Alta intensidad, a contramano de Schiaretti

La ausencia del exgobernador José Manuel de la Sota –de viaje por Europa entre septiembre y noviembre– colaboró a que apareciera como una posibilidad cierta aquella percepción de Schiaretti sobre el 2017 que se avecina.

 

La cuerda sigue tensa, pero cada vez se balancea con mayor intensidad. Va hacia un lado y hacia otro. Arriba de la soga, el gobernador Juan Schiaretti resiste. Es un experimentado equilibrista, pero esta vez los vientos de la fase electoral que se avecinan amenazan con desdibujar su alianza perfecta –hasta aquí– con el presidente Mauricio Macri.

En medio de su romance institucional con el jefe del Estado, Schiaretti encontró, meses atrás, una figura con la que trató de ­impregnar el discurso de parte de la dirigencia de Unión por Córdoba. 

Con mucha anticipación, caracterizó la elección legislativa del año próximo como de “baja intensidad”, algo así como si tratara de la disputa de un partido por el tercer puesto de un campeonato. Ganar o perder, según esta visión, no tendría importancia o efectos colaterales.

La idea fluyó hasta hace poco sin demasiadas contramarchas en la parte schiarettista de la coalición peronista provincial, ayudando a cimentar la química entre el principal gobernador peronista y la Casa Rosada. 

La ausencia del exgobernador José Manuel de la Sota –de viaje por Europa entre septiembre y noviembre– colaboró a que apareciera como una posibilidad cierta aquella percepción de Schiaretti sobre el 2017 que se avecina.

Sin embargo, en los últimos días los hechos comenzaron a desmentir eso de que flameará una bandera blanca en la disputa electoral en nuestra provincia. De la Sota parece dispuesto a jugar fuerte en Una Nueva Alternativa (UNA), el partido que cofundó con Sergio Massa.

Las posturas del gobernador y del exmandatario en torno del debate por Ganancias en el Congreso dejaron expuestas las diferencias y los alineamientos actuales: el tándem Macri-Schiaretti, de un lado, y el de Massa-De la Sota, por el otro.

Después de algunas titubeos, alimentados por declaraciones públicas del tigrense (“Con José Manuel no estamos pensando en candidaturas”, aseguró), en el entorno del exmandatario descuentan que De la Sota será candidato. Y si el apellido del tres veces gobernador va en lo más alto de la boleta del PJ, no habrá baja intensidad sino todo lo contrario: alta intensidad. 

De todas formas, la incógnita no se revelará hasta marzo o abril. La decisión, en buena parte, estará atada a los resultados que pueda mostrar la economía en el primer trimestre del nuevo año. La frase, tan usada, de que “no hay 2019 sin 2017” bien podría reformularse por otra: “No hay 2019 si no hay repunte en 2017”. 

De qué lado estás

“Schiaretti tendrá que decidirse: o está con Macri o está con Massa”, lanzó Nicolás Massot hace algunas semanas a La Voz . Antes, y también frente a una ­pregunta de este diario, Rogelio Frigerio, el ministro más político del gabinete macrista, había dicho algo parecido: “Hay que preguntarle a Schiaretti si cambiará su postura en 2017”. 

Pese a estos pedidos, Schiaretti continuará, hasta donde el péndulo de la soga se lo permita, haciendo equilibrio. Ese juego 
le permite controlar el frente fronteras hacia afuera (con Macri) y también el pago chico (con De la Sota).

Literalmente, al PRO se le va la vida en los comicios legislativos. Consumió su primer año –el más contemplativo por parte de la sociedad– con intermitencias y sin cumplir buena parte de lo prometido. De aquí en adelante, además, no contará con la ventaja que significa tener a un peronismo desarmado. Esa fase parece haber concluido. 

Mientras, en Cambiemos Córdoba sopla algo de tranquilidad. Después de un año de chichoneo entre Macri y Schiaretti, la afirmación presidencial de que en la provincia la coalición nacional luchará por la próxima elección y pondrá toda la carne al asador para relevar a UPC del poder serenó a la dirigencia radical.

En privado, al menos dos hombres del entorno de Schiaretti advirtieron, tras los dichos de Macri, que perder las legislativas el año próximo podría ser el preludio del fin del ciclo de 20 años en el poder que cumplirá Unión por Córdoba en 2019. Traducida, esa definición esconde un mensaje que preocupa en el PJ: la “baja intensidad” de 2017 podría convertirse en el principio del final.

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