El ánimo contribuyente del peronismo que Macri no supo capitalizar

El ánimo contribuyente del peronismo que Macri no supo capitalizar

Sin mayoría propia, Cambiemos necesitó del massismo y el Bloque Justicialista para aprobar todos los instrumentos que requirieron el plan económico y la promesa de inversiones. Todas las leyes.

Cuando el 10 de diciembre de 2015 Mauricio Macri asumió como presidente, supo que tendría que gobernar con un Congreso adverso. Por entonces, el Frente para la Victoria tenía el control las dos Cámaras. Apenas dos meses después, un grupo de diputados encabezados por Oscar Romero y Diego Bossio abandonaba la bancada kirchnerista en Diputados para formar el Bloque Justicialista -ligado a los gobernadores- que comenzó a trabajar en sintonía con el Frente Renovador de Sergio Massa. En el Senado, la ruptura fue virtual. La oposición dura quedó reservada al cristinismo y desde entonces, lo que se conoce como el peronismo dialoguista se transformó en la llave que le permitió al Gobierno aprobar, negociaciones mediante, casi la totalidad de las leyes que pidió el Ejecutivo en nombre de la lluvia de inversiones y la institucionalidad.

El acuerdo con los fondos buitre fue el emblema y bandera de largada de ese proceso. El 16 de marzo de 2016, apenas iniciadas las sesiones ordinarias, el peronismo mostró su grieta interna en la votación que consagró el pago a los holdouts y dio la primera muestra de respaldo institucional al gobierno de Macri.En Diputados, fueron 165 votos a favor, entre los que se contaron 86 de Cambiemos, 34 del Frente Renovador y aliados, 27 del PJ y –por pedido de los gobernadores- seis del kirchnerismo. El cristinismo y la izquierda resistieron casi en soledad. En el Senado, el Gobierno consiguió 54 votos sobre un total de 72 ypartió en dos el bloque de Miguel Ángel Pichetto, donde se opusieron 16 legisladores.

Fue el primer triunfo parlamentario de muchos. Según las cifras que publica la Secretaría Parlamentaria, entre el 1 de marzo de 2016 y el 28 de febrero de 2017, en Diputados se aprobaron 101 leyes. En el Senado, fueron 96. En tanto, en el período 135°, que abarca desde el 1 de marzo de 2017 hasta el 28 de febrero de 2018, en la Cámara baja se votaron 86 proyectos. Los primeros dos años de Gobierno, el oficialismo tuvo apenas 87 diputados propios y 15 senadores. En diciembre de 2017 amplió su poder de fuego a 108 diputados y 25 senadores. En minoría, el Gobierno construyó una enorme fortaleza política, que le permitió dar las ansiadas señales al mundo y a los mercados.

En el listado de leyes en las que el Ejecutivo pidió –y obtuvo- la colaboración de la oposición, que arranca con el pago a los fondos buitre, figuran: el blanqueo de capitales y Reparación Histórica (julio de 2016), ley de fomento de pymes (julio de 2016), ley de contratos de participación público privada (noviembre de 2016), Riesgos de Trabajo (febrero de 2017), ley de emprendedores (marzo 2017), reforma tributaria (diciembre de 2017), reforma previsional (diciembre de 2017), consenso fiscal (diciembre de 2017) y la ley de Financiamiento Productivo (mayo de 2018), entre otras más ligadas a los económico y a la promesa de la lluvia de inversiones. A eso se sumaron las tres leyes que reemplazaron el mega DNU de "desburocratización del Estado", que esperan por la sanción en el Senado.

En lo institucional, se suma el nombramiento de los jueces de la Corte Suprema (junio de 2016), que Macri hizo primero por decreto, salteando al Congreso, las leyes de Presupuesto 2017 y 2018. Y en lo jurídico penal, la ley del arrepentido (octubre de 2016) y ley de flagrancia (septiembre de 2016), incluida en el paquete de proyectos de Justicia 2020, entre otras.

Según el caso, Cambiemos contó, de manera alternativa o simultánea, con el apoyo del PJ alineado con los gobernadores o del Frente Renovador, por razones que van desde la responsabilidad institucional hasta las negociaciones por obras o fondos para los distritos, los aprietes de la Rosada, el afán por diferenciarse del kirchnerismo -al que Pichetto acusó de caminar "al borde del sistema"- y borrar políticamente a Cristina, o la necesidad de deshacerse del estigma que indica que el peronismo fuera del poder no deja gobernar.

En tanto, la oposición se unió en contadas ocasiones. El 19 de mayo de 2016 lo hizo para votar la ley antidespidos, que se sancionó con 147 votos a favor en Diputados, después de conseguir 49 en el Senado. Tal como había anunciado, Macri la vetó pocas horas después. "El Gobierno está adoptando las medidas necesarias para generar confianza y que se concrete un período de expansión de la inversión y crecimiento económico y, por lo tanto, de generación de empleo genuino", dijo. 

Ese mismo año, en noviembre, trabó en el Senado la reforma electoral, que ya había sido aprobada en Diputados, y la ley de extinción de dominio, que tuvo profundas críticas de juristas y académicos. En noviembre de 2017, el Senado bloqueó la reforma laboral.      

En diciembre de 2016, la oposición se plantó en Diputados con un proyecto de reforma del Impuesto a las Ganancias que finalmente fue modificado en el Senado, tras un acuerdo entre el Gobierno, las provincias, los sindicatos y el peronismo dialoguista. Marcha atrás a la aventura opositora y nuevo triunfo oficialista. 

La larga lista de contribuciones legislativas formó parte del discurso que el miércoles 9, en la sesión en la que la oposición aprobó la ley que morigera el tarifazo, dio el presidente del interbloque Argentina Federal  Pablo Kosiner. De tono habitualmente moderado, el salteño mostró la paciencia colmada de los diputados del peronismo federal ante los calificativos de “desestabilizadores”, “demagógicos” y “populistas” que durante días les propinó el oficialismo.

"Nosotros no dejamos sin presupuesto a la Argentina", dijo Kosiner. Y sorprendió tirándole con el archivo a Cambiemos cuando pasó a leer las tapas de los diarios de 2010, cuando la UCR, el PRO y la Coalición Cívica, con mayoría, decidieron no votarle el presupuesto del año siguiente a Cristina Fernández de Kirchner. "¿Nosotros generamos inestabilidad con una discusión sobre tarifas? ¿Qué tendría que haber pasado ahí (cuando dejaron al Gobierno sin presupuesto)?", preguntó. A eso sumó la enumeración de proyectos que presentaron los diputados del hoy oficialismo, cuando eran oposición, para regular tarifas, pese a que durante toda la sesión Cambiemos insistió en que no era potestad del Congreso.

Los diputados del kirchnerismo agregaban a ese repaso otro hito del Grupo A: la ley del 82% móvil, de 2010, que la ex presidenta vetó inmediatamente, tras denunciar que hubiera llevado a la Argentina a la quiebra. Según calculaba el gobierno kirchnerista en ese entonces, la medida hubiera tenido un costo para el Estado de 5.500 millones de dólares anuales. "Tienen la suerte de tener una oposición responsable y no como la que tuvimos nosotros, que nos dejó sin presupuesto o que avaló el corte de rutas en la Argentina durante más de cien días, o que avaló que las fuerzas de seguridad se levantaran", había dicho antes Máximo Kirchner.

"Hicimos todo, todo, para que este Gobierno tenga las herramientas necesarias para darles a los argentinos el cambio que le prometen", definió Kosiner, que remarcó "los costos políticos" que eso le generó ante su electorado al interbloque que responde a los gobernadores. El salteño también hizo alusión a las acusaciones de "entreguistas" y "traidores" que les colgó el kirchnerismo.

Al día siguiente, el Presidente recibía en la Rosada a los gobernadores del peronismo dialoguista para pedirles respaldo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).  "Les votamos todo, chocaron el auto y ahora nos llaman para que vayamos al chapista y paguemos el arreglo entre todos", definió ante Letra P un secretario de Gobierno provincial. En el interbloque Argentina Federal saben que, tarde o temprano, les caerá un nuevo pedido: el acompañamiento a las leyes que exija el Fondo. Esta vez, no con la promesa de la lluvia de inversiones, sino con el peligro inminente de caer en el abismo. 

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