En los últimos días aquellos que beben agua de la canilla en Buenos Aires habrán percibido un sabor desagradable. No, no a cloro sino a podrido. Efectivamente, según informó la empresa Aysa, esto se debe a una modificación poco habitual en el Río de la Plata y, por lo tanto, al agua que ingresa a las plantas potabilizadoras que alimentan la Ciudad.
"Salvo un olor o un sabor que no es el habitual, este hecho no representa ningún problema ni entraña peligro alguno para la salud", aseguró Aysa mediante un comunicado. Ante la consulta de A24.com, los voceros de la compañía no pudieron dar precisiones sobre la duración de este fenómeno o la causa exacta de por qué ocurre.
"El agua entregada por AySA es monitoreada las 24 horas, los 365 días del año y sometida a rigurosos y permanentes controles, que abarcan todo el proceso de producción desde la captación en el río y las etapas de tratamiento, hasta el recorrido en el sistema de distribución. Estos controles aseguran la calidad del agua suministrada"
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