A 20 años de una reforma que intentó limitar la discrecionalidad del poder

A 20 años de una reforma que intentó limitar la discrecionalidad del poder

La Constitución que se juró el 24 de agosto de 1994 fue el resultado de una negociación con una mirada de largo plazo que introdujo modificaciones paraatenuar el presidencialismo a cambio de la reelección

En 1993, cuando la reforma constitucional impulsada por el entonces presidente Carlos Menem iba tomando cuerpo, no eran pocos los que pensaban que el intento de imponer la reelección del presidente iba a inscribirse en la tradición de reformas inconsultas, con una legitimidad socavada por la ausencia de la oposición. Los antecedentes de 1949 -cuando el gobierno peronista aprobó un texto con ausencia del radicalismo- y 1957 -realizada bajo la dictadura de la Revolución Libertadora y con el peronismo proscripto- no eran auspiciosos.

Sin embargo, la capacidad de negociación política y el sentido de la oportunidad de dos grandes dirigentes -Carlos Menem y Raúl Alfonsín-, pero también de otras fuerzas opositoras que participaron de la Convención Constituyente, terminarían dando como resultado una Constitución que si es impensable sin el Pacto de Olivos -y el Núcleo de Coincidencias Básicas a que dio lugar-, también lo trasciende. Prueba de ello es que todos los artículos fueron aprobados con las mayorías necesarias, tres artículos se votaron por unanimidad; el texto constitucional -aprobado el 22 de agosto- fue jurado el 24 de agosto de 1994 por la casi totalidad de los 305 constituyentes de las 19 fuerzas que tuvieron representación en la Convención -la única salvedad fue la del obispo Jaime de Nevares, quien renunció al comienzo de las deliberaciones- en el Palacio San José, en Entre Ríos.Carlos Corach, Eduardo Menem, Rodolfo Barra, Elisa Carrió y Graciela Fernández Meijide responden qué es lo mejor que tiene la Constitución de 1994

La reforma legitimó la aspiración reeleccionista de Carlos Menem, al tiempo que, con la incorporación del tercer senador por provincia, sirvió para mantener vivo a un languideciente radicalismo. Pero había mucho más que eso: la nueva Constitución cambió el diseño institucional de la Argentina, dio herramientas para una aún pendiente atenuación del presidencialismo, reconfiguró la política argentina, consagró nuevos derechos y garantías, elevó a rango constitucional los tratados internacionales en materia de derechos humanos e incorporó modernos mecanismos de control. A mitad de camino quedó la autonomía de la capital y la cuenta pendiente del federalismo, relegado a una cláusula transitoria jamás cumplida por la que el Congreso debía aprobar una Ley de Coparticipación Federal.

Una dato anecdótico tal vez sirva para iluminar cómo fue que funcionó la Convención. Consultados por Infobae, al menos tres convencionales se autoatribuyeron la redacción del inciso 22 del artículo 75, que eleva a rango constitucional los tratados internacionales de derechos humanos. Otro dos convencionales atribuyeron su redacción a otros constituyentes. ¿Todos mienten? Por el contrario, probablemente todos tengan razón y todos hayan realizado aportes. Y es que si el menemismo no puede atribuirse la Constitución del 94 como un legado propio, es porque se trata del resultado de una negociación política -no un negociado- como pocas hubo en la historia reciente de la Argentina.¿Qué es lo peor que tiene la Constitución de 1994?

En el listado de constituyentes -tan heterogéneo como relevante- conviven políticos, con ex militares golpistas y juristas de todo tipo y procedencia: Álvaro Alsogaray, Antonio Cafiero, Carlos Auyero, Alfredo Bravo, Carlos Corach, Graciela Fernández Meijide, Carlos "Chacho" Álvarez, Juan Pablo Cafiero, Evangelina Salazar, Adelina Dalesio de Viola, César Jarovslavsky, Alberto Natale, Alberto Pierri, Gildo Insfrán, Jorge Yoma, José Antonio Romero Feris, Héctor Tizón, Pino Solanas, Oscar Aguad, Augusto Alasino, Alberto Balestrini, Claudia Bello, Aníbal Ibarra, Norberto La Porta, Adriana Puiggrós, Jesús Rodríguez, Ramón Mestre, Aldo Rico, Antonio Bussi, Eduardo Barcesat, Rodolfo Barra, Mariano Cavagna Martínez, María del Carmen Falbo, Juan Carlos Maqueda, Alicia Oliveira, Horacio Rosatti y Eugenio Zaffaroni, entre otros.

Los gobernadores que fueron electos convencionales -Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Ramón "Palito" Ortega, Carlos Reuteman, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Carlos Maestro, Horacio Massaccesi, entre otros- alternaban la gestión en sus provincias con los debates en Santa Fe y Paraná. Algunos aparecieron sólo para las fotos de la inauguración y la clausura, o cuando se tocaba algún interés particular de su provincia. Muchos recuerdan a un Duhalde muy activo intentando -infuctuosamente- que se incluyera el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano. De Kirchner un compañero de bloque recuerda un encendido discurso llamando a la austeridad cuando se discutían las dietas de los convencionales: "Decía que cómo le iba a explicar a los maestros de su provincia lo que pensaban cobrar los convencionles y horas después se subió a un avión privado para ir a Santa Cruz que salía una fortuna".¿Es necesaria una nueva reforma?

Cristina Kirchner, de conocidas dotes oratorias, tuvo una participación destacada en la defensa de la coparticipación federal y el reconocimiento del dominio originarios de las Provincias de los recursos naturales existentes en su territorio. Según publicó el viernes el diario La Nación, la ahora presidente generaba tanto malestar dentro del bloque del PJ que debió "refugiarse" por un tiempo en las oficinas del Partido Demócrata.

La convención representó el salto a la política nacional de una joven profesora de derecho chaqueña. Muchos convencionales aún recuerdan el discurso de Elisa Carrió, electa por el radicalismo, en contra del Núcleo de Coincidencias Básicas. Por los pasillos del Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral, Alfonsín se quejaba: "Los quilombos que me trae esta chica. Yo la metí acá... no sé para qué".

También fue un punto de inflexión para Frente Grande, que consiguió conformar un bloque por encima de sus propias expectativas. Junto con el socialismo y sectores progresistas del radicalismo, impulsó la incorporación de un artículo proabortista; el peronismo se oponía y, por intervención del propio Alfonsín, lograron desarticular el intento. Un convencional recuerda un chiste que circulaba en los debates sobre este tema: al empresario funerarioAlfredo Péculo sus compañeros de bancada lo acusaban de estar a favor del "derecho a la muerte".

A 20 de su entrada en vigencia, muchas de sus disposiciones siguen sin cumplirse. El Ministerio Público lejos está del funcionamiento pensado por la Constitución como "un órgano independiente con autonomía funcional"; elDefensor del Pueblo lleva años sin designarse; los informes de la Auditoría General de la Nación en los que se señalan fallas en la gestión por las que nadie responde van a dormir al Congreso... Sin embargo, ante la pregunta sobre la necesidad de una nueva reforma, una decena de políticos y constitucionalistas consultados porInfobae fue unánime: la Constitución de 1994 es un instrumento moderno e idóneo, que por el momento no necesita más ajustes que los que pueden hacerse a nivel legislativo. La clave para una mejor institucionalidad, al parecer, habría que buscarla en el Congreso.

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