A los 83 años, falleció Juan Martínez Belza

A los 83 años, falleció Juan Martínez Belza

Ayer bien temprano, la “Radio madre”, daba a conocer la noticia. Como todos los días, el clásico repaso de los fallecidos en el pago iba a contar con un aditamento especial.

Uno de los nombres protagonistas de la sección sería ni más ni menos que el propio propulsor de esa emisora que se ganó buena parte de la identidad tandilense. Dejó este mundo el empresario (como él prefería que lo cataloguen) Juan Vicente Martínez Belza. Era un hombre de familia, empresario y hombre de radio. Un hacedor.Juancho nació en Tandil, estudió en la Escuela número 2, y tempranamente comenzó a trabajar en el bazar de su padre como repartidor. Tuvo una empresa de gas, colaboró en múltiples emprendimientos y junto con un equipo de personas participó en la creación y desarrollo del Banco del Fuerte. Luego, los avatares económicos de los años ´90 lo llevaron a adquirir Radio Tandil.  Sus inicios Martínez Belza contaba que, mientras estudiaba comercial y algo de inglés, era repartidor en el bazar que tenía su padre, algo parecido a los “Todo por dos pesos de hoy”.Luego formó una empresa distribuidora de gas, hizo la música funcional y la publicidad del Estadio y, además, tuvo un criadero de gallinas de raza y con su hermano Miguel, conformaron un palomar.Más adelante trabajó en Amigos de la calle Rodríguez y allí se formó el Crédito General Rodríguez, que fue el primer crédito comercial que hubo en Tandil. Comenzaron con una empleada y una persona a cargo y, finalmente, terminaron creando la Financiera de Tandil y luego el Banco del Fuerte.Según lo recordaba el propio Juancho, se trató de una “experiencia hermosa, porque lo hicimos con mucho trabajo. Tenía un equipo de gente que me respondía, con ganas de hacer las cosas. En esos momentos viajábamos y nos asesorábamos. Fuimos pioneros por tener la tarjeta, Argencard, así que tuvimos que enseñar a los comerciantes y usuarios qué era una tarjeta”.No sin dolor señalaría luego sobre el cierre que “la política económica que tenía el gobierno de Menem y la corrupción que había en el Banco Central en ese momento, hicieron que instituciones como la nuestra desaparecieran. Fue lamentable, porque teníamos ciento cincuenta empleados, habíamos iniciado desde abajo y con mucho esfuerzo”. El Eter Ya repasando su incursión en la radio, reseñó que habían hecho una de las primeras transmisiones en el gobierno de Illia, con un equipo que le había facilitado Phillips. “Fue desde la Avenida Colón al 1200, cuando vino la princesa Benedicte. Después de eso se licitó la radio, nos presentamos y no pasó nada; con el tiempo surgió la oportunidad”, recordaba en un reportaje a este medio. En su repaso no obvió referirse a su incursión en política, dentro de la juventud del radicalismo, donde fue secretario. Llegó a vicepresidente del Consejo Deliberante y allí hacían un periódico que se llamaba “La Calle”, compartiendo la labor con Ambrosio Renis, Juan Carlos Pugliese, Ceballos, entre otros referentes de la ciudad.Su visión hizo que rápidamente aquella radio pionera se metiera en el corazón de los tandilenses. en cada barrio, en cada demanda vecinal tenía que estar el móvil de la radio. Y así fue.“Cuando llegamos hubo que aprender muchas cosas y poner la radio en la calle. Lo primero que se hizo fue incorporar móviles, que es importantísimo para la radio y como en esto no hay mucho que inventar, se tomó un poco el ejemplo de las radios líderes de la Capital, aunque allí los recursos son mejores”, recordaba.Ya en su incursión frente al micrófono, tuvo un estilo particular. Incluso a pesar de su escasa preparación supo ganarse la adhesión del oyente. El mismo supo definir lo que ocurría con su programa: “quien posee una carrera periodística tiene otra manera de desarrollar el programa, de expresarse. Yo me manifiesto más como la gente común y eso tiene llegada. Lo que pasa con ellos es mágico, la relación que tengo con el público es extraordinaria. Hacer un programa de radio es apasionante y por eso lo sigo, ya que a los oyentes les gusta mi manera de encarar las cosas”. Cuando se le preguntaba cómo querían que lo mencionaran, si por un hombre de radio o un empresario Juancho repetía: “Yo diría que soy un hacedor, un hombre de radio porque estoy en la emisora, pero soy empresario porque también tengo que manejarla desde el punto de vista financiero.“Hay un proverbio que dice que más vale ser un fracasado habiéndolo intentado y no un mediocre que nunca se animó a nada”, cerraba aquella entrevista Juancho. Sin dudas un hombre que se animó a mucho…  El cierre del Bazar Zabel Una de las últimas entrevistas que concedió a este Medio fue a propósito del cierre de un comercio emblemático de la ciudad, Bazar Zabel. Sobre este final, Juancho fue, una vez más certero como sencillo. “La vida es así, se van cerrando etapas todo el tiempo, se van abriendo puertas y poniendo en marcha otros proyectos para continuar el camino. Porque el hombre necesita tener metas o al menos soñarlas  para sentir que todavía en este tránsito quedan muchas cosas por hacer”. Para los tandilenses memoriosos, el Bazar Zabel fue un clásico por el que pasaron varias generaciones de vecinos. En las vidrieras del bazar convivieron en perfecta armonía y codo a codo los platos de loza con los productos Sprayette, los monederos para la cartera de la señora con los vasos de vidrio y las copas de cristal. Y también las lapiceras fuentes con el gato moviendo la manito y que dicen que trae suerte.La vida es así y nada dura para siempre, aunque pensar en un negocio familiar que brilló, sí brilló, durante 82 años merece ser despedido con mucha nostalgia.“Fue una empresa que nació en 1932, mi padre Miguel Martínez Belza con su hermano Juan y una hermana Juana la inició. Uno de mis tíos, había venido de Buenos Aires, trabajaba en Gath & Chaves (N.R.: una gran tienda en el microcentro porteño fundada en 1883. Fue una de las favoritas de la clase alta de esa ciudad y de los que venían de otros lugares. Cerró definitivamente en 1974). Era la época en la que se atendía al público de galera y bastón y cuando los empleados iban a hacer la temporada a Mar del Plata los alojaban en el Torreón del Monje.La verdad que mi tío vino con una idea revolucionaria: armar el bazar de  $0,95 y $1,95, únicos precios. En ese momento fue como un acontecimiento. Había seis copas o seis cuchillos a 95 centavos o de pronto algunas cosas más valiosas, que eran las menos, a $2,95. Así empezaron a trabajar y les fue muy bien (…).Para nosotros, lo importante era atender al cliente de la mejor manera. Las cosas tienen un principio y un final. Hay que ser criterioso y decir “hasta aquí llegamos”. Rosita –su hermana- está en el otro local (el que cerró) y le da lástima pero ya está.

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