Argentina evalúa interceder ante Brasil por la falta de agua en los ríos, que encarece la logística y la energía

El Congreso y el Parlasur le pidieron a la Cancillería tomar acciones con Brasil por los escasos recursos hídricos en las cuencas de los ríos Iguazú, Paraná y Uruguay. Ciudades sin agua, puertos sin profundidad, represas con escasa generación, algunos de los daños.

 

El faltante de agua en los ríos Iguazú, Paraná y Uruguay (tienen los caudales más bajos de los últimos 90 años) podría desembocar en los próximos días en un reclamo formal de la Argentina ante Brasil por el cierre de las compuertas de sus numerosas represas, acción que impactó -aunque no fue determinante- en que se encarecieran la logística en el puerto de Rosario y, obligara al sistema de energía eléctrica local usar gas natural, una fuente de generación más cara.

 

El miércoles 8, las representantes de Misiones ante el Parlamento del Mercosur (Parlasur), Cecilia Britto y Julia Argentina Perié, presentaron un proyecto en el que pidieron articular acciones con Cancillería para solicitarle al gobierno de Brasil que reabra las compuertas de sus represas instaladas en las cuencas afluentes de esos tres ríos.

Estos cursos de agua muestran una bajante histórica, que provocó, entre otras cosas, que se "secaran" las Cataratas del Iguazú y que las ciudades misioneras de Puerto Iguazú y Jardín de América se quedaran sin provisión de agua potable, ya que las bombas están ubicadas ahora por encima del nivel del río.

Pero aguas abajo este problema generó que las represas hidroeléctricas argentinas Yacyretá (que se comparte con Paraguay sobre el río Paraná, frente a Corrientes) y Salto Grande (con Uruguay, frente a Entre Ríos) operen a media capacidad, mientras que los puertos de Rosario, Santa Fe, mostraron bancos de arena. Esto produjo mayores costos energéticos y logísticos para la Argentina en las últimas semanas.

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El reclamo llegó al ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Felipe Solá, quien analizará esta semana las medidas a tomar, luego de que le solicitaran desde Misiones "arbitrar los mecanismos legales pertinentes" para que se reabran las compuertas de sus represas y regular el caudal del agua.

Fue el mismo gobernador, Oscar Herrera Ahuad, el que se puso a la cabeza esta iniciativa, en una conversación que mantuvo con el canciller.

Según fuentes de Cancillería consultadas por El Cronista, la agenda de Solá está casi por completa abocada a atender a los cerca de 10.000 argentinos varados en el exterior ante el cierre de las fronteras por la pandemia de Covid-19 (coronavirus) y a organizar los viajes de repatriación.

En una sesión virtual de la Cámara de Diputados, el canciller contestó la semana pasada preguntas de los legisladores que forman parte de la Comisión de Relaciones Exteriores y tomó el planteo de la diputada de Entre Ríos por el Frente de Todos, Blanca Inés Osuna, sobre la "preocupante baja en el Río Paraná".

Solá respondió que estaba al tanto del tema, que las Cataratas del Iguazú están con bajísimo caudal (unos 280 metros cúbicos por segundo, contra 1500 en épocas de normalidad) y que se debe a una menor cantidad de precipitaciones en el estado brasileño de Paraná.

Tras una reunión que hicieron este fin de semana los técnicos que fiscalizan la represa Itaipú (compartida por Brasil y Paraguay, sobre el Río Paraná; es la hidroeléctrica más grande del mundo), el canciller pedirá un informe a Brasil, adelantó ante el Congreso sesionando por videoconferencia.

La falta de agua se ocasionó en una sequía en Brasil durante el verano. Desde el cordón montañoso Serra do Mar, pegado al Océano Atlántico en el este brasileño, nacen los ríos Paraná, Iguazú y Uruguay y allí escaseó el agua, una situación que se volvió crítica a partir de mediados de febrero.

Solo en el Río Iguazú, que nace cerca de la ciudad brasileña de Curitiba, hay seis represas hidroeléctricas: Foz de Areia, Salto Segredo, Salto Santiago, Salto Osorio, Salto Caxias y Baixo Iguazú.

Las represas tienen la función de regular el caudal de agua. El cierre de las compuertas es más útil cuando hay excesos hídricos que ante una sequía, pero Brasil estuvo aprovechando ese recurso para generar energía hidroeléctrica, que es la fuente de generación más abundante en ese país (con alta dependencia del agua en su matriz), además de ser la más barata.

En Misiones aseguran que esa conducta brasileña es habitual, pero que ahora llamó la atención por la sequía. 

Energía y logística

La energía hidroeléctrica es la fuente de generación de electricidad más barata entre las disponibles. Así como en Brasil es la fuente preponderante en su matriz, en Argentina las represas del Noreste Argentino (NEA, Mesopotamia o Litoral), como Yacyretá y Salto Grande, aportan energía de base, mientras que en el Comahue algunas funcionan en el pico de demanda, pero la matriz nacional depende en un 60% del gas natural, un poco más caro.

Como la falta de agua llevó a que las represas del NEA operen muy por debajo de su potencia instalada, el Sistema Argentino de Interconexión (SADI) tuvo un leve alza de costos, que no significará una gran preocupación para el Estado, ya que se pudo suplir con mayor generación nuclear, aportes de energías renovables y uso de gas natural en las centrales termoeléctricas.

La escasa demanda de gas natural que provocó el Covid-19 (tanto en industrias, comercios como para la generación eléctrica) y el hecho de que todavía las temperaturas promedio no sean tan bajas como para disparar el consumo hogareño otorgó una vía para colocar esa producción en el SADI, ante la falta de agua en las represas.

Aguas abajo, en los puertos de Rosario se redujo la profundidad, lo que determinó que algunos barcos tuvieran que partir con apenas un 75% de la carga que pueden transportar. Esto encarece los costos logísticos y las exportaciones argentinas.

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