A 30 años, continúa el misterio por la desaparición de Cecilia Giubileo

A 30 años, continúa el misterio por la desaparición de Cecilia Giubileo

La médica cirujana fue vista por última vez el 16 de junio de 1985, en la Colonia Nacional Dr. Manuel A. Montes de Oca, de Torres. Nunca más se supo nada del ella. Tres décadas después y luego de decenas de hipótesis, el misterio continúa.

En la Colonia Nacional Dr. Manuel A. Montes de Oca, de Torres, han ocurrido infinidad de hechos que merecieron espacio en la prensa nacional. Sin embargo, la desaparición de Cecilia Enriqueta Giubileo, en la noche del 16 de junio de 1985, quedó grabada en la memoria de todos los lujanenses y de muchos argentinos, que siguieron el caso durante meses hasta que ganó el olvido.

Con 39 años, divorciada, médica cirujana, Cecilia Enriqueta Giubileo demostró, tal vez sin querer, que en las cerca de 300 hectáreas del establecimiento de salud mental una persona puede desaparecer sin dejar un solo rastro, sin testigos directos, sin pruebas, sin ruido, sin que nadie sea detenido, sin mensajes.

A las 21.48 de esa fría noche invernal, su Renault 6 pasó por la portería. Minutos más tarde la doctora firmó el libro de entrada y agregó su número de matrícula. Hay viejos empleados de la Colonia que guardan ese documento como un tesoro de la historia.

Con una naturalidad que no dejó ningún margen para la sospecha, Giubileo fue hasta el pabellón 7 a visitar un paciente, firmó el acta de defunción de la interna Patricia Villalba, saludó a una enfermera, mantuvo un breve entredicho con la supervisora Nélida Ojuez, que vivía en el edificio de la Clínica Médica, y su ingreso a la Casa de Médicos es lo último que se supo de ella.

A la mañana siguiente, su auto estacionado, con escarcha en el techo, fue mudo testigo de la desaparición.

En los despachos judiciales de Mercedes, desde entonces y hasta hoy, la causa caratulada "Presunta privación ilegal de la libertad" sólo reunió indicios y testimonios infructuosos. Más por orgullo que por lógica, casi 30 años de su apertura, los expedientes siguen abiertos a la espera del dato milagroso que ayude a develar el misterio.

El 16 de junio de 1985 fue el último día que testigos directos observaron a Giubileo en su ámbito laboral. Patricia Valle, una paciente que varias veces intentó fugarse del nosocomio, aseguró haber visto a la doctora amordazada en un haras de la zona, pero jamás consiguió repetir dos versiones iguales.

Las cuestiones extrañas comenzaron a suceder horas después de la desaparición. El entonces director de Montes de Oca, Dr. Florencio Elías Sánchez, no se apuró a radicar una denuncia. Lo que sí se realizó con premura fue la remodelación y pintura de la Casa Médica, donde Giubileo pasó la última noche antes de esfumarse.

Recién el 22 de junio de 1985 se abrió el expediente para iniciar la búsqueda policial. Fue por decisión de su madre, María Josefa Lancetti de Giubileo. En Foja 28 se lee: "Que resulta progenitora de la Doctora Cecilia Enriqueta Giubileo, argentina, de 39 años de edad, quien se desempeña como médica de la Colonia Nacional Dr. Manuel Montes de Oca del partido de Luján. Que su hija reside en la calle Humberto 1ero. 1940 de ésta ciudad. Que el día 31 de mayo la dicente vino al domicilio de su hija, quedándose por espacio de aproximadamente una semana, regresando a Córdoba el día 8 o 9 de junio del corriente año. Que al despedirse su hija le manifestó que la llamaría telefónicamente, cosa ésta que no realizó, motivo por el cual el día 14 del corriente mes la dicente le envió un telegrama informándole que había llegado bien a su domicilio. Que el mismo día su hija le telefoneó expresándole que había recibido el telegrama y que se encontraba bien".

Último contacto de Cecilia con su mamá.

ILUSIONES Y CERTEZAS

Un mes después de la desaparición, el tema había estallado en los medios de prensa. EL CIVISMO titulaba: "Optimismo por el caso Giubileo. Se aguarda próximo esclarecimiento". La crónica indicaba que "la Policía de la Provincia de Buenos Aires, la Federal y la de Córdoba han intervenido siguiendo todas las pistas que van surgiendo a medida que avanza la investigación, y al llegar al final, se desvanecen y deben trabajar en otra posible, con la esperanza de llegar al esclarecimiento del doloroso suceso, cuanto antes.

"Mientras tanto, los periodistas de grandes medios gráficos y televisivos han efectuado su propia investigación, que también ha permitido que se descubrieran un sinfín de aconteceres que, aunque la médica desaparecida no tuviera ningún vínculo con ese tipo de actividades, de confirmarse su veracidad, pondrían al descubierto graves irregularidades.

"Hace un mes, cuando El Civismo efectuó el anuncio del desdichado acontecimiento, se detectaron algunas reacciones (ninguna debidamente firmada) por supuesta difamación sobre la vida privada de la profesional.

"En realidad, ante un hecho de estas características, es fundamental la vida privada y relaciones de la víctima", afirmaba este medio.

Con sólo un mes de investigación, entre profesionales, vecinos de Torres, amigos, pacientes y allegados a la doctora, ya habían declarado 600 personas.

Un mes después de la desaparición, se difundían las mismas hipótesis que aún hoy están latentes. Todo lo latente que pueden permitir 30 años sin hallazgo ni pistas firmes.

El mar de suposiciones sostenía y sostiene que el hecho pudo tener relaciones con un drama pasional; con un tráfico de órganos vitales y venta de sangre, presuntos ilícitos de los que jamás se consiguieron pruebas; con la actividad política de su ex esposo en España y sus ex cuñados desaparecidos; con un problema de droga; con robos que nunca fueron denunciados.

Como si la decisión personal sobre la sexualidad tuviese algo que ver con lo ocurrido, los relatos periodísticos subrayaban que "pese al secreto del sumario, la autoridad tendría en su poder el diario íntimo de la desaparecida y cartas reveladoras que confirmarían una ligazón sentimental, a la que no estaría ajena una mujer". Tampoco sirvió en la investigación ese dato supuestamente "revelador".

Con más ilusión que certeza, en julio de 1985 este medio informaba: "El círculo estaría prácticamente cerrado. Faltaría un solo detalle y sería inminente su esclarecimiento. En la semana del 16 de julio, en que se cumplió un mes de la desaparición de Giubileo, se vivió un clima de agitación. Idas y venidas hacían presagiar que en instantes más se conocería la noticia definitiva. (...) Día y noche se ha trabajado sin tregua en el esclarecimiento de un hecho que ha entrado en su recta final. Se aguarda con optimismo el desenlace de un caso que mantiene en tensión a todo el país". Se escribía con más ilusión que certeza.

Una ilusión que volvió a despertarse en 1995, cuando el periódico "El Tiempo", de Pergamino, puso en su tapa el contundente título "Hallazgo de los restos de la doctora Cecilia Giubileo". El autor de esa nota fue Víctor Calvicioni, especialista en policiales, quien hace un par de años atrás aseguraba que volvería a escribir la misma nota.

Su información estaba basada en el hallazgo de restos óseos en el arroyo Pearson, en la ciudad de Colón, provincia de Buenos Aires. El informe del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) daba cuenta de huesos pertenecientes a una mujer de una altura de 1,62, de entre 25 y 35 años al momento de la muerte, y cuyo deceso había ocurrido hacía unos 10 años.

La larga distancia existente entre el hallazgo y el título de "El Tiempo" se recorrió con comentarios, suposiciones, especulaciones y comentarios. Para conocer la verdad sólo hacía falta un análisis de ADN, pero los huesos descansan en una cajita del archivo del EAAF a la espera de que alguien asuma los costos de ese estudio.

En sus últimas declaraciones a los medios, María Josefa admitía la desesperanza de encontrar a su hija. La mujer siempre dijo que ambas mantenían un código secreto de comunicación. Cada vez que Cecilia la llamaba desde Luján hacía sonar el teléfono una vez, cortaba, y volvía a discar. Era la clave para saber quién estaba del otro lado del teléfono. Meses después de la desaparición, María Josefa siguió recibiendo ese íntimo mensaje. Una pista más que no llevó a nada.

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