Ante el concurso municipal “Una bandera para Corrientes”

Ante el concurso municipal “Una bandera para Corrientes”
Habiendo tomado estado público el llamado a concurso para crear una Bandera para la ciudad de Corrientes, realizado por el Departamento Ejecutivo Municipal, y a modo de contribución ciudadana, los abajo firmantes expresamos:
Que hubiera dado mayor legitimidad a ese Concurso, la participación del Honorable Concejo Deliberante Municipal. En una democracia plena, los poderes del estado no actúan en soledad en cuestiones de tanta significación como la creación de un símbolo.

Que los “tiempos” del Concurso, aparecen harto breves dada la trascendencia del objetivo perseguido.

Que los considerandos históricos propuestos para el caso, presentan serios errores, de los cuales, entre otros cabe mencionar los siguientes:

Blas Basualdo nunca fue “gobernador federal” de Corrientes. Era el jefe militar de un ejército ajeno a la provincia. Un poder “de facto”. Reconocerlo como gobernador, justificaría revisar la categoría adjudicada a todos los generales que gobernaron Corrientes como consecuencia de un golpe. Por lo tanto, la bandera que impuso fue un acto de fuerza.

Es erróneo que el 24 de diciembre de 1821 la provincia haya adoptado - según expresan las bases del Concurso -, “como provincial la bandera nacional con el sol, la cual fue jurada en dicha fecha. Pero para distinguirla de las tropas del Directorio la ley 33 de 29 de diciembre de 1821 estableció que el gobernador podría por su libre voluntad designar el escudo que adornaría dicha bandera en lugar del sol, distinguiéndola de la nacional. No mucho después, en 1822, fue aprobado el escudo provincial y colocado en la bandera”. Al contrario, ese día, sólo se aprobaron dos leyes, la Nº 26, creando el cargo de receptor de alcabala en Curuzú y Goya, y la Nº 27, reglamentando las operaciones portuarias, los derechos de aduana, etc. Ninguna relación con la bandera. Asimismo, la Ley nº 33 del 29 de diciembre de 1821, en el Art. 14, sólo dice lo siguiente: “El pabellón de la provincia consistirá en dos colores de celeste y blanco, dejando al arbitrio del gobernador el poder designar el escudo, como igualmente el sello de gobierno”. Del sol, Directorio, bandera nacional, diferenciación, etcétera, ni una palabra.

El escudo de 1822 que, en las Bases del Concurso aparece en la bandera, es apócrifo. Corrientes nunca tuvo un escudo partido en dos campos, con gorro frigio en el superior y cruz en el inferior, cercada de lo que parecen ser flechas rectas. Lo que sí aparece en diferentes épocas, desde que Ferré las introduce en 1825, son uñas de ancla que recuerdan el carácter portuario de la ciudad. Por otra parte, el escudo de Fernández Blanco tenía directamente “puntas” de tierra.

Es totalmente erróneo que “entre los años 1823 y 1880 se usó una bandera similar, sin escudo ni sol, con un pico azul ubicado a la izquierda de la franja blanca. Esa bandera se popularizó con el nombre de Bandera del Pico de Caá Guasú”. El pico lo introdujo Ferré en 1824, y el escudo se siguió usando regularmente en la franja central. Basta con ver la bandera de Caá Guasú que se custodia en el Museo Histórico de la Provincia. Esa bandera se siguió utilizando hasta la Guerra del Paraguay, cuando, por haber sido empleada por los paraguayistas para diferenciarse de los nacionales, cayó en desgracia. Claramente evidencia esa situación Pedro Igarzábal en su diario sobre la ocupación paraguaya de Corrientes. Además, nunca hubo una bandera que se conociera como “Bandera del Pico de Caá Guazú”.

El lema de la Bandera no es “Patria, Libertad y Constitución”, sino ¡Patria! - ¡Libertad! - ¡Constitución! Y fue inserto en el año 1840, de resultas de la Ley del 14 de diciembre de ese año, que derogó el anterior ¡Viva la Federación Argentina! Así aparece ya en la Bandera de Caá Guasú (así se escribe) traída recientemente del Museo de Luján.

El Concurso denomina equívocamente “fuerzas unitarias al mando del General José María Paz” al ejército correntino organizado por el Gobernador Ferré, el más “Federal” de los gobernadores del interior.

También se habla de las “bases populares, criollas y guaraníes”. Falso. Históricamente, los guaraníes de las misiones jesuíticas fueron siempre enemigos de los correntinos, particularmente los yapeyuanos, por disputas territoriales, y, especialmente, por la posesión de los ganados.

Por lo antedicho, es falso que Juan Bautista Méndez se haya apoyado “en una milicia conformada en su gran mayoría por indios guaraníes”. Los indios guaraníes nunca integraron las milicias correntinas.

No es verdad que Artigas haya enviado a Andresito a Corrientes. El diario de Pampín - única fuente inobjetable -, explica que fue Escobar en su disputa con Vedoya (una “interna” entre correntinos), el que le pide socorro. Andresito aprovecha para invadir Corrientes, alimentar a sus indios, desfallecientes después de las derrotas sufridas a manos de Chagas, engordar sus caballos, equiparse, y obtener dinero expoliando a los correntinos, para continuar después sus luchas contra los portugueses. Andresito, famoso por sus desafueros en estado de embriaguez, estuvo al frente de un ejército de ocupación. Tulio Halperín Donghi, titula este brevísimo episodio “La revancha de los guaraníes”.

Andresito no realizó reforma agraria alguna. La propiedad de la tierra siguió manejándose con las pautas tradicionales. Tampoco “emancipó” a los negros, aunque algunos hayan sido reclutados como soldados, y los indios nunca fueron esclavos, desde las Leyes de Indias.

Cada vez que no lo sostuvieron los mosquetes y las lanzas, el artiguismo cayó en Corrientes. Tan es así que cuando Andresito abandona la ciudad, debe dejar lanceros para que sostengan a Méndez. La Bandera de Artigas tremoló mientras fue apuntalada con las armas. Un pabellón “de facto”, como quien dice.

Es incorrecto que Corrientes haya “resignado” esa bandera que se pretende original. No se resignó nada, porque los correntinos nunca la sintieron suya. De otra forma la hubieran sostenido, perpetuado, como hicieron con la Bandera de 1821, alzando ejército tras ejército y derramando su sangre en las cruentas batallas de las contiendas civiles.

Guste o no guste, la correntinidad no se forjó tremolando la Bandera de Artigas, sino a la sombra de la Cruz fundacional, el épico ejemplo de los Comuneros de 1764 y tantas otras gloriosas evocaciones de siglos, bajo los pliegues de la Bandera de Pago Largo, Caá Guasú, Arroyo Grande, Vences Rincón, Caseros y las grandes batallas de la Guerra del Paraguay.

Hoy, cabe honrar los colores de Artigas, un grande si los hay, como un “acto de justicia y reparación histórica”, pero pretender que es necesario reivindicar “la identidad federal de los correntinos”, es ofender a nuestros antepasados y menospreciar sus luchas. El federalismo nunca fue un patrimonio exclusivo de los orientales, menos de los porteños, y mucho menos de las dictaduras ferozmente centralistas que estos últimos engendraron.

El llamado a Concurso pretende que “la Bandera reflejará el pasado, presente y futuro de nuestro municipio”. Corrientes tiene más de 400 años de vida, y el concurso recorta todos esos siglos a sólo 6 años, entre 1814 y 1820. Es un reduccionismo histórico inadmisible. Esos seis años no reflejan ni remotamente el pasado de Corrientes, podrán quizá vertebrar el “relato” de una determinada gestión comunal, y durar tanto como ella, pero el futuro hablará por sí mismo, y es de esperar que no lo haga valiéndose de voces que, aún sin quererlo, puedan traducirse en discordia, desunión y reniego de cuando ha sido, es, y debiera seguir siendo la correntinidad y la Historia grande de la Provincia de Corrientes.

Ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, marzo de 2014

Año del Bicentenario de la Provincialización de Corrientes”

Juan José López Desimoni, Jorge Enrique Deniri, Miguel Fernando González Azcoaga, Dardo Rodolfo Ramírez Braschi, Felipe Bonastre, María Mercedes Traynor Balestra, Juan Carlos Raffo, Carlos Lezcano, Gaspar Moreno, Enrique Eduardo Galiana,Alexis Dabat.

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