Alperovich sufre y Manzur ríe

Por Indalecio Francisco Sanchez

La voz ronca y la mirada profunda de José Alperovich se mezclan sólo cuando el gobernador está molesto. Porque no hicieron lo que pidió o porque algún plan no se cumplió o porque un periodista le preguntó algo incómodo. O cuando huele que su futuro no tendrá ese aroma a laureles con el que sueña, sino más bien a espinosas plantas de traición.

El gobernador cree que “su” pueblo, ese al que protegió e hizo avanzar durante 12 años, lo traicionará el 23 de agosto. Comenzó a avizorar que podría imponerse la oposición en los comicios provinciales y por ello también empezó a modificar su estrategia electoral. Es más paciente con los “traidores” (como los mellizos Orellana), más generoso con los que poseen un buen caudal de votos (como Darío Montero en Banda del Río Salí), y más severo con los que pretenden/ían armar rancho aparte (como Juan Ruiz Olivares y la mayoría de los intendentes del interior).

Pero no es eso lo que más le preocupa a Alperovich, el desamor de los tucumanos más bien le provoca tristeza. Lo que sí le hace hervir la sangre es la chance de que sus vástagos lo miren de soslayo. La semana pasada (como adelantó el columnista Federico van Mameren el domingo en este diario) le dijo a su grupejo más selecto que no sería candidato a senador nacional. Esos pocos oyentes quedaron estupefactos, pero por la segunda parte de su anunció: “voy a ser legislador”. Entre ellos analizaban los pro y los contra de la estrategia, que todavía no estaba garantizada. Sin embargo, el lunes, Alperovich se habría convencido de que su futuro político debe seguir en Tucumán. Según algunos “oídos satélite”, el gobernador charló sobre la cuestión con su par de Entre Ríos, Sergio Urribarri. “Pato” le habría dicho a José que ni lo dude, que si se va de su provincia perdería gran parte de su poder y que ni el hasta ahora sumiso Juan Manzur podría garantizarle la continuidad del alperovichismo.

Como el “gober” no duerme -según dicen sus colaboradores- ayer mismo habría comunicado su nueva idea a sus más cercanos: Alperovich sería cabeza de lista de los legisladores por el Oeste y Beatriz Rojkés sería primera en la lista de postulantes para el Senado de la Nación. ¿Quién osará decirle no al gobernador o cuestionar su armado en esa estratégica sección electoral si él la encabeza? ¿Quién pedirá la punta de la nómina del Senado con la primera dama en ese sitio? Alperovich decidió jugar fuerte. 

Un hombre feliz

Mientras el mandamás provincial elucubraba su nueva martingala, el vicegobernador recibía una de las mejores noticias del año: la Cámara Federal de Apelaciones lo dejó sin culpa y cargo en la denuncia en su contra por enriquecimiento ilícito. Manzur acrecentó el lunes (ese día se le comunicó el fallo que se hizo público ayer) su eterna sonrisa al conocer que ya nada se interpondrá entre él y la expectativa gloriosa de sentarse en el sillón de Lucas Córdoba. Sin embargo, nunca podrá sacarse el mote de “funcionario más rico del Gabinete de Cristina Fernández”. Tampoco jamás podrá aventar los cuchicheos sobre cómo llegó a acumular más de $ 10 millones (declarados) en menos de una decena de años, cuando antes de llegar al poder no ostentaba ni propiedades ni cuentas bancarias abultadas. En la Fiscalía no quedó claro de qué forma hizo tanto dinero ni sus justificaciones sobre supuestos gastos millonarios en consumo que avalarían que no posee tanto dinero como se dice. Más lejos aún está de aquietar las aguas: sus denunciantes ya avisaron que insistirán con nuevos planteos y que no le perderán pisada.

Esa persistente mueca que exhibe el rostro del vicegobernador podría desdibujarse aun si su sueño de ser electo mandatario provincial se cumple. Porque mientras Alperovich ahora sufre pensando en cómo retener el poder (en las urnas y en la tropa interna) y Manzur ríe mientras pergeña su próximo gobierno, después podría ser a la inversa.

Parte del plan del gobernador incluiría unos chirlos para el vice: afirman que Alperovich maneja la opción -si Manzur se le “escapa de las manos”- de ofrendar los servicios del médico a Daniel Scioli, en caso de que sea electo presidente, para que regrese al Ministerio de Salud de la Nación. ¿Se atrevería a contradecir a su padre putativo? Otra carta que podría jugar el gobernador es la de salir electo legislador y marcharse él al Gabinete sciolista.

Son todas especulaciones, y el alperovichismo podría quedarse con todo o sin nada entre agosto y octubre. Pero los ajedrecistas que ganan campeonatos son los que más jugadas adelantan.

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