Algunas claves para el segundo semestre político

Algunas claves para el segundo semestre político

El armado electoral para el año próximo, que esta vez parece tener dos ejes fundamentales: el formato de una eventual reunificación del peronismo y la capacidad de Cambiemos para ordenar su interna, reformular algunas alianzas y asegurar la eficacia en el Conurbano.

(Por Andrés Lavaselli alavaselli@dib.com.ar).- Con el arranque del a esta altura cuasi mítico segundo semestre funcionando como una especie de campana implícita de largada, la política bonaerense comienza poco a poco a sumergirse en el tradicional juego de especulaciones, internas, tanteos y movimientos que tienen como único norte el armado electoral para el año próximo, que esta vez parece tener dos ejes fundamentales: el formato de una eventual reunificación del peronismo y la capacidad de Cambiemos para ordenar su interna, reformular algunas alianzas y asegurar la eficacia en el Conurbano.

“Me parece bien que todos salgan a la cancha, hemos tenido otras internas, aún duras, y no hubo problemas. Además, necesitamos voceros que hablen de los que estamos haciendo”. La definición, palabras más o menos, se la atribuye a la Gobernadora María Eugenia Vidal una fuente de trato diario con ella. Resume dos cosas: que en la cúspide del poder provincial dan por hecho que arrancó el tiempo electoral y que en Cambiemos Jorge Macri y Elisa Carrió son por ahora los protagonistas principales de esa disputa, aunque no los únicos. 

Una primera consecuencia de esa convicción tiene que ver con las alianzas del oficialismo, que relega a un segundo plano al radicalismo, se apresta para un alejamiento más pronunciado del massismo y pone en la mira a los intendentes peronistas, como queda demostrado por los casos del alcalde de Azul, Hernán Bertellys quien, cuando el clima se lo permita, anunciará su pase del FpV a Cambiemos, un éxodo en el que podrían seguirlo su colega de San Nicolás, Ismael Passaglia y también, según anotan en Gobernación, el siempre oficialista Alejandro Granados, de Ezeiza.

Sin embargo, los tiempos y el énfasis de esa estrategia provocan roces en Cambiemos: en el sector que conduce el presidente de Diputados, Emilio Monzó, están convencidos de que Vidal, que en privado deja entrever su confianza en Jorge Macri como candidato, ha avanzado con los peronistas mucho menos de lo que se necesitaría a esta altura si de lo que se trata es de asegurar la suerte electoral del oficialismos en las estratégicas parlamentarias del año próximo. “Confía demasiado en el repunte económico y la obra pública, pero eso se sentirá cuando ya sea tarde”, dicen. 

En esa trinchera, piden apurar el trabajo en la primera y tercera secciones electorales. Es decir, en el Conurbano. Eso pese a que allí –en la primera- Vidal hizo el principal movimiento de este esquema: cerró un acuerdo político con Joaquín De La Torre, cuyo formato aún no está definido, aunque sí su funcionalidad: mejorar la capacidad de armado político del gobierno. En voz baja, Jesús Cariglino trabaja en el mismo sentido, cerca del subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell. Peronistas para reforzar a PRO. Toda una definición. 

Pero para los operadores de la mesa de arena de Monzó es muy poco. Ponen ejemplos: en la estratégica tercera sección hay solo tres intendentes amarillos, y con gestiones muy complicadas. “Todavía no se empezó a trabajar en serio para traer a Insaurralde, o al menos para cerrar un acuerdo razonable. Ese intendente es clave porque arrastraría a varios otros”, dicen. También apuntan otras debilidades: para La Matanza, los delegados de Vidal son Cristian Ritondo y Alejandro Finocchiaro, “dos ministros con demasiado trabajo en sus carteras para ocuparse de esto”.

Detrás de esas inquietudes late, claro, algo más que el deseo de que a Cambiemos le vaya bien en 2017. Monzó, cercano al ministro del Interior, Rogelio Frigerio y jefe de su viceministro, Sebastián García De Luca, no quiere al primo Macri como candidato. Por eso, después de empujar la posibilidad de postular a Esteban Bullrich, ahora dan señales de aprecio por Carrió. El pragmatismo es compartido: desde el entorno bonaerense de la diputada dicen que hay “coincidencia táctica y contactos cada vez más aceitados” con ese sector. 

EL OTRO LADO

Claro que los planes del oficialismo no resuelven, ni mucho menos, el escenario: los otros también juegan. En principio, quienes lo están haciendo son los massistas, que cada vez dejan más en claro que Cambiemos será, el año que viene, su rival electoral ¿Será por eso que en un sector del Frente Renovador ya ponen en duda el cumplimiento del compromiso de alternancia para la presidencia de la cámara de Diputados bonaerense, escenario privilegiado del “pacto de gobernabilidad” que definió el primer semestre político de Vidal en la provincia?

Los maledicentes del oficialismo hacen notar que ese entendimiento lo diseñó Horacio Rodríguez Larreta, el hacedor político de la gobernadora y, posiblemente, su rival interno en la carrera presidencial del oficialismo. Como fuere, a esa señal de distanciamiento del massismo se suma otra: la foto del senador Sebastián Galmarini, el hermano de Malena, la mujer de Sergio Massa, junto a Daniel Scioli, Juan Manuel Abal Medina y Fernando Espinoza en un homenaje del PJ Bonaerense a Juan Perón en la Quinta 17 de Octubre. Saturación semiótica, pero mensaje enviado. 

El problema de esa imagen es que define también por lo que omite: no hubo casi intendentes del Grupo Padua, un colectivo clave por motivos de demografía electoral, liderado por Insaurralde y Martín Katopodis. Entre ellos, gana terreno la idea de trabajar una identidad propia que los fortalezca como grupo con capacidad de imponer condiciones cuando llegue la hora de negociar apoyos electorales. Esa es tal vez la única certeza que tienen por ahora, pero es un dato central para Massa, Scioli y Florencio Randazzo.

Es que para los tres, el camino más lógico sería transformarse en emergentes electorales de una reunificación peronista que casi todo el arco político imagina marcada por la pérdida de centralidad del kirchnerismo, tal vez de modo apresurado. Los tres tienen buenos números en las encuestas, pero situaciones diversas. Massa es el mejor posicionado si se confirma que hay un cambio de ciclo, porque fue el que rompió con Cristina Kirchner cuando aún era presidenta. Randazzo sufre la desconfianza (en especial en parte del Grupo Padua) de haber rechazado una candidatura con visos de ganadora, lo que lo torna imprevisible para el peronismo, que le reprocha además cierta falta de estructura. Scioli, que también padece ese último déficit, podría estar a las puertas de malas noticias judiciales, si documentación en manos del fiscal Álvaro Garganta confirma trazos de una denuncia de Carrió sobre manejos de fondos en su gobierno que incluso podría implicar al Tribunal de Cuentas.

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