Agosto comenzó con un mal presagio

Por Fernando Stanich

Las abuelas sostenían que quien pasaba el mes de agosto se había ganado un tiempo más de vida, porque el octavo mes del año era el ciclo en el que se multiplicaban las pestes. Casualmente, este agosto se presenta definitivo para José Alperovich, Juan Manzur, José Cano y Domingo Amaya. Los cuatro deben haber bebido varios sorbos de té de ruda macho el sábado, porque frente a la incertidumbre sobre lo que les depara el destino, nunca está de más aferrarse a las creencias populares.

Ninguno tiene la certeza de haber elegido bien cómo afrontar este mes de agosto. Alperovich siempre apostó por su hombre de confianza para la sucesión, aún a pesar de que Manzur carga con una alta imagen negativa, según encuestas oficialistas y opositoras. Desoyendo consejos, el gobernador se encerró en su vicegobernador y tomó otra decisión arriesgada: cerró todas las puertas a un acuerdo con el intendente Amaya. Así, blanqueó el quiebre en el peronismo en las vísperas de la elección que signará si se retira por la puerta de atrás -o por la principal- de la Casa de Gobierno. El mandatario juega dos partidas bravas este mes. En una semana sabrá cuánto de poder real conserva cuando se presente como candidato a senador en las PASO y, dentro de 20 días, conocerá qué balance general hace la sociedad tucumana de sus 12 años de gestión. El temor al rechazo, quizá, se haya traducido en esa fuerte contractura que lo tuvo a mal traer el sábado durante un acto en Aguilares. El miedo a perder, quizá, se haya exteriorizado en ese mensaje que repite casi a diario: “si ganamos bien el 9, nos aseguramos el 23”. Alperovich quizá se esté por estas horas replanteando decisiones ya tomadas y añorando las certezas de otros años.

A Cano y a Amaya les sucede algo parecido. Tenían la seguridad de que, separados, ni siquiera tendrían chances de disputarle la gobernación a Manzur. Por eso terminaron dando ese paso, a las apuradas y a regañadientes. Hoy el canismo y el amayismo comparten un mismo espacio político, pero no conviven dentro de él. Los radicales critican las acciones de sus socios peronistas, y los justicialistas se mofan de la “ingenuidad” de quienes militan en la UCR. Allá por mayo, cuando estremecieron a todos con su alianza, imaginaron que llegarían a la primera semana de agosto relajados, mirando de reojo y por sobre los hombros el lastimoso peregrinar alperovichista. Pero hoy se topan con que no es así. No supieron cómo capitalizar el tremendo impacto de esa imagen y ahora transmiten preocupación en lugar de confianza. Las PASO del domingo venidero pueden dar una señal acerca de cuán sólida y cohesionada se encuentra esta unidad opositora. Es que el comportamiento de los amayistas ese día, como mano de obra desocupada en esa elección, puede decir mucho sobre el armado opositor. En la Municipalidad protestan porque ni los radicales ni los macristas liberaron fondos para incentivarlos a trabajar en las Primarias. En consecuencia, esta semana abrirán una caja especial para ver si el sciolismo deposita allí el dinero necesario para el día de la votación. No es que trabajarán a favor de Alperovich como senador, sino todo lo contrario: en ese caso, el objetivo será lograr que Daniel Scioli obtenga más votos que el tucumano, para bajarle el entusiasmo al gobernador a dos semanas de los comicios provinciales. Si los amayistas no votarán al mandatario en las PASO, se supone que deberían hacerlo en favor de los candidatos al Congreso de sus aliados locales. Pero tampoco; en el municipio no olvidan que la postulante al Senado es Silvia Elías de Pérez, la radical que denunció al intendente y a sus funcionarios por presuntos hechos de corrupción. Sin sonrojarse, afirman que la UCR no debería sorprenderse por el desplante. Al final de cuentas, razonan, al acuerdo político lo hicieron con Cano, no con sus dirigentes. Quizá por eso el líder radical comenzó en los últimos días a despegarse de la elección nacional que se avecina. En declaraciones públicas, Cano minimizó la importancia de las PASO y pidió a los opositores enfocarse en el domingo 23. En el barrio, a eso se le llama “abrir el paraguas antes de que llueva”.

El alperovichismo despidió julio con los buenos augurios del consultor Hugo Haime. El jueves, en una cena en la casa de Alperovich, ratificó su vaticinio de un triunfo de Manzur y su sensación de que Germán Alfaro ya no es inalcanzable para Pablo Yedlin. El canismo, en tanto, recibió agosto con los alentadores indicadores que le acercó Poliarquía. Los encuestadores porteños, ayer en un desayuno, les transmitieron que la fórmula Cano-Amaya está ganando por unos cuantos puntos (menos de cinco) en la general, y que Alfaro mantiene aún una diferencia interesante respecto de Yedlin. Los sondeos de unos y otros, aunque con diferentes matices, demuestran que la única certeza con la que comenzó agosto es que no hay absolutamente nada seguro.

Cuando llegaba el octavo mes del año, las abuelas advertían que si el invierno no era crudo había que presagiar un mal año porque los “bichos” no se morían y aumentaban las chances de enfermar. Agosto, este agosto, arrancó con temperaturas de casi 30 grados en Tucumán. ¿Para quién será ese mal presagio?

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