El PJ y la UCR armaron sus listas nacionales buscando satisfacer distintas necesidades

Las listas de precandidatos a diputados nacionales presentadas por Jorge Capitanich y por la coalición Cambiemos -que lidera el radicalismo- dejaron a la vista que el armado de esas nominaciones fue utilizado por el oficialismo y la oposición como instrumento para intentar resolver necesidades que son distintas en un caso y en el otro.

En el caso del frente que encabeza la UCR, la designación del rozista Horacio Goicochea como primer candidato al Congreso exhibe el interés radical por mostrar una imagen de renovación luego del resultado de las PASO provinciales de mayo, en las que los votos obtenidos por la precandidatura de Aída Ayala a la gobernación estuvieron prácticamente veinte puntos por debajo de los cosechados por el precandidato del Frente Chaco Merece Más, Domingo Peppo.

“La idea es mostrarle a la sociedad que entendimos el mensaje y que estamos dispuestos a cambiar”, dijo ayer un dirigente radical que formó parte del debate interno que se dio antes y después de las PASO locales.

Chau Plan A

En cuanto al oficialismo, Capitanich se animó a no repetir las candidaturas de José 

Mongeló y Gladys Soto, los diputados kirchneristas chaqueños que terminan sus mandatos en este año y a quienes se contaba como muy probables figuras repetidas en las boletas de octubre, por estar ambos registrados en las listas de los leales de hierro que Cristina Fernández y su entorno anotan y siempre tienen en cuenta para las renovaciones en el Congreso.

Al principio, el gobernador buscó preservar el primer lugar en la boleta para una jugada que finalmente no le fue exitosa: que ese espacio fuese ocupado por Gustavo Martínez, su virtual “compañero de fórmula” en la carrera por la intendencia de Resistencia (Martínez es el candidato a presidente del Concejo Municipal, y en caso de que Capitanich gane el municipio será quien lo reemplace cada vez que “Coqui” se ausente o esté de licencia).

La movida fue demasiado obvia y Martínez la leyó en un instante, por lo que declinó la oferta y optó por mantener la candidatura municipal. Capitanich, entonces, se resignó a la caída de su Plan A y cubrió el lugar con una figura de su extrema confianza. La ficha cayó en Analía Rach, exsecretaria privada suya, a la que llevó en el equipo que trasladó a Buenos Aires mientras fue jefe de Gabinete, y a la que entregó la Subsecretaría Legal y Técnica del Ejecutivo provincial cuando el gobernador retomó su cargo en el verano pasado.

El segundo y tercer lugares sí reflejan el encuadramiento a pie juntillas con el kirchnerismo duro. Lucila Massin y Fabián Ríos, de La Cámpora y del Espacio Bicentenario, respectivamente, expresan ese perfil. Pero por encima de ellos, Capitanich pone a Rach para barnizar la boleta del Frente para la Victoria con un perfil técnico y refrescante, algo que en cierto modo equilibra con la lista de Parlasur, donde con Julio Sotelo le hace un guiño a la vieja dirigencia del peronismo ortodoxo.

Rozas en el centro

En Cambiemos el clima es más apremiante. El radicalismo y sus aliados saben que

revertir los números del 24 de mayo es una misión extremadamente difícil. El impacto de las PASO sacudió de tal manera a la alianza opositora que Angel Rozas volvió a ocupar el centro de la escena y a convertirse en el vértice de consulta para todos los referentes de la UCR, Ayala incluida.

De hecho, Goicochea es hombre de Convergencia Social, si bien el movimiento de Rozas ya tenía reservada la primera candidatura a diputados nacionales. En principio, el espacio iba a ser para Alicia Azula, para integrar a Somos Parte a un acuerdo “de unidad”, pero la intendente de Barranqueras no digirió el acuerdo de Ayala y el exgobernador, y entonces la cabeza de la lista nacional quedó para el rozismo.

Pero más allá del dato sobre ubicaciones de precandidaturas, lo cierto es que Rozas vive una recuperación de la cotización de sus acciones políticas, empujada por el fracaso radical de mayo. Fue él quien recetó mostrar caras totalmente nuevas en las nominaciones pendientes de definición.

Ayala, con los números de la elección de un mes atrás a la vista, acató el consejo y decidió pegar el volantazo para volver -tanto como ello sea posible- a las fuentes. Por eso, echó a los asesores de imagen que le habían diseñado la campaña desde Buenos Aires y retomó el vínculo con quien fue el encuestador chaqueño preferido de Rozas y con un consultor que los gurúes de Buenos Aires habían eclipsado.

Se vienen ahora las PASO nacionales de agosto, los comicios provinciales de septiembre y las generales federales de octubre. Es decir, esto recién empieza.

Comentá la nota