Hay agua en las calles, pero en las casas sale muy poco líquido de los grifos

Hay agua en las calles, pero en las casas sale muy poco líquido de los grifos

La ola de calor profundizó el agobio de cientos de vecinos de la Perla del Sur. La mayoría se la pasa recolectando agua en baldes o bidones para poder cocinar o higienizarse. “Te cortan el agua de 8 a 14 y no podés hacer nada”, se quejó Patricia Monteros. En cada barrio, la misma historia

 

Es mediodía y el calor asfixia aunque aún no ha llegado el verano. La pesadilla es mucho más grande cuando no se tiene agua, dice Ana María Carrazano. A resguardo en la sombra de su galería, la señora de la casa acomoda los baldes para que, de a poco, se vayan llenando con el hilo de líquido que sale del grifo. En la última semana, les cortaron el servicio más de siete horas por día. Ella y su familia tuvieron que amoldar sus vidas al ritmo de lo que aparece en el caño de agua. 

Ana María, de 67 años, y su esposo Hugo, de 70, se levantan al amanecer. Lo primero que hacen es abrir el grifo. La semana pasada estuvieron cuatro días sin una gota. En esas duras jornadas tuvieron que preparar el desayuno y las otras comidas con el agua de un bidón. Para higienizarse, usaron lo que tenían acumulado en siete baldes de todos los colores. No hubo lavado de ropa ni se baldearon los pisos en esta sencilla casa del barrio Alvear, donde habita este matrimonio y las familias de sus dos hijos. 

Las calles son de tierra y no tienen demasiado tránsito en el barrio Alvear, uno de los primeros de Concepción. Allí habitan unos 5.000 vecinos. Está ubicado justo en el límite sur del municipio, a metros del ingenio La Corona. El olor a vinaza es repugnante. Pero a los vecinos eso no les preocupa. Sí les afligen los cortes de luz y de agua. “Vivo acá hace 24 años. Los problemas comenzaron hace una década y se profundizaron en los últimos dos veranos”, relata Ana María.

Patricia Monteros, madre de tres hijos, también sobrevivió los últimos días llenando baldes. “Te cortan el agua de 8 a 14 y no podés hacer nada”, cuenta la mujer, mientras su hija llena una botella y una cacerola. Cualquier recipiente que esté a mano sirve para juntar líquido en esta casa, una pequeña construcción de madera con techo de dos aguas.

En enero de este año, Patricia y sus vecinos padecieron drásticas restricciones. Pero no sólo padecen con los cortes. Uno de los principales dramas que tienen cuando sí sale agua del caño: la presión es tan baja que no tiene fuerza para subir al tanque. Esto es algo que se repite en muchos vecindarios de Concepción.

Recorrimos cinco barrios de distintos puntos de la Perla del Sur, en la periferia y en el centro, y en todos encontramos postales muy parecidas:

En el barrio Las Rosas (al oeste de la ciudad), hay una situación que indigna a los vecinos: mientras que por la calle principal -24 de Septiembre al 2.900- el agua corre permanentemente debido a una pérdida que tiene más de 10 años en los grifos sale muy poco líquido. “A la siesta, directamente, lo único que se escucha salir de los caños es un silbido. El resto del día hay muy poca presión de agua”, cuenta Sergio Herrera, dueño de una verdulería.

No muy lejos de ahí, en el barrio San Martín, también los residentes se quejan por la falta de presión. “Los tanques no se cargan y ni siquiera te podés bañar. Muchos están poniendo bombas, pero esto termina perjudicando a los demás vecinos. A la siesta y a la tarde sale un hilo de agua. ¿sabe lo que eso significa en estos días de calor insoportable?”, expresa Johana Calderón. Tiene un comercio en Maipú e Italia. Cada cliente que llega habla de lo mismo: la situación ha empeorado en el último mes. “Pensamos que al inaugurarse un pozo muy cerca de aquí, en el barrio Riera, íbamos a notar las mejoras. Pero nada por ahora”, resalta Mabel Suárez.

La realidad no es muy distinta en el centro de Concepción. “Aquí, si querés baldear o bañarte tenés que esperar a las 2 o 3 de la mañana. Muchas veces tenés que levantarte a la madrugada para acopiar agua. Las siestas son una pesadilla, especialmente cuando también te cortan la luz”, cuenta Yanina Soria, que vive en Shipton 1.300.

En el barrio La Madrid, a media cuadra, de la oficina de la SAT en Concepción, también sale muy poca agua de los grifos, según cuenta Ester Cabrera, de 57 años. “Yo tenía un tanque eléctrico para ducha y tuve que sacarlo porque el motor se estaba fundiendo”, resalta la mujer. “Ni siquiera puedo poner el lavarropas. Tengo miedo de que se rompa”, comenta, mientras muestra cómo hace para cocinar -con un bidón de agua al lado- y cómo lava las prendas de la familia a mano. Al salir a la vereda de su vivienda, ubicada justo en la esquina de Francia y Miguel Belascuain (al suroeste de la ciudad), la mujer reniega por una pérdida de agua que recorre todo el barrio. “Acá están todos los caños rotos y los cloacales también. Cada dos por tres amanecemos inundados de aguas podridas. No se puede ni respirar”, reclama. Ya es la siesta y el termómetro está por alcanzar los 40 grados. El calor se vuelve cada vez más insoportable. Ester se despide apurada, pensando en que le queda poco tiempo para recoger agua de reserva en todos los recipientes disponibles.

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