auto y arranqué el motor, ella abrió la puerta del acompañante y se metió. Me dijo que me había seguido toda la tarde”, relata Ledesma. El vínculo entre ambos no venía nada bien. Según se lee en la denuncia, en julio de 2013 la mujer tomó un termo con agua caliente y se lo arrojó en la cabeza a Ledesma, quien sufrió quemaduras de segundo grado.

Esta vez, la cosa fue más allá. Ledesma cuenta que, mientras hablaban, Beas “abría y cerraba nerviosa la cartera” y le habría dicho frases como “te voy a marcar para toda la vida”. “En un momento me tiró un líquido a la cara. Alcancé a cubrirme parte, pero me entró en el ojo derecho. En el acto sentí un ardor como no te podés imaginar. Fue ácido de batería lo que me tiró. ¿Cómo podía suponer que ella llevaba ácido en la cartera?”, se lamenta.

Según Ledesma, la Justicia imputó a su ex mujer por “lesiones gravísimas”, pero por ahora todo quedó ahí. “Yo perdí mi vida y ella sigue libre. ¿Qué habría pasado si el ataque hubiera sido al revés? Yo estaría preso en Bouwer y ya me habrían dado de baja de la Policía”, se enfada.

El Tribunal de Conducta Policial confirmó a este diario la existencia de la denuncia y que se aguardan informes de la Fiscalía para tomar medidas.

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