Alberto Fernández y sus secretos lejos del poder

El miércoles cerca del mediodía fue a comprar una computadora. En el negocio un hombre se le acercó y le dijo: "Qué mal estamos. ¿Cuándo se va la Presidenta?". Alberto Fernández se puso tenso. "Dentro de dos años –lo cortó–. Si tenés bronca aguantá y vota a otro si no te gusta". Se hizo un silencio. El hombre que más confianza tenía con el matrimonio Kirchner siguió con su compra y no dijo más.
Fue su última defensa secreta del Gobierno, pese a que su relación con Cristina Kirchner está rota y que en Olivos es considerado casi un opositor.

La Presidenta nunca le perdonó que haya renunciado tras el conflicto con el campo. Todo se rompió tras una dramática y privada discusión con los Kirchner en el chalet de Olivos.

El último gran enojo de los Kirchner con Alberto Fernández fue en agosto, cuando se reunió en secreto con Julio Cobos. Según dijo el ex funcionario, por esa razón echaron de la Secretaría de Justicia a Marcela Losardo, mujer de su confianza. La despidió el ministro Julio Alak. "Preguntale a Alberto", le habría dicho Alak a Losardo. Un día antes, en una reunión con Ernesto Sanz y Oscar Aguad, Alak había dicho: "Cualquier cosa, hablen con Losardo, es como hablar conmigo". Luego la echó.

El encuentro Cobos-Fernández llegó a oídos de Néstor Kirchner. El ex jefe de Gabinete denunció que le espiaron mensajes de texto con Cobos.

Fernández había invitado al vicepresidente a desayunar a su departamento de Puerto Madero. Cuidó cada detalle para mantener el secreto. Cobos llegó en un auto del ex jefe de Gabinete que manejó un colaborador. Entró en la cochera de Alberto Fernández, quien había sacado su propio auto. Se fue igual, para evitar que lo vean.

"Julio, ¿vos querés ser presidente ahora?", arrancó Fernández. "No, ¿qué querés decir? Si se da, me gustaría ser candidato en 2011", fue la respuesta. "Entonces tenés que ayudar a que el Gobierno termine bien su mandato", fue la sugerencia de Alberto Fernández. Hablaron del tema que lo inquietaba al ex amigo de Kirchner: las facultades delegadas que se debatían en el Congreso, y que la oposición rechazaba.

Los Kirchner nunca creyeron esa versión del encuentro.

Fernández tiene buena relación con el vicepresidente pero no es cercana. Habló el día de la resolución 125, en la reunión en su casa, y hace poco. "Qué lío se armó, imaginate si hubiéramos comido un asado", le dijo. En privado, Fernández asegura que Cobos no es un conspirador en potencia.

"Nadie quiere que Cristina se vaya", ha dicho ante testigos el ex jefe de Gabinete, pese a que es muy crítico del Gobierno.

Está muy lejos del poder, pero no de la política. Reabrió después de años su consultora. Losardo es su socia. Jura que no tiene políticos como clientes y atiende sólo a empresarios.

En los últimos días, se lo vio en el lobby-bar de un lujoso hotel porteño comiendo con el candidato a la presidencia de Chile, Marco Enríquez-Ominami, joven político convertido en la amenaza para la Concertación chilena.

Habla igual con muchos de ellos. Uno es el gobernador Daniel Scioli: Lo llamó la semana pasada para hacerle una consulta. "Quiero saber cómo ves la cosa", le dijo. Quedaron en reunirse.

El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, es otro de los hombres a quienes aconseja. Cree que representa un grupo de políticos que llama "la generación de la democracia". El último consejo que le dio fue corto: "Alejate del Gobierno". Se reunieron el jueves en su casa de Puerto Madero y acordaron trabajar en el mismo espacio. Según cuenta Fernández en reuniones privadas, varios gobernadores se quejan por la dependencia económica que tienen con el Gobierno.

Fernández también habla con ministros del Gabinete. Nunca dirá quienes. "No los quiero joder", ha dicho en su oficina de Callao. Son al menos cuatro. También tiene contacto con ex ministros como Graciela Ocaña, Martín Lousteau, y con dirigentes como Felipe Solá y Alfonso Prat Gay.

En su oficina hizo casi una réplica del despacho que ocupó por 5 años primero al lado de Néstor Kirchner y luego de la Presidenta. Hasta tiene una recepción donde está, igual que en la Casa Rosada, su fiel y eficaz secretaria María.

En su escritorio tiene fotos con su hijo, con Lito Nebbia, con Bono, el líder de U2, y una de Evita. Hay torres de papeles. Hace poco terminó el libro en el que relatará sus años al lado de los Kirchner. El título tentativo es 1883, son los días que estuvo en el Gobierno. Ya está listo pero está esperando un momento de menos tensión para publicarlo. Un capítulo relata la madrugada del 17 de julio del año pasado, y el día posterior, en el que los Kirchner amenazaron con irse del poder.

Fernández fue testigo de momentos clave y los escribió.

Hoy sus días transcurren entre sus asesorías a empresas, reuniones políticas y viajes para dar conferencias en el exterior, que además se las pagan bien. Adelgazó 15 kilos desde que se fue de la Casa Rosada, y recuperó el peso exacto que tenía cuando Néstor Kirchner le tomó juramento.

Aún en su biblioteca conserva fotos con los Kirchner. Además con Lula da Silva, Eduardo Duhalde, Raúl y Ricardo Alfonsín, el Rey Juan Carlos y José Luis Rodríguez Zapatero.

Con Kirchner no se habla desde que echaron a los últimos tres "albertistas" que quedaban en el Gobierno. Con Kirchner habían recuperado en parte la relación hace un tiempo. A su salida del Gobierno, Fernández acordó con el ex presidente una cita supersecreta en Olivos. Cuando entró se encontró con 40 intendentes. "Hola Alberto", le gritaron. Obvio: todos contaron que "Alberto" había vuelto a verse con Kirchner.

De todos modos, tuvo su encuentro a solas con Kirchner donde discutieron un poco.

Con la Presidenta no habló. En 2007 cuando Kirchner le propuso ser candidata, su esposa dijo: "Hay una condición, que Alberto siga siendo jefe de Gabinete". Ella no le perdonó el abandono. Nunca lo dirá en público, pero Fernández dice que parte del acuerdo era que Kirchner se retiraba a dar "conferencias por el mundo". Nunca lo hizo.

Con Kirchner discutió mucho. Le dijo que había "perdido la capacidad de entender la realidad, de escuchar a la gente". Muchos de los ministros o legisladores que hablan con el ex jefe de Gabinete le dicen lo mismo: "Eras el único que le decía las cosas a Kirchner". Ahora nadie lo hace.

Alberto Fernández cree lo mismo que Eduardo Duhalde, con quien también se reunió: que Kirchner agita su candidatura para 2011 sólo para fortalecer a su esposa.

Salvo que el kirchnerismo diera un giro "copernicano", el ex jefe de Gabinete no apoyará al kirchnerismo de Kirchner.

"Ellos creen que soy un opositor y no lo soy. Se lo dije a Néstor: acá el quilombo es el Gobierno", contó una vez.

Empresarios y dirigentes le consultan cómo ve a los Kirchner, él que los conoce tanto. No tiene bronca pero se desilusionó con el rumbo de las cosas. Piensa en volver a dar clases en la facultad y seguir en la actividad política. Pero muy lejos de Néstor y Cristina, sus ex amigos y jefes políticos.

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