Aranguren, Sturzenegger, Abad y el mito de los lobos solitarios

Aranguren, Sturzenegger, Abad y el mito de los lobos solitarios

El ministro de Energía, el jefe del BCRA y el titular del fisco pasaron de niños mimados de Macri a estar en la mira por acciones determinadas. ¿Deciden por si mismos?

 

Eran tres de los más fieles, de los pocos que el presidente Mauricio Macri decidió en algún momento cobijar. Por estima personal y reconocimiento de capacidades técnicas el mandatario eligió colocar a Juan José Aranguren, el ex Shell, al frente del Ministerio de Energía; a un histórico de los gobiernos peronistas como Alberto Abad en AFIP y al único de su riñón PRO, Federico Sturzenegger, comandando el Banco Central (BCRA).

Para el jefe de Estado, la herencia del kirchnerismo había dejado esos tres flancos muy debilitados y quería asegurarse que su línea directa operara en esos sitios estratégicos de control de la moneda, los ingresos tributarios y los recursos energéticos. De extremo bajo perfil, los personajes en cuestión aprovechaban hasta hace poco la utilización ambigua de su figura y sus decisiones que hacía una parte del Ejecutivo Nacional. No son pocos los que aún refieren que son tres lobos solitarios que determinan sobre temas sensibles con autonomía, sobre todo el fisco y el BCRA. Y respecto a Aranguren, el Círculo Rojo sigue pensando que sus desbordes no son obras presidenciales, sino de una conducta que ya arrastra de sus años en la petrolera angloholandesa.

 

 

 

El destino hizo que esta semana los tres actores predilectos atravesaran eventualidades de la política que los dejaron en lugares incómodos. Tal como adelantó Letra P en el anterior episodio de Memoria & Balance, sigue sin detenerse la catarata de reclamos a Sturzenegger por el esquema de metas de inflación y tasas de referencia. La rebelión para convencer a Macri de que el sistema no sirve la encabeza el vicejefe de Gabinete y ex Farmacity Mario Quintana. Pero no está solo. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, habla a través de sus segundas líneas fuertes para marcar diferencias.

El malestar tiene que ver con que el Central sigue poniendo la tasa por arriba de los 28 puntos y no sólo que descoordina la evolución del tipo de cambio en relación a la inflación futura, sino que juega en el límite con la recuperación de la actividad y la evolución del crédito productivo. Su aventura arrastra además a algunos bancos públicos hacia tierras heladas. Los bancos Provincia y Nación cortaron los subsidios de tasas para préstamos productivos que habían sido promocionados en plena batalla pre electoral. El freno pareció tener un contenido netamente electoralista, porque se bajaron al día siguiente de los comicios. Pero no menos cierto es que no es la primera vez que Sturzenegger manifiesta en público su desacuerdo con la obligatoriedad de que los bancos presten a tasa subsidiada. Mensajes confusos en el marco de un proceso de recuperación económica que ya empieza a jugarse la sustentabilidad o no más allá del rebote. Tampoco conforma en el Gobierno el impacto que tiene la mega tasa del BCRA sobre la inflación. Más allá de los tecnicismos, la canasta de alimentos no baja de precio y eso preocupa. Quizás más mella en Macri haya hecho la consideración de su ex ministro de Economía Alfonso Prat Gay. El que desde que se fue tiene ganas de volver criticó con dureza la super tasa. 

 

 

Miguel Ángel Gutiérrez, el presidente de YPF, tiene más libertad de movimiento que su antecesor, Miguel Galuccio. En ocasiones habla directamente con la Jefatura de Gabinete o toma decisiones que cree convenientes con el expertisse que le dan sus años en el sector corporativo y de la banca especulativa. Esta semana, el ex Telefónica JP Morgan pateó el tablero en lo que fue una patriada garantizada por La Rosada. La firma de bandera se trenzó en una lucha pública con Aranguren por un extraño ida y vuelta con los precios del etanol, combustible bio que tiene un corte obligatorio para las naftas. A principios de mes, el ministro rubricó la resolución 435, en la que dispuso la baja de entre 22 y 29% en el precio del bio que usan las petroleras para cortar los combustibles. Esa decisión, que favoreció  a YPF y a todo el sector, produjo un anuncio de baja en los precios en surtidores.

Pero días después, Aranguren volvió sobre sus pasos y moderó esa baja al 15%. Con un problema: los combustibles ya habían bajado, mientras en paralelo subía el precio del crudo Brent y el dólar.

Naturalmente, las petroleras están que trinan. Porque reconocen, además, que los precios del etanol son astronómicos. Según cifras del sector a las que accedió Letra P, antes de la reducción de precios del etanol, el pasado 31 de octubre, el producto era vendido a 958 usd/m3 (caña de azúcar) y 774 usd/m3 (maíz). Después de la baja quedaron de la siguiente forma: 815 usd/m3 (caña de azúcar) y 610 usd/m3 (maíz). Esta última es la que se acaba de retraer.

 

 

 

“La nueva resolución implicará una suba de los precios de los biocombustibles que impactará en el precio de las naftas. El etanol en Argentina es marcadamente más caro que su equivalente en naftas y significativamente superior a los precios del etanol a nivel internacional. Cualquier aumento en el precio de biocombustibles supone un mayor precio para los consumidores argentinos”, expresaron desde la torre de YPF en Puerto Madero. Pareceres similares se sintieron en Axion y Shell, los otros jugadores que le compran el etanol a un mercado atomizado como el de los azucareros.

No es el único capricho que se le critica al “indescifrable”, como gustan denominar en algunos pasillos a Juan José, el ex Shell. El sector petrolero tiene otros problemas con el ministro, como la resolución que subsidiada el pago del gas nuevo pero mantiene sin cambios el valor del gas obtenido de fuentes no tradicionales. También le duele a YPF, que tiene el 25% de su producción puesto en shale.

En un punto de la historia de la semana coinciden Aranguren con Abad, el tercer actor que quedó enfrascado en temas candentes. El sabueso preferido de Macri -enredado en constantes rumores de renuncia que salen de sus detractores en Casa Rosada-, fue elegido selectivamente por los herederos de Cristóbal Lópezen el Grupo Indalo, el fondo OP Investments, del financista Ignacio Rosner, como punto de presión para exponer la liviandad oficial con un tema tan delicado como la situación económica y financiera del holding y su consecuente efecto en las fuentes de trabajo. OP emitió sendos comunicados, acompañados por textos elaborados por los petroleros de la firma Oil y el gremio de la UOCRA, acusando a Abad de trabar la reconstrucción del grupo, negándole un plan de facilidades para cumplir con la deuda que mantienen con el Estado. En AFIP, en el edificio enfrentado con la Plaza de Mayo, parecen no querer aflojarle a la presa. Aseguran que, como organismo, no laudan en temas de empleo. Y parecen estar dispuestos a ir a fondo contra el caso de los $8.000 millones de tasas de combustibles apropiadas por López y su mano derecha, Fabián De Souza. Pero van más allá: aseguran que hubo administración fraudulenta en colaboración con un ex funcionario de AFIP. Nada más ni nada menos que su ex titular, Ricardo Echegaray.

El caso es estratégico y ya está pasando de castaño oscuro con un gobierno que no define qué hacer o cómo encauzar la negociación para poner a salvo la fuente de trabajo de más de 4.000 familias que se reparten entre los medios de Indalo, la petrolera y las constructoras de López. De hecho, flota en el aire una pregunta eterna en el entorno de Rosner: por qué, si hay presunta intención de nuevos accionistas de ingresar, no hay un plan de pagos o moratoria como la que le ofrecieron a Osde, que tenía con el Estado una deuda similar a la de López.

Es precisamente Oil Combustibles el punto de contacto entre Abad y Aranguren. Uno de los que presuntamente inyectaría el dinero para salvar a Indalo es la mega corporación rusa Lukoil. Lo expresó Rosner en un comunicado y manifestó la intención de los rusos de inyectar U$S80 millones a cuenta de capital de trabajo de la petrolera. Pero el negocio no es tan lineal. El mejor periodista de energía del país, Nicolás Gandini, explicó en su portal Econojournal que, a ciencia cierta, Lukoil está representada en el país por dos traders locales. Ergo, no es la firma rusa en pleno la que opera en el negocio, sino intermediarios que persiguen la colocación de combustible importado en el mercado local.

 

Esta posibilidad se dio gracias a la liberalización del mercado de las naftas que firmó Aranguren con anuencia presidencial. Pero la movida ya muestra riesgos ciertos. El caso de los combustibles de Lukoil, que llegarán de afuera a precios más bajos para competir con naftas locales con mayores costos, no es el único. Hay decenas de traders que están detrás del mismo negocio: uno de ellos, la firma Trafigura, una multinacional con sede en Ginebra y 4.000 empleados en todo el mundo. Casualmente, fue una de las que se interesó por comprar activos de la ex firma de Aranguren, la angloholandesa Shell.

El conflicto con Aranguren parece seguir abierto y se espera a nivel local un mundo de estaciones de servicio “blancas” que aprovecharán el ingreso de importados.

Los tres actores del conflicto más reciente, en tanto, aseguran que hasta ahora no tuvieron reclamos desde la política y que hacen lo que les indican desde las altas esferas. Tampoco admiten quejas que supongan modificaciones en su comportamiento. No parece ser lo que se cuenta en las oficinas.

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