Agua: graves falencias ponen en riesgo el crecimiento de Bahía

Agua: graves falencias ponen en riesgo el crecimiento de Bahía

   Los recientes cortes en el suministro de agua no sólo sirven para poner a prueba la paciencia infinita de miles de bahienses, sino también para dejar en evidencia una falencia que compromete el futuro de la ciudad y cuya solución parece imposible a corto y mediano plazo.

 

A diferencia de lo ocurrido en otras oportunidades, esta vez no se necesitó de la rotura de un acueducto o de la aparición de algas en el dique Paso de las Piedras para que gran parte de Bahía Blanca se quedara sin agua.

   Ahora, y como nunca antes, fue suficiente con la repetición de varios días con altas temperaturas para que desde el fin de semana pasado los problemas se multiplicaran, en varios casos agotando los tanques domiciliarios y generando peligrosas consecuencias sanitarias por la falta de líquido.

   Esto hace que resulte cada vez más complicado el abastecimiento a nuevos barrios y que, incluso, aparezca como seriamente comprometida la radicación de nuevas industrias (ver aparte), no sólo de megainversiones como las que prevé Dow para el polo petroquímico local, sino también para otras de menor escala.

   Si bien la realidad no se limita a las actuales autoridades, sino que forma parte de un problema que nació con la ciudad misma, como van las cosas existen muchas chances de que Bahía Blanca llegue a su bicentenario, en 2028, sin el problema resuelto.

   De poco servirá, en este escenario, el optimismo que en marzo pasado había mostrado el intendente Héctor Gay, cuando dijo que en “cuatro años estará solucionada toda la problemática del agua en Bahía Blanca” .

   Sus esperanzas estaban puestas, y aún deben estarlo, en la concreción del polémico acueducto desde el río Colorado, una obra que en realidad había sido ya anunciada por la anterior administración, no sólo provincial, sino incluso por el entonces ministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof, quien en medio de la campaña electoral había aludido a la obtención del financiamiento necesario en el exterior.

(El canal aliviador tuvo que ser activado ante el desborde del Dique Paso de las Piedras. Aún así el agua no alcanza en Bahía).

   Hoy, varios son los elementos que no permiten ser demasiado optimistas en este plano, sobre todo en los plazos referidos por Gay. ABSA sigue siendo una empresa sin rumbo --salvo a la hora de recomponer las tarifas— y la obra del Colorado, que la Comuna esperaba ver en ejecución este año y la gobernadora María Eugenia Vidal luego pretendió licitar en 2016, todavía no cuenta con proyecto técnico para ser concursada.

   Se trata de una obra importante, que sí o si se realizará porque cuenta con financiamiento y el gobierno ahora no puede dar marcha atrás si quiere mostrar acciones concretas, pero que en caso de iniciarse tardará cinco años en entrar en operaciones.

En cuanto a la prestataria, hasta ahora no existe mucho más que la publicidad oficial aludiendo al recambio de cañerías, cuando en realidad se trata de la quinta etapa de una obra general iniciada por la anterior administración y cuya incidencia será escasa, sobre todo porque hasta ahora se abarcaron 3.400 metros de una red en la que se necesita cambiar 100.000 metros de conductos de hierro que datan, en su mayoría, de 1908, año en que se inauguró el servicio de agua corriente en Bahía Blanca.

   Incluso este “logro” actual aparece como exiguo frente a los casi 20 kilómetros renovados a partir de 2011.

   Si bien es cierto, como se dice desde Cambiemos, que ABSA fue traspasada en pésima situación, sin recursos mínimos para funcionar, no es cierto que durante los últimos 10 años no se haya invertido nada, sí que se gastó mucho y se gastó mal, quizás producto de la urgencia que desató al sequía.

   Uno de los ejemplos más claros de esta política fue la construcción de un acueducto de casi seis kilómetros para abastecer a los nuevos barrios del sector norte, mientras no se sabía si había recursos suficientes para terminar las obras de mejoramiento en la planta potabilizadora Patagonia y no había posibilidad de producir más agua: situación que queda de manifiesto ahora, con numerosos cortes y sectores sin suministro o baja presión.

   Obviamente, que la solución no hubiese sido seguir dejando a miles de vecinos de Bosque Alto, Paihuén, Parque Norte, sin agua de red, sino simplemente de haber mantenido un plan racional de inversiones capaz de asegurar un abastecimiento integral en toda la ciudad y no permitir que algunos, como los ubicados en el extremo de la red, deban soportar todo el peso de la crisis.

 

Sin explicación

   Cómo se explica entonces, si no es por la ausencia de un plan racional de inversiones, que se avanzara (al menos en los papeles) en la obtención de créditos en el exterior para la ejecución del faraónico acueducto desde el río Colorado, cuando lo más elemental no funciona.

   Desde 2009 se vinieron realizando importantes e inéditas inversiones para asegurar fuentes alternativas (pozos en la zona de Cabildo y tomas superficiales), pero no se avanzó en nada, pese a las ya crónicas advertencias, sobre la necesidad de mejorar las condiciones de transporte de agua (un nuevo acueducto desde un dique Paso de las Piedras lleno) y las de producción (obra en la planta Patagonia) están a mitad de camino.

 

Uno de los peores diciembres 

   Hasta ahora este será recordado como uno de los peores diciembres de los últimos 20 años en materia de agua corriente: con un dique repleto y sin acueductos fuera de servicio, la prestataria no fue capaz de brindar agua a todos los sectores, mientras que varios de ellos sufrieron el corte del servicio durante varios días.

   Desde ABSA se explicaron los problemas a partir de la imposibilidad del acueducto principal y otros más antiguos de transportar más agua desde Paso de las Piedras hasta a las plantas potabilizadoras Patagonia y Grünbein, algo que viene sucediendo todos los fines de año.

Sin embargo, pese a que el gerente regional de ABSA, ingeniero Gustavo Bentivegna, en declaraciones al programa Panorama, de LU2 Radio Bahía Blanca, negó la existencia de problemas en la planta Patagonia , fuentes consultadas por este diario no descartaron que las instalaciones estén funcionando a menor capacidad que la normal y que por eso la ciudad sufra la falta de agua en mayor medida que años anteriores.

   Las mejoras, que debieron haberse terminado hace un par de años, en 2015 habían sido ejecutadas en un 80%, según información oficial, y ahora están en un 90 por ciento. Esto demuestra que los trabajos no avanzaron al ritmo previsto y no resulta extraño que la potabilizadora “trabaje en inferioridad de condiciones”, sobre todo porque nadie desde ABSA salió a anunciar públicamente la finalización de los trabajos esenciales e, incluso, un mes atrás le fue negada una visita a periodistas de La Nueva. para que dieran cuenta de cómo estaban funcionando las mejoras.

   La crisis de diciembre seguramente pudo tener consecuencias mucho menores si ABSA hubiese triplicado su capacidad de reserva con una nueva cisterna, algo que todos los especialistas le recomendaron. Sin embargo, aún sigue operando con un antiguo reservorio construido en la década del 30.

   Al margen de cuestiones políticas y de la inacción del gobierno provincial de turno, está dentro de las posibilidades concretas que el sistema registre una rotura compleja como la ocurrida en enero de este año. De hecho, en diciembre de 1982 la ciudad estuvo tres días sin agua por un evento similar en el acueducto principal. Sin embargo, sí resulta inconcebible que no exista la mínima chance de abastecer a la población mientras se efectúan las tareas necesarias o que sin roturas el sistema no alcance.

 

   Hace tiempo que los técnicos de ABSA consideraron que una de las intervenciones necesarias para normalizar la prestación consiste en ampliar la planta potabilizadora Patagonia, de modo de generar un aumento estimado del 30% en su capacidad de tratamiento. En todo su potencial podría llegar a tratar 12 mil m3/hora, cuando hoy apenas llega a 8.000.

   Consultas técnicas realizadas por este diario permitieron verificar que una intervención de ese tipo no tiene demasiada complejidad, tanto mediante una obra civil como añadiendo módulos potabilizantes, de rápida construcción, similares a los que suele usar el Ejército.

   Si bien siempre se ha mencionado que la red de distribución está al máximo de su capacidad, fuentes cercanas a la prestataria aseguran que la misma tiene posibilidad de transportar 3 mil m3/h adicionales en toda Bahía Blanca.

   Mencionan sí la necesidad de completar algunos cierres de mallas, mejorar la red que llega a barrios como Los Chañares y disponer de una fuente de electricidad propia para mantener el bombeo que se requiere para varios sectores que habitualmente tienen problemas.

   En cambio, la falta de previsión e inversión hace que hoy no sólo no haya fuentes de energía propias para mantener el bombeo a la zona alta, sino que la empresa haya optado por cortar directamente el abastecimiento a esos sectores para recuperar reservas y posibilitar que el líquido llegue a extremos de la red, en las zonas más bajas.

 

 

Del Dique a la canilla, El sistema, paso a paso

   Desde el dique Paso de las Piedras, el líquido es conducido por gravedad o por bombeo –según la cota del dique- hasta la planta potabilizadora Patagonia mediante un acueducto de hormigón de 1.500 milímetros de diámetro, cuya vida útil ya fue ampliamente superada.

   Antes de llegar a las instalaciones de potabilización, parte del agua del embalse es conducida por otro acueducto de menores dimensiones a la planta Grünbein, mucho más antigua, que abastece a los sectores mencionados, por lo tanto ahora no sufren inconvenientes.

   Lo mismo sucede con el Polo Petroquímico, el cual en su mayoría es abastecido con agua cruda --sin potabilizar--, que antes de llegar a la planta Patagonia se deriva hacia el sur mediante un acueducto industrial.

   Desde la planta Patagonia el líquido se dirige a la cisterna del Parque Independencia, donde parten tres conductos principales, que son los encargados del abastecimiento de agua potable a la población mediante innumerables ramales troncales y secundarios de distinto tamaño.

   Uno es de 1.100 milímetros de diámetro y los dos restantes, de 600 milímetros.

   El mayor, y más antiguo, ingresa a la ciudad por Undiano, mientras que otro corre en dirección norte-noroeste (calle Rojas y avenida de los Constituyentes, para luego, a la altura de avenida Alem al 2400, alcanzar sectores como calle Don Bosco y paraje El Cholo).

   El otro es conocido como "sud-sudeste" y se dirige desde el Parque Independencia hasta el Penna. Luego continúa por calle Esmeralda, en proximidades de la Terminal de Omnibus, hasta la Estación Spurr, siguiendo hasta Ingeniero White y, finalmente, General Cerri.

 

 

El crecimiento industrial podría verse frenado

 

   Hace 20 años, cuando Profertil definió su radicación en Bahía Blanca, luego de que la Provincia le asegurara una provisión de agua acorde a sus necesidades, comenzó a plantearse seriamente la cuestión del agua industrial y quedaron puestas de manifiesto las carencias locales en la materia.

   Lo mismo sucedió con las restantes plantas del Polo que por esos años también realizaron fuertes inversiones.

   Profertil había solicitado 20 mil metros cúbicos diarios y las entonces Petroquímica Bahía Blanca y Polisur, entre 12 mil y 15 mil más. En un convenio rubricado en 1997 por la Provincia y las empresas del Polo, se estableció el precio del agua industrial de acuerdo con una escala que otorgaba descuentos a medida que aumentase el consumo, a la inversa de la escala domiciliaria

   Hoy, Bahía Blanca se encuentra a las puertas de un nuevo desarrollo industrial, sobre todo si en 2017 Dow finalmente decide ampliar sus plantas locales, lo que haría que el Polo Petroquímico duplique su tamaño.

   Si bien todo parece indicar que la provisión de gas desde Vaca Muerta y el rendimiento de los pozos allí realizados es la clave para asegurar la viabilidad del proyecto, la disponibilidad de agua en cantidad y calidad sigue siendo un aspecto a tener en cuenta.

Podría pensarse que con un dique Paso de las Piedras lleno y el proyecto del río Colorado la capacidad de sumar nuevas industrias es un tema resuelto. Sin embargo, la realidad transita por caminos diferentes.

   Pese a la afirmación de algunos especialistas que confían a pleno en la capacidad del embalse para atender no sólo a una población mayor a la actual, sino también a nuevos requerimientos industriales, conviene recordar que la situación actual, con un dique desbordante, solo se dio en tres ocasiones desde que fue habilitado, en 1972, y no debe tomarse como la media.

   Por el contrario, aún están latentes los devastadores efectos de la sequía de 2009 y si bien la ciudad sumó fuentes alternativas como las tomas superficiales de agua del Napostá (Mirasoles y Aldea Romana) y el río Sauce Grande, más los pozos de Cabildo y el Bajo San José, estas solo fueron construidas para situaciones de emergencia y su costo de funcionamiento (energía eléctrica) las saca de escala a la hora de atender consumos industriales.

   A esto debe sumarse la escasa incidencia que tendrá el acueducto del río Colorado --constituye una nueva vía de abastecimiento, pero el caudal a sumar no será mucho--.

   La realidad sigue tornando imprescindible la realización de la planta de reúso de líquidos cloacales para la industria y un dique en Puente Canessa, dos alternativas que permitirán posicionar a Bahía Blanca como una ciudad en condiciones de absorber nuevas radicaciones industriales.

 

   Hasta ahora, en lo que constituye el primer paso concreto para la planta de reúso, ABSA comenzó este año las obras de recuperación y ampliación de la planta depuradora de líquidos cloacales Tercera Cuenca.

   Se trata de una inversión decidida y licitada por el anterior gobierno provincial y que exigirá una inversión e 1.100 millones de pesos en sus etapas de tratamiento primario I y II. Luego habrá que definir, y hasta ahora no se conocen públicamente avances concretos, en la ejecución de las etapas III y IV, que dejarían los líquidos cloacales en condiciones de ser reutilizados por las industrias. Aún resta definir si serán las empresas del Polo las que aporten los recursos necesarios.

   Según el proyecto ya definido, la futura planta de reciclado de líquidos cloacales tendrá una capacidad tope de producción cercana a los 3.300 m3/hora, cifra hoy en día sensiblemente superior a lo que consumen las grandes industrias locales, aunque habrá que ver cómo son las futuras necesidades en este aspecto.

   En cuanto a un embalse en Canessa, un anteproyecto de una consultora elaborado en 1970 propuso un dique de 700 metros de largo y 30 metros de altura, que podía embalsar 56 hm3, y dar lugar a un lago de 560 hectáreas, sobre una cuenca de 900 km2.

   El embalse erogaría un caudal de agua de uso industrial aproximado a los 60.000 m3/día, superior al de todo el consumo industrial y, ahorraría más del 20% del volumen diario de agua potable que se extrae del dique.

   La cuestión el agua industrial, lo que algunos años antes parecía un problema lejano, ahora es un problema del presente, a las puertas de mega inversiones y de un consumo domiciliario que, pese a los aumentos tarifarios, no para de crecer. Lo ideal sería que, si todo se concreta, la ciudad no deba volver a pasar por las penurias de años antes, donde el agua no alcanzó para nadie.

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